'El mundo necesita un héroe'

La banda vuelve para su cuarto concierto en el país, como parte de una presentación junto a Black Sabbath que promete buena música para rockeros de varias generaciones.

Santiago La Rotta
18 de octubre de 2013 - 10:00 p. m.
Dave Mustaine, fundador, cantante y guitarrista de Megadeth. / EFE
Dave Mustaine, fundador, cantante y guitarrista de Megadeth. / EFE
Foto: EFE - Víctor Lerena

La última vez más de tres mil personas se agolparon en un teatro de Chapinero, en Bogotá, para recibir de nuevo a Megadeth, una banda que apenas un año antes, en 2011, había vuelto a Colombia después de 10 años de su primera presentación en el país.

La historia de un regreso, quizá. El encendido de una suerte de máquina que ha escupido 14 álbumes y se ha labrado un lugar en la vida más allá del rock, lejos de las presiones del mercado, tal vez, después del éxito, aunque siempre cerca de las expectativas de varias generaciones de seguidores.

La mirada sobre el retorno alberga un determinado nivel de nostalgia, un benigno revisionismo, si acaso esto es posible, bajo el cual es posible asumir el fracaso como parte del mito fundacional: ¿lo botan de su banda?, bueno, forme otra.

Megadeth o el valor del trabajo, podría ser.

Como sucede con las maravillas de otros días, las construcciones que sobrevivieron a la Historia (con mayúscula, por supuesto), éstas suelen ser examinadas rutinariamente para verificar el desgaste del ídolo. Y el ídolo parece estar muy bien, extrañamente vivo.

Dos álbumes nuevos en dos años y en el medio de ambos lanzamientos una gira para conmemorar las glorias del pasado, los 20 años de un disco que, sin mayores grandilocuencias, puede llamarse paradigmático. Una serie de conciertos que, sin la pesadumbre de la añoranza, fue una celebración de la vigencia de canciones como Simphony of destruction, Countdown to extinction o Skin o’ my teeth.

En la parada en Bogotá de la gira pasada, Megadeth ofreció un repertorio de dos horas de buena música en el que despachó sin mayores afanes todo el Countdown to extinction, además de temas como A tout le monde y Peace sells, entre varios otros.

El público respondió y en varias partes de muchas canciones la voz de Mustaine quedó opacada por el coro de la multitud, un coro que se extendió a algunas melodías e incluso a ciertos solos de la guitarra de Chris Broderick.

Sí. La reseña de un concierto suele estar cargada de adjetivos, de palabras que invocan grandeza. Después de la presentación, Mustaine escribió: “Bogotá le pateó por completo el trasero a todo el planeta anoche. Sin ninguna duda. No hay discusión”.

La idolatría suele ser un rasgo común en el mundo musical; en el metal esto es más que habitual. Pero hay algo llamativo en seguir al lado de una banda cuyo punto más alto puede situarse hace ya unos varios años. Ese nivel de perseverancia, por parte del público, y de éxito, por el lado de Dave Mustaine y compañía, puede estar cercano a la creencia, incluso bordeando la fe; no se trata de religión, aunque sí involucra la devoción.

La relevancia puede involucrar algo que cierta figura política definió como una discusión sobre lo fundamental. Claro, la relevancia también es un punto de vista, un asunto subjetivo, pero cantar que “la paz vende, pero quién la compra” es apuntar bastante alto.

“Un hermano matará a su hermano / regando sangre en la tierra / matar por religión / algo que no entiendo”.

En una entrevista pasada con este diario, Shawn Drover, baterista de Megadeth, dijo: “Para mí la buena música es buena música, sin importar si fue grabada hace 20, 30 o 50 años. Si es buena, seguirá siéndolo a medida que el tiempo avance. Bandas como Deep Purple, Led Zeppelin, Black Sabbath (cuyo primer álbum salió en 1969) siguen teniendo música increíble. La verdad, siento que toda la música de Megadeth ha logrado superar el paso del tiempo”.

 

 

slarotta@elespectador.com

@troskiller

 

Por Santiago La Rotta

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