La marimba bogotana de Pambil

Pambil, una agrupación de estudio concentrada en Bogotá, encontró su propia voz con el álbum “Déjalo corré”, en el que explora las manifestaciones sonoras del Pacífico sur colombiano.

Juan Carlos Piedrahíta B.
04 de mayo de 2016 - 04:55 a. m.
La marimba bogotana de Pambil

El punto de partida para crear la agrupación Pambil fue el enamoramiento de la música de marimba. Ese amor a primera escucha se dio, para casi todos sus integrantes, a partir del deleite y de la observación de lo que sucedía en la tarima del Festival Petronio Álvarez, en Cali. Antes de sumar sus intereses y empezar a trabajar en una iniciativa conjunta, asistían como simples espectadores y, poco a poco, la música del Pacífico los cautivó y nunca los liberó de su particular embrujo.

Después de una de las intensas jornadas de competencia de este encuentro musical en la capital del Valle del Cauca, actividad cultural que siempre tiene el estímulo de pañuelos blancos en el público y cuenta con el condimento de bebidas autóctonas como el biche, el tumbacatre y el arrechón, un grupo de jóvenes bogotanos se reunió con la única idea de armar un colectivo para participar en el evento. Hicieron la convocatoria y, para su sorpresa, aparecieron muchos interesados en desarrollar, con respeto y al mismo tiempo riesgo, una aproximación novedosa a las manifestaciones folclóricas del Pacífico.

“Lo que nos dio todo el impulso en 2007 para continuar con nuestra idea loca es que participamos en el Petronio Álvarez, tocamos las tres canciones de rigor y el público se conectó con nosotros de una manera mágica. Luego de la primera canción, la gente sacó el pañuelo y nos arropó con los aplausos. Ese año nos ganamos el premio al Mejor Tema Inédito, y desde entonces nos ha tocado multiplicar la intensidad para dar a conocer nuestra propuesta”, cuentan Andrea Díaz y Adrián Sabogal, integrantes de la agrupación Pambil.

Al comienzo, el grupo encontró resistencia por parte de las comunidades del sur del Pacífico, por el hecho de ser bogotano, no ser negro o afrodescendiente y tocar este tipo de música. Sin embargo, los mejores aliados de Pambil han sido los ensayos en los hoteles antes de las presentaciones, porque en ese escenario particular la gente los escucha sin verlos y luego se dan cuenta de dónde proviene el sonido. Por fortuna para ellos, ahora los respetan por elaborar un trabajo paralelo al sonido tradicional de la región.

“Queríamos identificar cómo se escuchaba esa música de marimba generada en una ciudad compleja como Bogotá. Por eso esta agrupación es la mezcla de músicos de academia que se dedican al folclor del Pacífico. Nuestra intención es respetar el sonido tradicional, pero haciendo las cosas a nuestra manera. Lo más curioso es que nos han dicho que somos el oasis de la marimba en la selva de concreto y eso nos hace muy felices”, asegura Pambil, grupo que ha tenido figuraciones importantes en Ecuador y México.

El estudio y la investigación fueron los elementos principales para los integrantes del colectivo. Desde 2007 se dedicaron a indagar sobre tradiciones, exploraron sonidos y se aventuraron a plantear su propio punto de vista a partir de lo analizado de las manifestaciones musicales en el Pacífico sur de Colombia, la única región del país donde existe la marimba de chonta. De ahí se popularizó el instrumento cuyos orígenes nacionales están concentrados en el Cauca y Nariño.

En el Pacífico sur, la marimba tiene la compañía de dos bombos, cununos, guasás y cantadoras. La fabricación de los instrumentos marcó para Pambil la primera diferencia con la sonoridad de las otras zonas del país. Para sus integrantes, su ensamble se aleja de las propuestas del Chocó, tan populares en esta época, en las cuales tiene menos presencia de vientos, y su nexo con estilos de banda de guerra, como el formato de la chirimía, es casi nulo.

“En el proceso de investigación realizada hemos encontrado subgéneros dentro de la música del Pacífico. Está el sonido madre, que es el currulao, pero la propuesta es muy diversa, y queríamos dejar muy claro qué era lo que estábamos tocando, porque podía ser también una juga, una rumba, una juga verseada o una juga de arrullo. Esa multiplicidad de sonidos motivó la elaboración de nuestro primer registro musical”, dicen los integrantes de Pambil, quienes acaban de publicar el álbum Déjalo corré.

En su primera etapa, Pambil se consolidó como un laboratorio de las sonoridades del Pacífico. Sus músicos se involucraron con las comunidades que lideran estas manifestaciones y conocieron sus culturas y sus hábitos. Después de este análisis vivencial se metieron de lleno a explorar su propia voz, y en ese ejercicio de introspección y luego de exploración supieron que estaban listos para aportar diez canciones para estimular el crecimiento de la música del Pacífico.

Aquí está Pambil para dejar correr por su marimba y permitir que su sonido llegue a indios, blancos y negros.

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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