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De puertas para adentro

La artista argentina, que se destacó inicialmente en la pantalla chica gracias a sus habilidades histriónicas, publica discos desde hace más de dos décadas.

Juan Carlos Piedrahíta B.
16 de agosto de 2014 - 04:42 a. m.
Juana Molina realizó su primer registro musical al lado del productor Gustavo Santaolalla. / Cortesía Idartes
Juana Molina realizó su primer registro musical al lado del productor Gustavo Santaolalla. / Cortesía Idartes
Foto: LEO_AVERSA

Para Juana Molina cada disco es un trabajo progresivo. Sus álbumes son fragmentos de una línea gruesa en algunos trazos y delgada en otros momentos. A esta artista argentina le gustaría vivir en un estudio de grabación porque trasladando su casa a ese recinto insonorizado podría concentrarse en la elaboración disciplinada de su música. Ella funciona muy bien a partir del primer impulso, ese envión característico de los deportistas de alto rendimiento, que les proporciona aliento para llegar más allá. En su caso, la meta es publicar un trabajo discográfico, y cuando lo consigue se siente tan vacía que surge la necesidad de componer de nuevo. Por fortuna, esa sensación va disipándose con los conciertos y las giras, que cada vez son más frecuentes.

El problema real para Juana Molina surge cuando permite que su máquina cerebral se detenga, porque ahí se olvida de todo. Por eso existen tantas diferencias entre las distintas producciones sonoras que ha realizado. Sin embargo, en el álbum Segundo está la semilla de todo lo que vendría después. Ése es su registro seminal, porque el primero, Rara, fue un trabajo junto con Gustavo Santaolalla y en ese momento estaba muy temerosa y tenía tan poca experiencia que no contaba con las bases para discutir los contenidos ni argumentar las decisiones. Hoy, con el retrovisor puesto, cree que a comienzos de la década del 90 dejó que su carrera musical estuviera guiada por terceros.

“Las cosas cambiaron en 1997, cuando compré mi primer computador. En ese entonces comencé a grabar todo lo que se me ocurría. Pensaba que todo ese material era una ayuda de memoria para un futuro álbum. Sin embargo, pensando mejor las cosas, me di cuenta de que todo lo que había hecho en mi aparato funcionaba muy bien como un disco y que no había que hacerle mayor modificación. Así fueron mis comienzos en la música, cuando la gente ya me reconocía por mis apariciones en televisión”, cuenta Juana Molina, hija del tanguero Horacio Molina y de la actriz Chunchuna Villafañe.

Antes de dedicarse por completo a explorar las artes sonoras, esta argentina era muy musical, pero de las puertas de la casa para adentro. Tenía la habilidad de hacer personajes cómicos, lo cual no le implicaba ningún trabajo, y fue esa la manera que encontró para solventar su propuesta creativa en un ámbito distinto al de la actuación. Sin embargo, le fue tan bien en esa actividad actoral que al cabo de un año ya no tenía un solo segundo para nada, ni siquiera para asistir a sus clases de guitarra, el instrumento en el que estableció las bases de sus primeras composiciones.

“Desde muy niña compongo canciones, pero hay un hecho que me cambia la vida y fue conocer el sonido de los teclados. Yo despreciaba los alcances de ese instrumento porque siempre había estado acompañada por guitarras, pero luego me enseñaron a programar sonidos y a escoger los fragmentos que me gustaban. Eso hizo que me separara de los 80 y abrí una puerta que me lanzó a un mundo totalmente distinto. Así fue como logré hacer Segundo (2000), Tres cosas (2002), Son (2006), Un día (2008) y Wed 21 (2013)”, comenta Molina, dentro de cuyo léxico no están las palabras obra y artista, por lo que, con inventiva, encontrará sinónimos menos grandilocuentes.

Las primeras letras que hizo Juana Molina las creó durante la época de la dictadura. Después se radicó con su familia en Francia y más adelante en España. Ese tiempo en Europa le hizo entender que los lazos musicales superan cualquier expectativa y que Beethoven, Mozart y los grandes compositores clásicos tienen vínculos sonoros con el jazz y el rock. Ese pensamiento que merma las fronteras le implicó la invitación a participar en Rock al Parque, en Bogotá, como artista internacional. Para su concierto, en formato de trío, mostrará parte de Wed 21, su más reciente material, y algunas canciones de antaño con las que demostrará que ya es una cantautora capaz de gritarlo a los cuatro vientos.

 Juana Molina en Rock al Parque. Sábado 16 de agosto, a partir de las 2:00 p.m. Teatro al aire libre de la Media Torta. Informes: www.idartes.gov.co.

 

jpiedrahita@elespectador.com

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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