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¡GRACIAS, PELÁEZ!

Durante más de dos décadas, el Doctor se encargó de ampliar el radio de acción de un espacio diseñado para que la realidad nacional, la música y el humor comulgaran en armonía.

Juan Carlos Piedrahíta B.
24 de diciembre de 2014 - 01:14 a. m.
El próximo año, Hernán Peláez Restrepo continuará al aire en  ‘El pulso del fútbol’ y en ‘Café Caracol’.
El próximo año, Hernán Peláez Restrepo continuará al aire en ‘El pulso del fútbol’ y en ‘Café Caracol’.

Lo que hizo Hernán Peláez Restrepo durante más de veinte años fue manejar los ritmos de las tardes colombianas. Con inteligencia, paciencia y mucha generosidad incrementó las audiencias y supo encontrar ese tono medio, ese equilibrio certero, que multiplicó el respeto y el cariño que los oyentes, “en el país, el exterior y en las selvas nacionales”, ya le tenían al consagrado comentarista del deporte rey.

Es ingeniero químico de profesión, aunque Guillermo Díaz Salamanca, su compañero durante muchas jornadas radiales y quien hoy puede fungir como representante de la competencia, lo ha definido con habilidad en dos palabras muy parecidas: ‘ingenioso’ y ‘cómico’. El Doctor Peláez, como parece oficializarse la forma de llamar al hombre que diseñó un espacio de emergencia para acompañar las oscuras tardes de los colombianos durante el racionamiento energético a comienzos de la década del 90, es un alquimista sabio en la teoría y en la práctica.

Combinar elementos como la realidad social —con todo y sus componentes escabrosos a ratos—, con la música, el deporte y el humor, es una tarea chuleada en la radio nacional gracias en buena parte a la destreza de Hernán Peláez. Él consiguió crear la atmósfera apropiada para ofrecer un programa variado, condimentado con matices y contundente a la hora de abordar cada tema como una historia particular con comienzo, desarrollo y desenlace.

Desde el inicio de su gestión al frente de La Luciérnaga, de Caracol Radio, entendió que en las diferencias podía encontrar las fortalezas de su espacio. Por eso dejó ser a los integrantes y cada quien pudo, por supuesto con la guía permanente del Doctor Peláez, evolucionar en sus apreciaciones periodísticas. Profesionales tan disímiles como Édgar Artunduaga, Antonio José Caballero, Camilo Durán Casas, Héctor Rincón, Gustavo Álvarez Gardeazábal, Claudia Morales, Pascual Gaviria y Gabriel de las Casas tuvieron la oportunidad de ser genuinos al aire y eso es lo que más han valorado los oyentes.

Y en eso consistió el éxito de Hernán Peláez como director y conductor radical. Las palabras eran responsabilidad de cada uno. Sin embargo, lo que siempre fue potestad absoluta de la cabeza del programa era la extensión del discurso, el control de los minutos al aire y el momento de la intervención. Él fue como el administrador de las opiniones y con criterio supo establecer prioridades sin casar peleas gratuitas ni servirse de su rol para pisotear integridades ajenas.

En su figura se resume la función de un director de orquesta. La diferencia radica en que Peláez en su mano no necesita una batuta porque tiene una varita mágica con la que dispone el orden de los contenidos. Es un contador de historias y por eso el público lo ha sentido tan cercano desde siempre. Mientras los demás comentaristas de fútbol se preocupaban por hablar de la táctica y del 4-4-2 o 4-3-3, él compartía vivencias y anécdotas como si estuviera en una visita espontánea y familiar.

Con el paso de los años se supo que su sabiduría no se limitaba al campo de fútbol. La música, en especial los tangos y los boleros, así como la historia nacional y la cotidianidad de la vida, eran temas sobre los que también tenía plena autoridad. Un tío, un hermano, un padre, un abuelo, para las generaciones más jóvenes, eso ha sido Hernán Peláez para los oyentes colombianos. El anuncio de su retiro de La luciérnaga fue un golpe anímico para los amantes de las ondas hertzianas, pero también fue una alerta para entender que no siempre iba a estar al aire acompañando a los millones de oyentes que tiene su programa.

El 23 de diciembre llegó. No hubo más remedio ni más postergación. El espacio estará a partir del 13 de enero en las manos de Gustavo Gómez, quien tiene la difícil misión de aprovechar todo lo sembrado por el director anterior. El retrovisor está cargado de anécdotas, de ingenio, de autoridad, del comentario exacto en el momento preciso, de disciplina al aire y de respeto por quienes todos los días de 4 a 7 p.m. (antes de 5 a 8 p.m.) se sintonizaban con Hernán Peláez Restrepo para escucharle decir: “avance, señor”.

Aunque el próximo año seguirá en El pulso del fútbol, con Iván Mejía Álvarez, y en Café Caracol, ayer, después de más de dos décadas al aire en el programa, Peláez se despidió con el mismo ritmo con el que empezó años atrás. Partió el capitán de las tardes, el director de orquesta, el alquimista. Se fue el Doctor de la radio.

 

 

jpiedrahita@elespectador.com

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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