El vuelo entre Nueva York y Londres parece transcurrir con absoluta tranquilidad hasta que el agente federal aéreo Bill Marks recibe mensajes amenazadores. Desde ese momento, el espectador se embarcará en un viaje intrigante, en el que nunca estará seguro de lo que pasará.
Los mensajes son claros: cada veinte minutos morirá un pasajero a menos que se depositen 150 millones de dólares en una cuenta bancaria. Todo está fríamente calculado. Aunque el agente intenta liberarse de esta situación, no puede. Está acorralado. Las hipótesis sobre el posible autor de los mensajes van y vienen, el tiempo se agota y la primera víctima no tardará en aparecer.
Queda claro que no se trata de un juego. A partir de entonces, se desencadenan una serie de sucesos que desconciertan al agente. Su deber es velar por la seguridad de los pasajeros en vuelo, sin embargo, los hechos dejan al descubierto su vulnerabilidad y eso le hace perder credibilidad.
Llega un punto en el que todos los ocupantes del avión parecen ser sospechosos, pero a la vez ninguno lo es. El espectador se sentirá tan perdido como el agente a la hora de adivinar quién puede ser el autor de las amenazas. Cuando ciertas pistas conducen a pensar que finalmente se ha encontrado al responsable, surge un nuevo elemento que deslegitima ese resultado y hace que la búsqueda vuelva a empezar.
Tanto la vida personal como profesional del agente Marks están devastadas. Él necesitará armarse de valor para sobreponerse a las adversidades y demostrar que es capaz de retomar el rumbo de su existencia. No debe ni puede confiar en nadie. En esta oportunidad estará solo y aunque algunos le brinden su ayuda, será él quien se encargue de volver a poner todo en su lugar.
Los culpables de haber puesto en peligro la vida de más de cien personas buscaban resarcir el daño causado por un pasado tormentoso. No obstante, se evidencia que las minorías si deciden hacer justicia por su propia mano están condenadas a fracasar; quienes ostenten el poder seguirán siendo los triunfadores.
Un vuelo que a pesar de no tener escalas, está lleno de inconvenientes y esto hace que se tenga la impresión de que el viaje hubiera sido más largo de lo que en realidad era.