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Con el alma en el piano

Conocido como el creador de la escuela cubana de piano contemporáneo, presentará un repertorio de obras clásicas y hará un repaso de temas tradicionales de América Latina.

Juan Carlos Piedrahíta Betancourt
24 de agosto de 2013 - 03:00 a. m.
El pianista cubano Frank Fernández se ha presentado en 37 países y ha estado acompañado por las mejores orquestas del mundo. / Cortesía Teatro Mayor
El pianista cubano Frank Fernández se ha presentado en 37 países y ha estado acompañado por las mejores orquestas del mundo. / Cortesía Teatro Mayor

En Mayarí, pueblo natal de Frank Fernández, las únicas posibilidades musicales existentes eran dos, como las negras y las blancas del piano. Por un lado estaba la academia de doña Altagracia Tamayo, su mamá, y por otro estaba la banda municipal, que tenía la misión de alegrar las tardes en aquella provincia del oriente cubano.

La academia, adscrita al Conservatorio de La Habana, funcionaba en la casa de Fernández y fue allí donde se familiarizó con los grandes clásicos universales. Y cuando quería escapar de las sonatas, los vals y las suites se refugiaba en el formato de vientos de la banda del pueblo para escuchar los relatos de personajes como Sindo Garay y María Teresa Vera.

Con el manejo de esos dos hemisferios sonoros, Frank Fernández empezó a tocar piano a los cuatro años y convirtió en virtud el hecho de no tener conocimientos académicos en la música. Para él, la situación se resumía en la combinación armónica entre el ruido y el silencio. Por eso no existían mayores diferencias entre lo que escuchaba en su casa y las ejecuciones de la banda.

“La música no nació teóricamente sino como una necesidad de comunicación del espíritu. Luego del canto, del baile y demás es que la humanidad empieza a racionalizarla. Yo toqué las piezas clásicas de oído hasta que a los cinco años mi madre me dijo que ese tipo de música se tocaba con partitura, mientras que lo popular sí podía interpretarse sin el rigor de un papel”, relata Frank Fernández, quien a los quince años ya tenía el privilegio de acompañar a Elena Burke, una de las damas de la música tradicional de la isla.

Altagracia Tamayo fue su primera maestra de piano y murió antes de que Frank Fernández cumpliera seis años. Él no pudo recibir todos los conocimientos musicales que seguramente tenía para dejarle, pero por cuestiones genéticas, tal y como diría el genetista colombiano Emilio Yunis, ella le traspasó la habilidad para compartir su talento con los demás. Por eso es que el pianista cubano le dedica cada una de sus presentaciones.

“Mi formación tiene tres pilares fundamentales. El primero es el conocimiento de la gran escuela del siglo XIX, de manos de la maestra Margot Rojas, directa heredera de la escuela de Franz Liszt (1811-1886); el segundo es la metodología y la fortaleza de la escuela rusa, mientras que el tercero se lo debo al hecho de haber nacido en un lugar marginado como Mayarí, que a su vez tiene una riqueza tradicional incalculable. La posibilidad que tengo de improvisar y de tocar de oído se la debo, sin duda, a haber nacido en el oriente de Cuba”, argumenta Frank Fernández, uno de los primeros pianistas cubanos en terminar su formación académica en el Conservatorio Tchaikovski de Moscú.

El cubano jamás sintió contradicciones ni antagonismos entre lo aprendido en la isla y los conocimientos que adquirió en la antigua Unión Soviética. Para él resultaron perfectamente complementarios y gracias a esa experiencia se logra mover en su instrumento por las obras clásicas, por las piezas de autores de los siglos XIX y XX, y por las manifestaciones tradicionales de su país. No es gratuito que Frank Fernández sea conocido en el mundo como “el creador de la escuela cubana de piano contemporáneo”.

“Lo primero que siento con ese nombramiento es una gran alegría, porque siempre he creído que la pianística cubana desde el siglo XIX merecía mayores reconocimientos. Ignacio Cervantes, Ernesto Lecuona, Jorge Bonnet y todos los grandes merecían un lugar especial. Creo que lo que me aplauden es que bajo mi tutela aparecieron músicos muy laureados que no han tenido que ir a hacer estudios de posgrado en ningún otro lugar del mundo diferente a Cuba. Sólo estuve en el momento y en el lugar adecuado”, dice Frank Fernández, uno de los fundadores del Instituto Superior de Arte de Cuba, que hoy se llama Universidad del Arte.

A pesar de realizar giras durante casi todo el año, de haber visitado más de cuarenta países y de codearse con los músicos más destacados de la escena clásica, Fernández conserva su alma guajira, como se denomina en Cuba a lo que proviene del campo. Él no presta su esencia. Le gusta amar y respetar lo propio y por eso valora tanto lo ajeno. Recuerda especialmente los conciertos con la Orquesta Sinfónica de Cuba a finales de la década de los ochenta, en los que interpretó a Beethoven. Para él es muy grato que las orquestas alemanas lo inviten de forma permanente como solista y que los rusos lo conviden para tocar a sus propios autores. Sin embargo, lo más relevante que ha hecho en su historia está consignado en territorio cubano.

Su participación en la banda sonora de la película Fresa y chocolate, cuyo tema principal es de autoría de José María Vitier; ser el protagonista del documental Con el alma en sus manos, de Roberto Chile, y presidir el jurado del Premio Internacional de Piano Ignacio Cervantes, son algunas de las figuraciones destacadas que tiene Frank Fernández. Cada experiencia lo nutre para interpretar e improvisar sobre el escenario.

“Para mí es un orgullo decir que también ayudé a algunos de los cantautores de la Nueva Trova cubana, pero debo decir que aprendí más de ellos, que ellos de mí. Cuando estudiaba en Rusia, el colectivo ya estaba encaminado en su música y colaboraba en la consolidación del ‘filin’. De ahí surgen muchas manifestaciones importantes de la música de la isla. Lo que más les valoro es su preocupación por los contenidos literarios en sus canciones y por eso me uní a ellos. Soy el primer productor que tuvo Silvio Rodríguez y acompañé a Pablo Milanés en numerosos recitales”, comenta Frank Fernández, quien nunca ha querido ser el cacique de la aldea de pianistas en Cuba. Se conforma con ser un buen indio para que su flecha llegue lo más lejos posible. En este momento su arco apunta hacia Colombia.

Frank Fernández en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, calle 170 Nº 67-51. Sábado 24 de agosto, 8:00 p.m. Informes y boletería: www.primerafila.com.co.

jpiedrahita@elespectador.com

Por Juan Carlos Piedrahíta Betancourt

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