Carlos Polite: lo formal de una moda

El diseñador colombiano renueva su experiencia con una colección titulada ‘Garden of Eden’.

Rocio Arias Hofman
24 de julio de 2013 - 03:34 a. m.
Las creaciones de Carlos Polite suelen surgir de una imagen. / Cortesía.
Las creaciones de Carlos Polite suelen surgir de una imagen. / Cortesía.

A Carlos Cortés, convertido sin querer por el potente reconocimiento de su marca, Polite, en Carlos Polite, no le cuesta nada ser educado porque las mujeres de su casa (madre y hermanas) mantienen el código férreamente. Además es dueño de un carácter apacible, poco dado a las exaltaciones de ánimo. Sin embargo, deja que el volcán se comporte según su naturaleza cuando se trata de espolear ingenio y ejercer dedicación a lo que más le gusta: la moda. Experto en fusionar tejidos, le deja a Polite el legado de mezclar sedas con materiales químicos y cueros. Malabarista de los estilismos. Determinado al extremo. Lector de filosofía y narrativa. Hoy presenta su última colección en la pasarela Cromos Oral B by Polite, ganadora de los premios Cromos de la moda el año pasado.

¿Continúa el juego con los objetos, las prendas y el cuerpo?

Sí, siempre va a ser así. En el momento en que me decidí a hacer moda sabía que debía hallar un lenguaje propio. Ha sido mi mayor obsesión, he creado claves que han ido creciendo y formando carácter. No soy dado a la deconstrucción, me encanta trabajar el patrón. Por eso me dedico a siluetas y las investigo para buscar volúmenes y lograr el contraste de fluidos. Elaboro casi siempre piezas inspiradas en los años 50. La belleza imperfecta me parece muy interesante y la busco en estructuras diferentes.

¿Cuántas veces le advirtieron que su gusto por la estética no era asunto serio, que se dedicara a otra cosa?

No, siempre lo he sentido muy claro. Vengo de una abuela y una madre modistas. La confección, la sensibilidad por los tejidos y las formas han estado siempre ahí. Yo no soy un diseñador, me siento un director creativo. Me involucro en todo: música, lenguajes visuales, accesorios, prendas, puestas en escena. Nadie me dijo nunca que no. Estaba ya marcado.

¿Y qué descubrió realmente en España mientras estudiaba arte?

Me permitió conocer otros lenguajes, ver la moda desde la sociología, explorar desde lo visual. Como llevo veintiún años viviendo en Madrid, mi experiencia vital está marcada por ese entorno, por los artistas que son mi grupo de amigos. No sería lo que soy sin esa ciudad. Allí encontré la convergencia del mundo moderno y folclórico.

Lo Polite no quita lo valiente, ¿a quién se le ocurrió la traducción del apellido familiar?

A mí. Este universo existe porque lo nombré. Mi madre siempre ha tenido un talante impresionante, es ibaguereña. Mis vivencias se unieron a su vínculo con la costura y ahí se fue dando el proceso evolutivo hasta llegar al logo del hombre que camina de espaldas con un paraguas. Luego, de repente, me encuentro con nuestro apellido y ahí está, le di la vuelta con el inglés. Me gusta como suena y encaja muy bien para venderlo fuera. Representa algo ético, eso encaja bien con la manera que tengo de trabajar en la moda, más allá de la estética.

Hábleme de lo que imagina cuando cierra los ojos en mitad de la efervescencia de una colección...

Te voy a confesar una de mis formas de trabajar. Primero concibo, visualizo el mundo que quiero trabajar, y luego arranco a darle forma. Con Garden of Eden ocurrió que estaba en casa de un amigo y en su biblioteca encontré un libro impresionante de botánica, con unas ilustraciones maravillosas. Ahí supe que tenía mi colección. Entendí que debía partir de esos elementos de la flora, de la vegetación, para diseñar las telas. Cuando cerré los ojos, enseguida me vino la imagen del Jardín del Edén. Me formaron en el catolicismo, luego me desmarqué y ahora lo tomo como algo mitológico. Adán y Eva se convierten así en personajes para un universo que imagino.

¿Cómo ha sido esta experiencia?

Como necesitaba un Adán en la pasarela para esta ocasión, surgió el pretexto perfecto para crear una colección para el hombre. Y me di cuenta de que las siluetas no tienen que hablar exactamente de un género, aunque sí respeto la feminidad y la naturaleza del hombre. Cambia el patrón, pero la silueta es la misma. Si diseño una capa, un short, un enterizo, aplica para los dos. Cuando salgo con mis amigos veo que también utilizan prendas femeninas y al revés, porque se vuelven versátiles.

Robert Louis Stevenson, el autor de ‘La isla del tesoro’, afirma que “está fuera de toda duda que a la gente le va bien un poco de ociosidad en su juventud”. ¿Usted no para nunca, cuándo descansa, qué hace?

La verdad, paro muy poco. Y cuando descanso estoy con los amigos. En mi tiempo de ocio también estoy en casa, tirado, aunque son muy pocos esos momentos. Mi cabeza va a una velocidad mucho mayor que mi cuerpo. Son cuatro colecciones al año las que produzco. Los códigos de la moda están cambiando mucho y reflejan el mundo que sucede a diario: velocidad. Me impresiona que hoy en día cualquiera toma fotos con su teléfono y ya es fotógrafo. Cualquiera se declara experto. La formación es crucial, por eso no paro. No me importa equivocarme.

¿Cuánto se involucra en la producción física de sus piezas, tanto las textiles como los accesorios?

Hay algo que pocos entienden y es que en la moda puedes ser muy creativo, pero si no cuentas con los medios adecuados para hacer producciones reales es poco viable salir adelante. Como estoy haciendo muchas tareas al tiempo, se me superponen fases de cada colección. A veces trabajo un tema para una estación climática y ese mismo tema puede aplicarse con la variación formal para otra. ¿Por qué tengo que proponer todo el tiempo algo nuevo? Creo que mi obligación es ahondar sobre un tema, investigar a fondo. Ahí empiezo a imaginar esa mujer, a buscar las telas. El desarrollo técnico lo ejecutan en nuestro taller de Ibagué.

Lo más contaminante de sus colecciones ‘Toxic 1’ y ‘Toxic 2’ fue quizá la manera transversal en que se abrió camino en la moda colombiana. Mostró que los colores hablan, que las faldas caminan solas y que las telas sienten emociones.

Ahí está mi formación plástica. La teoría del color, por ejemplo, debería ser materia de estudio para todo el mundo. La gente reconoce el color, pero no ha educado su sensibilidad.

En materia de diseño, ¿ha tenido tentaciones de...?

(Risas) Miles de tentaciones. No solamente pienso en ropa, tengo hasta diseñado mi perfume con frasco y todo. Su olor va a ser muy Polite, una mezcla de elementos clásicos y contemporáneos. Algún día llegará, se tendrán que dar las circunstancias.
John Galliano acaba de reaparecer en una impresionante sesión de fotos rodeado de agua que cae en cascadas, en medio de las piedras y los árboles. ¿Cree en la purificación de las almas?

Sí, indiscutiblemente. Uno se puede equivocar y luego corregir. Si no fuera así, sería terrible porque significaría estar condenados a nuestros errores.

rariashofman@gmail.com www.sentadaensusillaverde.com

Por Rocio Arias Hofman

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