Miss Balanta, una apuesta por la cultura africana

Desde niñas de tres meses de nacidas hasta mujeres de 70 años han usado los turbantes de la empresaria Angélica Castillo, una caleña que busca rescatar la fuerza y la alegría de las comunidades afrodescendientes a través de estos accesorios para el pelo.

Andrea Benavides Herrera
18 de agosto de 2015 - 03:46 p. m.

“Más que un accesorio de moda y un simple trozo de tela para adornar la cabeza, este es un símbolo de fortaleza y lucha que lleva consigo una carga cultural muy grande”. Así es como Angélica Castillo Balanta describe al turbante, una pieza característica de las comunidades afrodescendientes que conoce desde pequeña gracias a su madre, quien nunca ha dejado de utilizar esta prenda.  (Vea en imágenes: El accesorio que le apuesta a la cultura africana)
 
“Ella representa todo el folclor de mi marca y todo ese poder ancestral que tiene el apellido Balanta”, dice Angélica, diseñadora gráfica de profesión y “fashionista de corazón”, como ella misma se identifica. Esta caleña de 31 años explica que el mayor grupo étnico de Guinea-Bisseau (África) tiene ese apellido y “durante la colonización española, los Balanta fueron los más guerreros, los más luchadores”.
 
También comenta que este es “uno de los pocos apellidos africanos que hay en Colombia, porque en la época de esclavitud todos los negros que llegaron al país tuvieron que tomar el de sus patrones”. Esas fueron las razones por las que decidió nombrar a su empresa como “Miss Balanta”, la cual inició como un blog de moda mientras realizaba un curso en el Instituto de Diseño Europeo en Barcelona, España.
 
“Actualmente uso los turbantes casi todos los días, hacen parte de mi estilo, pero cuando iba a las ferias de moda de esa ciudad identifiqué que ellos me abrían puertas en algunos espacios. Era como si la gente se sintiera identificada y todo el mundo tenía que ver con los turbantes”, dice Angélica, quien añade que las personas también se sentían atraídas por el material que utilizaba: “son unas telas especiales y con ellas hice mi primera colección. Son las parumas, las telas con las que las indígenas Emberá Katío hacen sus trajes típicos”.
 
Esa idea se fue consolidando a través del tiempo y sus diseños llamaron la atención de la cantante de vallenato Adriana Lucía, la mujer que posteriormente se convertiría en la embajadora de su marca. A través de ella, también conoció a ‘Goyo’, vocalista del grupo Chocquibtown, quien la invitó para inaugurar su salón de belleza en Bogotá, en octubre de 2013. “Ese día llevé alrededor de 11 telas y las vendí casi todas. Fue en ese momento que se empezó a mover el tema de los turbantes”, manifiesta Angélica.
 
“Luego, tuve la oportunidad de visitar la Liga Colombiana Contra el Cáncer. Ellos hicieron un partido por la vida en el que participaron celebridades y sobrevivientes de cáncer de seno. Allí hice una donación de 10 balanturs (otros accesorios para la cabeza) y fue muy especial porque no fue solamente ponerles algo para que se vieran bonitas, la idea era, de una forma simbólica, adornar esa posición de lucha y de entereza que tiene una mujer con cualquier tipo de cáncer”.
 
Además de trabajar con estas mujeres, Angélica también se ha acercado a aquellas que sufren de alopecia, enfermedad que produce la pérdida del cabello. Gracias a ellas ha empezado a crear unos productos que generan volumen y con los cuales no se nota la carencia de pelo. Según la caleña, “la idea no es ocultar, sino sentirte más segura cuando se sale a la calle”.
 
Para ella, esta labor que ha realizado ha servido de retroalimentación para su empresa: “Todas estas mujeres han llegado a mi vida y han podido darle un giro a lo que son los turbantes porque deja de ser algo que sólo adorna. Todo lo que mis clientas me han dicho yo lo he ido sumando: ‘me dan seguridad, felicidad, me siento complacida…’”. 
 
“Miss Balanta” asegura que ha abierto una puerta para que cualquier mujer utilice un turbante o un accesorio en la cabeza de africano. “Eso es lo bonito y es ahí donde Miss Balanta inculca mucho lo de mujer incluyente… ¡Es que el turbante se lo puede poner cualquiera!”. Y así como no importa el color de piel o el lugar de origen, la edad tampoco es un impedimento para lucir esta prenda. “Yo he hecho turbantes con brillantes para una niña de tres meses y unos súper elaborados para señoras de 60 a 70 años”.
 
Hoy en día Angélica tiene clientas en diferentes puntos del país, pero su objetivo también es empezar a exportar. “En estos momentos estoy vendiendo en Italia porque una de mis hermanas vive allá, entonces lo hago a través de ella”. Por ahora, está enfocada en lanzar su próxima colección, que será entre finales de agosto e inicios de septiembre. En este proyecto utilizará telas originarias de África, un continente que no ha visitado, pero que le encantaría conocer pronto.
 

Por Andrea Benavides Herrera

 

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