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El "Complot" de Yuri Vargas

La actriz que encarnó a la cantante de música popular Fabiola Calle se viste ahora de Priscila en el teatro La Castellana con la obra "Hay un Complot".

Olga Lucía Barona Torres
07 de abril de 2016 - 08:35 p. m.
La actriz Yuri Vargas. / Archivo personal
La actriz Yuri Vargas. / Archivo personal

Después de protagonizar el papel de Fabiola, en la exitosa novela “Las Hermanitas Calle”, del Canal Caracol, la actriz antioqueña Yuri Vargas, de 27 años, saltó a las tablas del teatro La Castellana para recrear el papel de Priscila en la obra “Hay un Complot”, escrita por César Augusto Betancur y Dago García y que se presenta entre jueves y domingo.

Junto a Luis Eduardo Arango, John Álex Toro, Jim Muñoz, Aída Bossa y Luz Amparo Álvarez, bajo la dirección de Víctor Quesada, Yuri Vargas cumple paso a paso todos sus sueños, los mismos que tuvo que guerrear cuando se vino de Medellín para Bogotá: vivir en un motel, trabajar de impulsadora y hasta llorar porque quebró el único huevo que tenía de comida.

¿Cómo llega a “Hay un complot”?

Es un proyecto al que me convoca “Pucheros” (César Augusto Betancur), el mismo libretista de “Las Hermanitas Calle”. Yo ya había hecho teatro, pero nunca me había parado en las tablas de La Castellana. Es un paso más en mi carrera, actuar en uno de los teatros más maravillosos de este país, el sueño de cualquier actor. Soy muy feliz, porque este personaje me encanta. Desde que leí el libreto, quedé encantada. “Pucheros” escribe muy bien, es un mago para eso, sabe lo que está diciendo y a quién se está dirigiendo. (Leer "Pucheros", el éxito detrás de "Las Hermanitas Calle").

¿Y cuál es el tema de la obra?

Es una comedia, con sátira política no sólo de Colombia, sino del mundo. Mi personaje es una mujer de la vida fácil, que tiene varios giros en la obra; es una mujer imprudente, inocente. Son tres parejas que se encuentran en un motel y arman todo un complot. El público se va a reír mucho, a disfrutar de cada palabra, de cada texto, con un elenco maravilloso y la dirección del gran Víctor Quesada.

Ya son varios años en la actuación, ¿pero cree que Fabiola Calle marcó un plus en su carrera?

Sin duda marcó un hito. Yo creo que cada personaje que he hecho ha dejado una huella, pero a nivel popular, Fabiola ha sido histórica. Además, porque ahora se está pasando la novela en Estados Unidos, Chile, Perú y Guatemala, y me escriben de todas partes felicitándome. Carolina Gaitán (Nelly Calle) y yo hicimos un trabajo muy claro, donde las dos dejamos el alma y el corazón. La hermandad que mostramos enamoró a Colombia.

¿Qué tanto tiene Yuri Vargas de Fabiola Calle?


A nivel de buena hija y hermana, yo creo que soy muy parecida. No soy tan rezandera como Fabiola, aunque obviamente creo mucho en mi Dios, le oro, tengo mi altar. Lo que sí no tengo es lo de malas que ha sido Fabiola en el amor hasta hoy, porque la verdadera está sola. Es duro para una mujer tan exitosa, tan buena, que corra con esa mala suerte en el amor.

¿Qué recuerda de cuando se vino de Medellín para Bogotá a buscar una oportunidad actoral?

Yo me vine en una convocatoria que hicieron en la Corporación de Juventudes de Medellín. Mi mamá me metió a clases de teatro. Eso quedaba en un cuartico en el centro de la ciudad. Un día nos dijeron: “¿Quiénes quieren ir a Bogotá sin ningún compromiso, a aventurar?”. Terminé mi colegio, abandoné el nado sincronizado, en el que llegué hasta selección de Antioquia, y decidí venir a luchar desde cero, donde pasamos las verdes y las maduras.

¿Y cómo fue eso?

Llegamos 25, al mes ya habíamos 10; se devolvieron por falta de plata. Yo sí dije “me quedo hasta que me salga algo; no me voy a regresar con el rabo entre las piernas”. Al año me vino a salir algo en televisión. Pero hice de todo para sobrevivir: repartí volantes, estuve en la Feria del Automóvil, fui impulsadora, repartí gaseosa en los centros comerciales. Fue una buena estrategia trabajar en eso para poder aguantar en esta ciudad, que es tan costosa.

¿Qué tipo de dificultades pasó?

Nosotros vivíamos en el motel Las Palmas, que nos costaba 15 mil pesos el día. Pero una noche estuvimos en la calle como hasta las 12, aguantando frío, porque nos tocó ir a buscar otro más barato. Finalmente conseguimos en Chapinero. También recuerdo un día que estábamos haciendo un agua sal para cenar y se nos rompió un huevo. Eso fue la tragedia universal. Y ahora tengo dos cajas en mi casa y digo gracias Dios. Todo pasa para satisfacción propia y para poder valorar uno todo lo que está haciendo.

¿Cuál fue el trabajo de televisión que le salió al año?

“Séptima Puerta”, en el Canal Caracol. Después hice “Tu Voz Estéreo” y “Enigmas del Más Allá”, unitarios, donde fui cogiendo canchita. Luego llegaron “La Dama de Troya”, “Juego Limpio”, “Rosario Tijeras”, “Las Santísimas”, “Amor Sincero”, “Doctor Mata”, “Lady, la Vendedora de Rosas”, en la que fui la antagonista. Y ahora terminé con “Las Hermanitas Calle”, un reto maravilloso porque nunca pensé que iba a llegar a cantar. Yo no cantaba sino en la ducha, pero para el “casting” tomé clases. Carolina Gaitán, que es una experta en el canto, fue muy generosa. Cuando cantábamos en vivo era maravilloso sentir esa adrenalina. Había unos tonos donde nunca llegaba, pero había una persona que se llama Marcela y ella hizo el doblaje de la segunda voz.

Ahora que está en un punto alto de su carrera, ¿qué piensa cuando recuerda todas las dificultades que tuvo al comienzo?

Yo me río y me da satisfacción decir “oiga, lo logré”. Soy de las personas que nunca ven nada imposible; a mi siempre me gusta por lo menos intentarlo. Y si no estoy en televisión, pues vendo, como buena paisa me rebusco. Tengo mi propia empresa, YK by Yuri Vargas, de splash, cremas hidratantes, exfoliantes, para la ducha y antibacteriales. Y también quiero montarle la línea Team a mi hermana.

Yuri Vargas se despide. Claro, hay un complot que la espera: “Y yo los espero a ustedes, para que se rían un rato, abran los ojos y se diviertan con este gran elenco.

Hay un Complot”. Teatro La Castellana, de jueves (8:30 p.m.) a domingo (6:00 p.m. y 8:30 p.m.) hasta el 5 de junio.

Por Olga Lucía Barona Torres

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