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El “boom” del “street style”

El asfalto se ha convertido en el escenario perfecto para la moda, sin mencionar los miles de dólares que producen blogueros y páginas especializadas por publicar un “look” fotografiado en cualquier esquina del mundo.

Catalina García
23 de julio de 2015 - 04:08 a. m.

Las principales ciudades del globo son hoy la meca inspiradora de los grandes diseñadores para construir colecciones cargadas de fuerza y espíritu citadino. Si no que lo diga el genio creativo de la casa de modas Chanel, Karl Lagerfeld, quien el año pasado recreó en la cúpula del Grand Palais las calles de París, en las que modelos lucieron outfits compuestos por faldas tipo evasé complementadas con zapatos Oxford.
 
La calle ha servido de escenario incluso para el nacimiento de íconos de moda como la exitosa bloguera Chiara Ferragni, quien gracias a su estilo transitorio entre marcas low cost y prendas de alta costura se posiciona entre las jóvenes con ingresos multimillonarios, sin contar que es la favorita de las principales revistas de moda y a su lista se suman cuatro millones de seguidores en redes sociales.
 
Fotógrafos profesionales y amateur llenan sus portafolios de asfalto y ladrillos adornados por looks coloridos, siluetas y estampados combinados con patrones que jamás nadie hubiera imaginado. Pero mucho antes de que los blogueros de moda inundaran las pantallas de computadoras y dispositivos móviles o del auge del estilo callejero, en 2005 el reconocido Scott Schuman, autor de The Sartorialist, iniciaba un nuevo capítulo en la moda digital.
 
Sin embargo, el street style apareció por primera vez hacia 1906, gracias al lente del reconocido caricaturista, ilustrador y fotógrafo Edward Linley Sambourne. El inglés se escabulló con su cámara por las calles de Londres y capturó mujeres de todas las clases sociales sin que ellas se percataran. Su idea era lograr un acercamiento a los looks de la época y ver cómo cambiaban notablemente de acuerdo a la clase social.
 
Linley comenzó a plasmar un fenómeno que cambiaría rotundamente el mundo de la moda, pues más allá de que este universo gire en torno a la ropa, el inglés se percató de que vestirse implica la demostración de un estilo de vida particular de cada individuo.
 
Veinte años después el estilo callejero se convirtió en el protagonista de las revistas de moda europeas gracias al trabajo de los hermanos Jules, Louis y Henri Seeberger, quienes se detuvieron en las concurridas calles parisinas para capturar a las mujeres de la alta sociedad, caracterizadas por un estilo muy glamuroso, estilizado y algo coqueto llamado charlestón. Las siluetas eran rectas; los sombreros, sus mejores aliados, y el collar de perlas, el accesorio perfecto. Mientras las fotografías de mujeres normales iniciaban su competencia con las ilustraciones, el único elemento gráfico de moda que se usaba hasta el momento, el armario femenino, evolucionaba a velocidad luz.
 
“El mejor desfile de modas es la calle”: Bill Cunningham
 
Quizá quien más sabe de fotografía de moda callejera es el veterano estadounidense Bill Cunningham, quien publica su trabajo en The New York Times y ha forjado una carrera muy significativa en la moda. Comenzó como escritor para luego tomar fotos. En plenos años sesenta, el tímido y sigiloso joven salió en bicicleta a recorrer la gran manzana capturando los looks de los transeúntes, poniendo en evidencia cómo, sin reparo, se creaban tendencias en cualquier esquina de Nueva York. Rápidamente la moda callejera alcanzó el éxito. “La calle es un paraíso exótico, alucinante. Sencillamente dejo que la calle me hable y me muestre lo que es”, afirma el fotógrafo en el documental Bill Cunningham New York.
 
Luego de Cunningham vino Scott Schuman en la década de los 2000, catapultando la era digital como la nueva puerta para acceder al mundo “real” de la moda. Su blog The Sartorialist alcanzó millones de visitantes en poco tiempo y se convirtió en el espacio más apetecido por cualquiera que buscara la palabra “moda” en Google. El auge del paisaje urbano hizo que, lejos del show, las calles fueran el punto de partida para dar inicio a las semanas de la moda de las ciudades más importantes del globo. La llegada de los invitados a las pasarelas de Chanel, Jean-Paul Gaultier y Marc Jacobs se transformó en una pasarela. Allí comenzaron a nacer las tendencias que marcan la parada junto a los estallidos creativos que presentan los profesionales de este cuento.
 
Actualmente, internet ha permitido que la información llegue a cualquier cibernauta en tiempo real, haciendo que la moda cambie constantemente y se nutra de todo lo que ocurre alrededor de este círculo que llamamos planeta Tierra. Lo que intento decir es que si nos detenemos por unos cuantos segundos a observar a la gente que transita en cualquier andén, nos daremos cuenta de la fantástica manera en que cada uno expresa algo en particular con su vestimenta, sin importar las razones. En la calle no hay reglas. Ahí está la clave de todo.

Por Catalina García

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