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Erotismo en La Biblia

El sexo no está proscrito en la sagradas escrituras, según los textos citados en ella, escritos por el apóstol San Pablo.

Alberto Medina López
15 de agosto de 2015 - 02:06 p. m.

El Dios de la Biblia puso al hombre y a la mujer en la tierra no solo con el fin de poblarla, sino también para su deleite mutuo en el gozo del amor. Ese sagrado derecho quedó consignado en el Libro de Proverbios. “¡Goza con la esposa de tu juventud! Es una gacela amorosa, es una cervatilla encantadora. ¡Que sus pechos te satisfagan siempre! ¡Que su amor te cautive todo el tiempo”.
 
El sexo, entonces, no está proscrito en la Biblia. Dios creó al hombre con pasiones y con deseos sexuales, y para ejercitar ese derecho al amor, le dio una mujer, extraída de una de sus costillas, que le permitiera multiplicarse en hijos y en orgasmos, pero con ella y solo con ella.
 
El apóstol San Pablo en Corintios les dice: “No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y sólo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás, por falta de dominio propio”.
 
En otro fragmento de sus epístolas, San Pablo hace aún más claro el reconocimiento del deseo sexual como inherente al hombre. Dice: “… si no pueden dominarse, que se casen, porque es preferible casarse que quemarse de pasión”.
 
Nada más contundente de ese “quemarse de pasión” que el Cantar de los Cantares, un bello escrito bíblico, acuñado a Salomón, que cuenta la historia de un pastor y una bella mujer de Sulem. La pareja, unida, separada y vuelta a unir, canta el amor correspondido, canta la ausencia del otro y canta el encuentro como un triunfo del amor.
 
El Cantar de los Cantares es deseo: “!Que me bese ardientemente con su boca¡ Porque sus amores son más deliciosos que el vino”.
 
Es invitación al amor: “Deja que tus pechos sean como racimos de vid, y el olor de tu boca como de manzanas, y tu paladar como el buen vino”.
 
Es descripción de la amada: “Las curvas de tus caderas son como collares, Tu ombligo es un cántaro, donde no falta el vino aromático. Tu vientre como montón de trigo cercado de lirios. Tus pechos son como dos ciervos jóvenes, mellizos de una gacela”.
 
Es posesión en plenitud: “Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos”.
 
El Cantar de los Cantares ha sido interpretado como una alegoría de la boda mística de Dios con el pueblo de Israel, como el matrimonio de Cristo con su Iglesia o como se lee literalmente, como un canto erótico propio del amor humano, consentido por Dios.  
 

Por Alberto Medina López

 

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