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'Aún no he hecho la película de mis sueños'

El famoso director australiano, que alborotó a la crítica con su última película, ‘El gran Gatsby’, habló en exclusiva con El Espectador.

Mariana Suárez Rueda / Nueva York*
19 de octubre de 2014 - 02:00 a. m.
Un año duró el proceso de elaboración, grabación y edición del nuevo corto  de ‘Chanel N° 5’, que  dirigió nuevamente Baz Lhurmann. / Cortesía Chanel
Un año duró el proceso de elaboración, grabación y edición del nuevo corto de ‘Chanel N° 5’, que dirigió nuevamente Baz Lhurmann. / Cortesía Chanel

Solamente me dieron 15 minutos. Novecientos segundos para preguntarlo todo. Cómo era compartir la fama, el trabajo y la vida con su esposa, por qué había terminado convirtiéndose en un rebelde de Hollywood, si lo había sorprendido Leonardo di Caprio al volver a trabajar juntos en El gran Gatsby, qué extrañaba de sus tiempos como actor, si se arrepentía de haber rechazado una película como alguna vez se le escuchó decir sobre Harry Potter, de Australia, su proyecto más ambicioso y quizás el más destrozado por la crítica, acerca de los rumores de que dirigirá la película de la vida de Elvis, su regreso al teatro y la experiencia con Gisele Bündchen en el nuevo corto para Chanel, que hace 10 años hizo por primera vez con su gran amiga, Nicole Kidman, como protagonista.

Y para mi sorpresa fueron suficientes. El encuentro, el lunes pasado, un día lluvioso y algo gris en Nueva York, comenzó a las 4:15 p.m. Estaba cansado. Antes había tenido que recibir un par de periodistas de otros rincones del mundo. Para Latinoamérica, únicamente hablaría con El Espectador. Y lo hizo a solas, sin traductor ni agentes. En medio de un lujoso salón del Hotel Crosby Street, decorado con espejos y un pequeño bufé de frutas, pastelitos y jugos dispuesto sólo para él.

A este genio australiano, que con sus películas provoca a los críticos y genera sentimientos de amor o rechazo entre el público, lo volví a ver esa noche. En una bodega del costado occidental de Manhattan, que adecuan para eventos VIP. Las nubes seguían escurriendo agua y un enjambre de fotógrafos se agolpaban a la entrada, como en el tapete rojo que se estira frente al Teatro Dolby de Los Ángeles, antes de que las estrellas entren a la ceremonia de los Óscar.

Lucía radiante junto a su mujer, Catherine Martin, quien hace la producción y el diseño del vestuario de sus creaciones. Posó riendo al lado de Gisele Bündchen y del aclamado diseñador Karl Lagerfeld. Se perdió entre la multitud y reapareció en medio de aplausos sobre la tarima de un salón ambientado como la Nueva York de los años 40. Orgulloso mostró su más reciente proyecto: un corto de más de tres minutos de Chanel No. 5. Una historia en la que sólo se escucha la adaptación de la canción The one that i want, que alguna vez tarareamos todos los que vimos Grease, protagonizada por John Travolta.

Dos horas después el salón comenzó a vaciarse, pero Baz Lhurmann, el talentoso actor, director, escritor y productor musical, padre de dos hijos, seguía bailando con su esposa. Disfrutando de un rato en el que parecía haberse hecho realidad lo que confiesa que tanto anhela: ser invisible, gozar del anonimato y escapar por algunos segundos de la abrumadora pero seductora fama.

¿Cuál fue el gran desafío de hacer nuevamente una película para Chanel?

Para el primer corto dimos tanto y fue una experiencia tan especial, pero ahora teníamos que trabajar de una manera que se adaptara a las particularidades de Gisele y al momento por el que está pasando, entonces fue cuando me di cuenta de que ella representa al tipo de mujer que hoy usa Chanel N° 5. Es atlética, tiene hijos y una carrera, pero también es sensual y romántica.

¿Cómo es la experiencia de trabajar con su esposa, de compartirlo todo. La vida profesional, la familiar, la fama?

Tenemos nuestra fórmula. De hecho disfrutamos trabajar juntos. Muchas veces eso nos pone a prueba, pero la verdad nos gusta. Para que esto funcione debe haber confianza absoluta y gran entendimiento. Es clave aceptar aquello del otro que no se puede cambiar y mi esposa es muy buena diciendo sabes qué, tienes que irte y estar afuera un par de semanas. Una parte de ser lo que soy tiene que ver con no estar particularmente en paz conmigo mismo y ella es consciente de eso.

¿Cree que haber sido actor lo ayudó a convertirse en un gran director?

Siempre he hecho muchas cosas, entonces en realidad nunca me he visto a mí mismo como sólo un actor, un director, un productor o un músico. Sólo pienso en una idea y en si la puedo desarrollar y convertir en una historia. Pero cualquier experiencia que se haya tenido como actor, cuando se está dirigiendo, permite tener una gran empatía con los actores porque sabes lo aterrador que es. Me gusta apoyarlos, protegerlos, ayudarlos.

¿Cómo fue trabajar nuevamente con Leonardo di Caprio en ‘El gran Gatsby’? Ya lo había hecho en ‘Romeo + Julieta’, cuando hasta ahora se estaba dando a conocer en la industria y en esta última película ya era un actor consagrado. ¿Lo sorprendió?

Desde que tenía 19 años hemos sido amigos y, después de la primera experiencia, volver a trabajar juntos fue complicado porque debíamos dejar a un lado nuestra amistad. En Romeo era sólo un niño, pero dotado, evolucionado. Siempre ha sido muy consciente de sí mismo, sabe lo que quiere.

La música es un sello de sus películas. ¿Qué efecto busca crear en el público?

La música y las imágenes son algo poderoso y evocativo. Muchas veces las emociones son muy grandes y se evidencian mejor a través de ellas.

¿Siente que con sus películas está rompiendo los paradigmas de Hollywood y refrescando la industria?

No es mi propósito. Lo que quiero es contar historias de la forma en que las veo. Simplemente hago las cosas de cierta manera, con un estilo y voz propios, contribuyendo a algo que no existía y que puede ser útil.

¿Ya dirigió la película de sus sueños?

No. Ni siquiera me he acercado a ella.

¿Se arrepiente de no haber aceptado algún proyecto cinematográfico?

A lo largo de los años he tenido la oportunidad de hacer muchos trabajos para acercarme a la fama. Algunas películas han sido buenas, otras no tanto, pero las que he rechazado las han hecho otras personas muy bien y eso significa que alguien más las podía hacer. En cambio las que he hecho son algo que sólo yo hubiera podido realizar. Así que no tengo arrepentimientos.

¿Nos podría adelantar algo de sus conversaciones con Warner Bross para hacer la película de la vida de Elvis?

Estoy con un proyecto de Netflix —se rumora que se trata de una serie sobre los inicios del hip hop en Nueva York, pero Lhurmann no quiso dar detalles— y trabajando en varios temas. Es cierto que uno es el de Elvis, pero no puedo asegurar todavía que lo vaya a hacer.

¿Y la nueva adaptación de ‘Kung Fu’?

Tengo varios proyectos chinos. Cuando estoy seguro de que voy a hacer algo lo digo, si no, prefiero ser reservado.

Dentro de esos proyectos, ¿hay alguno con el que piense regresar al teatro?

Sí. Acabo de hacer la primera versión de Strictly ballroom en Sídney y me encanta. Creo que cuando me canse y me retire a lo que me voy a dedicar es al teatro.

Seis años después del estreno de la película ‘Australia’ y de decantar las críticas que fueron tan duras, ¿qué reflexión hace de ese proyecto?

Australia tuvo una gran connotación personal. Era mi hijo recién nacido y yo reconectándonos con ese país. Y el viaje para hacerla fue difícil, el más duro que alguna vez he tenido que realizar, pero a su vez también fue intenso y satisfactorio. No hay ninguna película de las que haya hecho que sienta como perfecta y con Australia fue duro. Es interesante, sin embargo, toda la gente que he conocido ha tenido una fuerte conexión con ella. De todas mis películas es la más grande que he hecho en Europa. En España fue número uno por muchas semanas.

¿Cómo es su proceso creativo? ¿Hay algún lugar al que tenga que escapar para inspirarse?

No lo he hecho, pero debo hacerlo, y es tener un gran proyecto que me permita emprender un viaje espiritual. Me gustaría ir a un lugar del que nunca haya oído, del que quisiera no regresar y eso es justo lo que me llama la atención de Colombia.

¿La paternidad ha cambiado de alguna manera su forma de contar historias?

Creería que sí y así en realidad no lo haya hecho, por lo menos sí me ha obligado a cuestionarme si debo hacer una película para mis hijos. Quiero que les guste lo que hago.

¿Cómo se imagina su vida cuando se retire? ¿Quisiera regresar a Australia?

No, no me imagino volviendo. Lo que me gustaría es ser anónimo, invisible, dejar todo atrás.

 


msuarez@elespectador.com

@MarySua

* Este viaje fue posible por invitación de Chanel.

Por Mariana Suárez Rueda / Nueva York*

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