Foo Fighters o el manual para renacer de las cenizas

Fundada por Dave Grohl después del fin de Nirvana, es quizás una de las bandas más representativas del rock en el mundo.

Santiago La Rotta
31 de enero de 2015 - 04:16 p. m.
Dave Grohl fundó la banda luego de componer 15 canciones interpretadas completamente por él. / Flickr: Brendan C
Dave Grohl fundó la banda luego de componer 15 canciones interpretadas completamente por él. / Flickr: Brendan C

Cuenta la leyenda que al acabar los conciertos de Nirvana, Kurt Cobain era recibido fuera del escenario por un grupo de frenéticos seguidores, mujeres en su mayoría. Algo similar, aunque en menor medida, le sucedía a Krist Novoselic, mientras que Dave Grohl encontraba el camino hacia el bar sin mayores problemas o interrupciones.

Poco menos de 20 años después, Grohl se encontró con Paul Stanley, cantante y guitarrista de Kiss, mientras llevaba a sus hijos al colegio. Stanley se acercó y le entregó material inédito de su banda para que lo escuchara y le contara qué opinaba.

Hay algo particularmente interesante en las historias de cómo los grandes ídolos caen, relatos que en general en el mundo del rock están mediados por los problemas de personalidad que llevan a que un puñado de amigos termine por odiarse durante décadas. En estos escenarios suele aparecer el animal más primitivo y verdadero de cada uno: el hambre de dinero y fama, un ego desmesurado, el deseo secreto de imponerse a los demás, o el antónimo de estos, la imposibilidad de sentirse apreciado y valorado con el cariño y la idolatría de millones.

Contra todo pronóstico, a veces en medio de problemas legales o en un abismo oscuro y profundo de pérdida, tristeza y rechazo, de tanto en tanto brota la creación: algo nuevo que, en algunas ocasiones, se establece, se mantiene, triunfa. Sucedió con Grohl y con Dave Mustaine, para nombrar dos buenos ejemplos.

Luego de la muerte de Cobain, Nirvana quedó, quizá, como uno de los mayores espectáculos sin concluir del rock, junto a nombres como Led Zeppelin, tal vez. Y en ese final, Grohl logró encontrar una resurrección a través del trabajo y la disciplina, un regreso en la forma de música.

La historia dice que durante un tiempo Grohl no pudo acercarse a un instrumento, pues el dolor del suicidio de Cobain aún estaba ahí, latente en la música, como una larga sombra sobre el futuro. La historia también dice que luego del duelo, aunque aún adolorido, el músico se sentó de nuevo a la batería y pasó a la guitarra y al bajo y al micrófono, y que de esas sesiones salieron 15 temas en un casete. El casete rotó y gustó. El teléfono comenzó a sonar. Había que formar una banda: tres hombres fueron llamados al bajo y la guitarra y la batería, pues el baterista de siempre pasó al frente de todo. No más el muchacho callado en el fondo y, claro, no más Nirvana. Lejos de la sombra de la muerte, el futuro se llamó Foo Fighters.

Y en ese futuro ha habido ocho álbumes de estudio, más una lista de compilaciones, grabaciones en vivo, videos, videos de conciertos, giras de estadio, giras en bares, presentaciones acústicas y un amplio etcétera en el que se inscribe el catálogo musical de la banda: discos como Foo Fighters (1995), The Colour and the Shape (1997), One by One (2002), Wasting Light (2011) y Sonic Highways (2014), en los que habitan temas que probablemente han sido interpretados cientos o miles de veces por la banda; clásicos de cosecha propia podrían llamarse My Hero, Everlong, Monkey Wrench, Breakout, The Pretender, This is a Call…

Un exiliado del sistema escolar, Grohl encontró en sus padres apoyo para seguir sus pasiones musicales, que comenzaron formalmente con una banda llamada Scream. Para poder ir de gira con su grupo, dejó la escuela, con el permiso de su mamá: “Menos mal lo hizo así, porque de todas las cosas brillantes que Dave ha hecho en su vida, estudiar nunca fue una de ellas”, cuenta en una biografía sobre el músico titulada This is a Call: The Life and Times of Dave Grohl (2012). Cuando Nirvana se encontraba en uno de sus puntos más altos (después del lanzamiento de Nevermind), el papá del cantante, un flautista entrenado, lo llamó para advertirle que nada de eso iba a durar, que la fama, en últimas, es una materia altamente volátil y, por ello, fugaz.

Más que fundar una banda exitosa, Grohl y compañía se han convertido en uno de los grupos más representativos de su generación, realizando un trabajo constante y juicioso, un promedio de dos años y medio entre cada álbum y en la mitad giras mundiales. Desde hace unos años, el líder de la banda ha dedicado una buena parte de su energía a realizar un documental, más una serie de no ficción, que intenta acercarse a algunos de sus íconos de juventud: músicos, estudios de grabación y ciudades de Estados Unidos, en un intento por tratar de capturar algo así como el corazón del rock de este país, además de entrar en la conversación acerca de cómo la tecnología ha modificado la producción artística. Más que un músico, Grohl se ha transformado en una especie de pequeña empresa, de modesta institución, en la que vive el hambre de hacer cosas, buenas cosas.

 

slarotta@elespectador.com

 

Por Santiago La Rotta

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar