Las generaciones posteriores a la segunda guerra mundial hicieron sentir su malestar y desencanto con los valores tradiciones de la sociedad norteamericana, junto a la aparente oferta laboral aburrida y rutinaria con base en el trabajo burocrático como máximo estándar del desarrollo profesional.
La búsqueda de nuevas experiencias sexuales y sensoriales que se sumaron a la aparición de nuevos movimientos sociales en el campo político, sacudieron la década del sesenta y setenta.
En este ambiente es que surge el Partido Pantera Negra, que tenía como uno de sus propósitos luchar contra las agresiones raciales y enfrentar la brutalidad policíaca y la violencia de los grupos racistas.
Emory Douglas se unió a esta organización política desde mayo de 1967 hasta su final, encargándose de la dirección visual y la producción del periódico ‘Black Panther’ publicado semanalmente hasta el año 1979. En entrevista con El Espectador habló de su experiencia, y de su formación en el mundo editorial.
¿Cómo se unió al Partido Pantera Negra?
Sabía algo de artes gráficas y estaba imbuido en el movimiento Black Arts. En el año 1967, durante un viaje a Oakland (California) asistí a un coloquio donde se iba a discutir la situación de los afroamericanos en el país. Conocía a uno de los organizadores que me pidió que hiciera un esténcil de la viuda de Malcom X, que iba a dar una charla. Al evento llegaron las Panteras Negras para brindar seguridad, ya que existían amenazas contra los afroamericanos que se reunían. Cuando supe de su papel, me quise unir. Viajaba desde San Francisco hasta Oakland constantemente, hasta que sumergí de lleno en las actividades que me había designado el partido, como fue trabajar en el diario.
¿Qué conserva la sociedad estadounidense de este movimiento?
Su legado es muy basto. Muchos movimientos sociales se han interesado en la forma organizativa de las Panteras Negras. Desde aquellos que reivindican los derechos civiles hasta aquellos que acudan a la estrategia de ocupación, más conocidos como ‘okupa’. También una gran facción de la comunidad del Hip Hop que recuerda nuestro legado. Las comunidades también nos pide constantemente que vayamos a escuelas, universidades, que dialoguemos con los estudiantes. En muchas escuelas también aún se erigen los murales de los líderes.
Su actividad política fue en pleno en el periódico ‘Black Panther’. ¿Cómo se sumergió en este proyecto editorial?
Cuando empezó el periódico ‘Black Panther’ sus fundadores, que eran los mismos del Partido Pantera Negra le quisieron imponer una fuerza enorme en el campo visual, ya que tenían el contexto de la comunidad muy claro, estaban en pleno informados de los problemas, pero no sabían cómo difundirlos de forma sencilla. Además, una gran parte de la población no sabía leer. El aprendizaje con herramientas visuales fue sumamente clave. Asimismo los que si sabían leer no se sentían identificados en la prensa existente. Entonces teníamos que ser agresivos en ese sentido. Las imágenes fueron herramientas pedagógicas.
¿Qué recuerda de su experiencia en este proyecto editorial?
Fue muy gratificante. Aprendimos el oficio durante la realización. Fue un tema de ensayo y error. Yo únicamente tenía dos años y medio de formación en el City College de San Francisco y esta fue la única capacitación que tuve. Para el segundo número del periódico ‘Black Panther’, el equipo estaba compuesto de dos personas únicamente. Luego fue creciendo, pero todo era muy rustico, en rotativas móviles, fue una experiencia tremenda de autogestión. Al crecer el partido y nuestra influencia, el número de personas en la redacción creció. Habían dos ministerios; de Información y de Cultura. Que se encargaban de los contenidos y la difusión respectivamente. No teníamos publicidad y el periódico llegó a costar 25 centavos. Alcanzó un tiraje para 400.000 lectores y circulación internacional en la URSS, China y Cuba, entre otros países.
Háblenos de las influencias ideológicas de las Panteras Negras…
Al inicio el marxismo tenía mucha cabida. Por supuesto era interpretado por los fundadores que lo ajustaban a nuestra realidad. Por supuesto, nunca perdieron una actitud autocritica. Leíamos de todo; literatura, poesía, economía, historia. Los fundadores eran muy académicos, tenían el mundo en su cabeza. Cuando iniciaron el movimiento, ya tenían una disciplina académica. Cuando el partido fue creciendo, la composición cambio. Había muchos cristianos, musulmanes, católicos solidarios, es decir era una apuesta diversa. Todos veían como un problema grave el racismo, la segregación racial, aunque la formación inicial de los Estados Unidos proviene de la diversidad, evidenciaba un racismo estructural.
¿Disminuyó el racismo con la llegada de Barack Obama a la presidencia?
El contexto no ha cambiado. Continúa existiendo mucho racismo. En las redes sociales circulan vídeos de abuso policial. En uno de ellos muestran a un joven que es ultimado 16 veces por un policía aunque estaba indefenso. También podríamos mencionar lo que sucedió en Ferguson, Missouri. Existe un racismo estructural.
Aunque los contextos son distintos, ¿qué pueden aprender las comunidades afrodescendientes de la apuesta organizativa, en términos comunicativos, que tuvieron las Panteras Negras?
Deben encontrar formas más adecuadas de informar a la comunidad sobre sus problemáticas. Ahí es donde está el desafío, una apuesta colectiva. Formar y sacar adelante un medio de comunicación es importante porque pudimos contar la historia de nuestra perspectiva, desde la que algunos llaman los vencidos, pero no estamos vencidos. Esta fue una línea de las Panteras Negras y de los fundadores de la organización. Cuando entré me pidieron trabajar en el periódico desde 1967 (en la segunda edición). La línea editorial que regía al periódico era contar nuestra propia historia. Los grandes medios siempre dejaban de lado nuestra versión. Siempre nos cubrían, pero no nos oían. Los fundadores eran grandes comunicantes, grandes oradores, eso acercó a las personas.
Una norma que tenía el Partido Pantera Negra consistía en evitar el consumo de bebidas alcohólicas y de alucinógenos por parte de sus militantes. En una época tan intensa, ¿qué tanto se cumplía dicha regla?
Cuando el partido empezó a crecer fue necesario implementar estás y otras reglas. Fue necesario explicarles a los más jóvenes que no podían fumar marihuana o beber porque tenían que estar en sus cinco sentidos. Por supuesto, las reglas se cumplían. La prohibición de consumir alucinógenos durante la realización de las tareas del partido fue constantemente reforzada con la formación política. Cuando se violentaba una norma se hablaba del tema con tranquilidad para que no volviera a suceder.
*Agradecimientos a Sébastian Longhurst por su acompañamiento en la traducción.
Por Redacción Gente*
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