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Prince contra sus fans

El artista suspendió una demanda en contra de 22 personas, de la que esperaba recibir US$22 millones por supuesta piratería por parte de los demandados.

Redacción Cultura
30 de enero de 2014 - 04:05 p. m.
Prince en concierto en 2011. / Flickr: PeterTea
Prince en concierto en 2011. / Flickr: PeterTea

En poco menos de una semana, Prince, el artista, el ídolo de miles, cambió de parecer al reversar su intención de demandar a una serie de usuarios de internet por distribuir videos de algunas presentaciones en vivo del cantante.

La semana pasada se conoció que el músico presentó una demanda en una corte de Estados Unidos para buscar la restitución de daños y perjuicios presuntamente causados por 22 personas que publicaron conciertos sin el licenciamiento apropiado; Prince buscaba, en total, US$22 millones en compensación, uno por cada demandado.

Después de esto, bueno, la red respondió: “Es el colmo. ¿No se ha dado cuenta que son sus mismos seguidores?”. “¿Nos va a perseguir a todos por difundir su música?”. Los mensajes fueron puestos en varios foros en línea relacionados con el cantante.

La explicación de los abogados de Prince es simple: ese contenido (videos de conciertos) debe ser previamente aprobado o licenciado por el artista y los portales que lo reproducen son una red elaborada para violar estos controles.

En medio de la polémica desatada en la red, el portal de noticias TMZ reportó el miércoles de esta semana que la demanda había sido suspendida (aunque no cancelada del todo).

Aunque no se conoce la razón oficial de esta decisión por parte de Prince, lo que sí se sabe es que, en vez de la demanda, el cantante presentó un adelanto de su nueva producción.

Y la red se hizo sentir de nuevo: “¿Ya no hay demanda contra personas comunes y corrientes, seguidores, pero sí nueva música? Gracias, publicistas”.

El movimiento de Prince recuerda las acciones legales emprendidas por Metallica contra Napster en los albores de una tendencia que aún hoy es parte vital de la red: compartir. En su momento, la banda fue odiada por una parte de sus seguidores por perseguir al portal de P2P que, eventualmente, terminó por morir.

Claro, murió Napster y nacieron Kazaaa, Ares, Audiogalaxy y cientos de programas más, todos hechos para compartir música y otro tipo de contenidos. Metallica ganó en los estrados judiciales, pero hasta ahí no más.

La llamada piratería no se ha desvanecido y, al parecer, poco han hecho los discursos de los gobiernos para criminalizar una conducta que, claro, viola un marco legal que data de varias décadas antes del nacimiento de internet.

Ahora, ya no son los tiempos de Napster y la red ha progresado, así como lo ha hecho una parte de la industria de los contenidos. Hoy en día, las ventas digitales arrastran todo un sector económico que, parece, ha perdido la nostalgia por el soporte físico, pero no ha abandonado la creación. No es un enunciado grandilocuente: de acuerdo con la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, por sus siglas en inglés), el comportamiento de la industria musical en 2012 fue el mejor desde 1998 y las tiendas en línea (aplicaciones como Spotify o iTunes) hoy son verdaderas vitrinas globales, presentes en más de 100 países del globo.

En 2012, la IFPI asegura que la industria musical obtuvo ganancias de US$5,6 mil millones globalmente; en 2011 esta cifra fue de US$5,1 mil millones y en 2010 se ubicó en US$4,8 mil millones.

Todo lo anterior hace aún más llamativo el curso de acciones de Prince pues, como lo anotó un comentarista en un foro en línea, “las ganancias están en hacer música, no en perseguir a 22 personas que adoran su música”.
 

Por Redacción Cultura

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