Miguel es la personalidad privada, mientras que Bosé es el personaje público. El primero se conserva como un tesoro, es el valor de la identidad reservada para unos pocos. El segundo es la joya brillante en exhibición, la punta del iceberg que insinúa su poder sin discriminaciones y tiene la capacidad de imponer su voluntad con la presencia.
En la práctica, Miguel aporta las vivencias, mientras que Bosé se encarga de ponerles las etiquetas masivas y compartirlas con quienes se animen a aceptar el juego que propone la dinámica del artista español. Con este método, Miguel Bosé ha realizado muchos trabajos discográficos con acogidas diversas. Aplausos por encima de los decibeles establecidos en América Latina, iniciativas de culto y registros sin ton ni son caracterizan esta historia.
Cada vez que se produce el maridaje entre Miguel y Bosé algo pasa, y es habitual escuchar al artista manifestar que el producto que acaba de lanzar es su álbum más personal. Y sin duda es cierto. Es, por supuesto, el disco que más se aproxima al Miguel Bosé de la actualidad. El de aquí y el de ahora. Sucedió con otros registros y ocurre lo mismo con Amo, un conjunto de canciones que tendrán el reto de abrirse camino en medio de la oferta sonora contemporánea.
“Amo está dedicado al privilegio del no saber, al de poder aprender sin fin, al insaciable don de la curiosidad que todo lo hurga. Amo es un recetario de vida muy simple y muy transparente. Es el resultado de ser padre. No podría definirlo mejor”, aclara Miguel Bosé al respaldo de una carátula dominada por colores vistosos.
Once canciones integran el nuevo álbum de este artista. Un bloque musical contó con la producción de Andrew Frampton, mientras que el otro está liderado por el reconocido Andrés Levin. Sin embargo, el resultado es unitario.
Amo comienza su recorrido con Encanto, una propuesta tanto para la sala como para la discoteca, en la que se destaca la frase: “El amor vive escondido en la memoria / donde el amor es piedad / por cuanto mata, el amor después decide cuánto te quita o te da”. Lo sigue Libre ya de amores, en el que Bosé exhibe su capacidad para gestar éxitos comerciales. La canción vive un pulso interno entre los beats y los instrumentos acústicos. Al final, un empate que puede ir directo a la conquista de la radio.
Un bajo en propiedad y una guitarra melódica marcan el desarrollo de Amo, pieza que le da nombre al álbum. “Amo pensar que cada palabra esconde / un poderoso misterio / amo en general y sin fronteras / lo inexplicable y todo lo que me supera”, dice una de sus frases más célebres. Continúa el disco con Solo si, en la que Bosé susurra y su voz está arropada por piano y arreglos de cuerdas.
El clímax del sentimiento amoroso está consignado en Tú, mi salvación, tal vez el tema más romántico del registro y que desde el comienzo y hasta el fin puede entenderse como una dedicación. El amor le abre paso a la denuncia social con una canción contundente como Sí se puede, en la que, a pesar del ritmo discotequero, El artista expone altos contenidos sociales: “Y te cagas en todo, te frustras en vano / y te preguntas en qué momento todo esto se te fue de las manos / y acabas rendido ‘desilustusiasmado’ / rodeado de amigos y en familia atrapado”.
Los amores divididos y Respirar son de corte minimalista y experimentan pequeños cambios entre sus armonías. Son, además, el preámbulo para Un nuevo día, canción en la que se destaca el manejo del juego de voces y la batería es programada.
I Miss Your Face, la única en un idioma diferente al español y que está dedicada a la memoria de su padre, el torero Luis Miguel Dominguín, y Domingo, una oda al séptimo día de la semana a ritmo de rock y con guitarras rockeras, marcan el desenlace de este Amo, que se lanza hoy y que se empeña en mostrar el amor como concepto y no como protagonista de una historia.
jpiedrahita@elespectador.com