Publicidad

"En un día, mil personas seguían nuestro trabajo"

Victoria Solano asegura que en la firma del TLC con EE.UU. se aprobó la resolución 970, que declara ilegal la práctica campesina de guardar parte de su cosecha para fortalecer sus semillas y, por ende, las producciones venideras.

Camila Zuluaga, Especial para El Espectador
20 de agosto de 2013 - 02:00 a. m.
Victoria Solano, directora del documental ‘970’. / Cortesía
Victoria Solano, directora del documental ‘970’. / Cortesía

Victoria Solano es la directora de 970, un documental cuyo título corresponde al número de una resolución que, según explican los productores del trabajo audiovisual, impide a los campesinos reservar parte de su cosecha para la próxima siembra y con ello obtener semillas cada vez más fuertes y cultivos más eficientes. La disposición fue un requisito para la firma del tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos y afecta directamente a los campesinos colombianos. En Campoalegre (Huila), por ejemplo, se aplicó la resolución y se incautaron y destruyeron setenta toneladas de arroz considerado ilegal. El Espectador habló con Solano, quien reside en Argentina, acerca de los efectos “virales” que ha tenido su trabajo después de ser emitido por Telesur y ser liberado en internet.

¿Qué es ‘970’?

Es una resolución que fue expedida en el año 2010 para regular el uso de la semilla en Colombia. Aplica los conceptos de la propiedad intelectual a las semillas y fue promulgada como requisito para la aprobación del TLC entre Colombia y Estados Unidos.

¿Cómo surgió la idea de hacer el documental ‘970’?

Ver el video de los campesinos: encontrarme con esas imágenes fue impactante. Hasta el día de hoy lo es. Ver a estos señores con tapabocas destruyendo el arroz, mezclándolo con la basura, me dejó la necesidad de entender por qué podía pasar algo así y de buscar a los protagonistas de esa historia. Lo que más me llamaba la atención era que eso sucediera en Colombia, un país tan desigual y con tantas necesidades.

¿Qué mostraba el video?

Era un video muy largo, sin editar, con mucha información. Se veía que entraba el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía a Campoalegre, en el departamento del Huila, a agredir a los campesinos, que no estaban armados y su única defensa era la palabra. ¿La razón? Que habían guardado la mejor parte de su cosecha de arroz para sembrarla nuevamente, y la policía iba a confiscarla por ser ilegal.

¿Cómo llegó a sus manos el video de los campesinos?

Estaba en Colombia y me invitaron a un foro de leyes de semillas, y ahí lo presentaron.

¿De ese foro salió la idea de hacer un documental sobre el tema?

Sí. Después de ese foro empecé a contactar a los campesinos y a diferentes ONG que defendían distintas posturas sobre el tema, y a hacer la producción. Lo que está pasando con las semillas es una cuestión enorme donde hay mucho por descubrir y por contar. Así empezó la búsqueda. Todavía es una búsqueda personal en la que quiero encontrar respuestas a la destrucción de las semillas.

¿Hace cuánto empezó a grabar el documental?

Vi las imágenes el 11 de febrero de 2012. Me acuerdo perfectamente de la fecha porque era mi cumpleaños. Y desde ahí empecé a investigar.

¿Campoalegre fue el único caso que encontró?

No. Al principio el documental tenía tres historias, porque hay muchos más casos, pero la verdad es que lo sucedido a los campesinos de Campoalegre fue impactante y marcó un camino para mí, porque hizo que se convirtiera en un documental.

¿Por qué hacer un documental y no otra propuesta audiovisual o periodística?

Porque me permitía pararme de una manera más sugestiva que si hubiera hecho un reportaje periodístico o algo así. El documental es un gesto artístico y fue una elección muy importante a la hora de hacerlo, porque quería contar la historia desde el lado de los campesinos. Era lo que me interesaba contar. Quería evidenciar lo que les sucedió a esos campesinos a los que, por cuenta del TLC, les habían incautado toneladas de arroz que habían trabajado honestamente.

¿Cómo se financió el proyecto?

Es algo muy curioso, porque cuando la gente me pregunta cómo lo he financiado tiene en la cabeza los mecanismos del cine, donde hay un presupuesto y demás. Pero en este caso no fue así, porque estamos hablando de cine documental, que es de autor. Al principio ni siquiera tenía una cámara, por lo que amigos y conocidos me los alquilaban por un precio simbólico. Todo lo que grabé en Bogotá fue así: prestado o donaciones. Hasta que llegó el productor; fue entonces cuando empezó a tomar forma el proyecto. ¡Porque por lo menos ya teníamos equipos propios!

¿Quién es el productor?

Es el argentino Marco Carsonalo. Desde que encontré la historia le iba comunicando lo que descubría, la gente que entrevistaba y demás. El se entusiasmó con la idea y decidió irse a Colombia con cámaras y equipos. Todo fue autogestionado, hasta que una ONG nos dio un millón de pesos para los viáticos. Obviamente un millón para irnos los dos, comer, dormir, etc. Fue un apoyo casi simbólico, pero nos dio el impulso para llegar hasta allá nuevamente.

¿Cómo llegaron con el documental ‘970’ a Telesur?

Un poco de suerte y de casualidad. Después de no tener más tiempo y recursos para dedicarle al documental, un día logramos entrar a una rueda de negocios de varios canales en Argentina que buscaban contenido. Ahí me encontré con una colombiana que trabajaba en Telesur, a quien le mostré el tráiler. Era la primera vez que veía la reacción de una persona frente a las mismas imágenes que me llevaron a embarcarme en este proyecto. Su reacción cuando veía al Esmad, cuando veía la destrucción de las semillas, cuando veía a algunos campesinos. Fue ella quien nos dio el apoyo económico para terminarlo.

¿Hubo alguna intervención sobre el contenido por parte de Telesur o ustedes entregaron el material tal y como lo habían hecho?

Fueron muy respetuosos siempre, nunca cambiaron nada de lo que yo había propuesto a nivel de guión y de edición.

¿Hace cuánto se dio esa negociación con Telesur?

En noviembre del año pasado.

Es decir, ¿en realidad terminaron el documental después de haber firmado el acuerdo con Telesur?

Sí. Cuando realmente tuvimos el espacio para dedicarnos al documental y empezar a tomar decisiones estéticas y reunir el material, hacer el guión y demás, pues ya contábamos con un apoyo económico en cierto sentido.

¿Se imaginó en algún momento el efecto que iba a tener ‘970’ en internet?

No, esto ha desbordado todas nuestras expectativas. No esperaba que este trabajo lo viera alguien más allá de la gente que siempre nos ve, como mi mamá, que es mi primera seguidora.

¿Cómo fue el proceso para dar a conocer el documental en la red?

El primer día que nos presentaron en Telesur, abrimos una fanpage en Facebook para anunciar el estreno del documental. Desde el día que hicimos el anuncio y subimos un pequeño tráiler la gente se volvió muy activa. No eran simples seguidores: nos preguntaban dónde podían ver el documental, cuándo había una repetición, y nos pedían que lo liberáramos para Youtube.

¿En qué momento decidieron liberarlo en internet?

Las peticiones fueron tantas, y en Telesur estábamos programados otra vez para septiembre, que dijimos: ¡bueno, por qué no! Telesur no nos había pedido exclusividad, así que hicimos una versión un poco más corta que la del canal, precisamente porque también pensábamos que una versión de televisión era muy larga para ver en internet. Desde el momento en que lo liberamos hasta hoy, todo ha sido surrealista, jamás pensé que iba a ser así. Cada vez que me levantaba a ver el computador, el número de visitas en Youtube iba creciendo y creciendo, y el documental tomó su camino solo, porque no lo esperábamos.

Por Camila Zuluaga, Especial para El Espectador

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar