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La voz de Lady Macbeth

La soprano ruso-austríaca Anna Netrebko abre la nueva temporada de la Met Opera con un personaje icónico de una ópera de Verdi que originalmente fue una tragedia de Shakespeare.

Sara Malagón Llano
11 de octubre de 2014 - 02:40 a. m.
El ambiente oscuro de esta nueva adaptación de la ópera ‘Macbeth’, de Giuseppe Verdi. / Cortesía
El ambiente oscuro de esta nueva adaptación de la ópera ‘Macbeth’, de Giuseppe Verdi. / Cortesía
Foto: Ken Howard/Metropolitan Opera

Por su amor a la obra dramática de William Shakespeare (c. 1623), Verdi compuso la ópera Macbeth en 1847, en vísperas de un tiempo de revoluciones en Europa. Luego, casi 20 años después, incluyó una escena en la que refugiados escoceses cantan acerca de su nación oprimida. Ahora, el director inglés Adrian Noble sitúa la acción en la posguerra de mitad de siglo XX, en un Reino Unido plagado de campos grises y desolados. “Para mí, esta ópera de Verdi es una especie de puente entre la obra de Shakespeare y nuestra era”, dice Noble, director de la Compañía Real de Shakespeare en Inglaterra entre 1990 y 2003.

“La acción surge de una guerra civil. No se está luchando contra un poder extranjero, sino contra un líder, un general que había sido muy popular pero que, al llegar al poder, se convierte en opresor de su propio pueblo”, explica el director sobre esta versión modernista y minimalista de la obra, en una entrevista que concedió a Playbill Arts.

Los refugiados que cruzan hacia Inglaterra aportan un realismo dramático y no son un mero trasfondo del argumento: dimensionan el daño que Macbeth está causando. La tragedia, dice él, es tan actual hoy como lo era en el siglo XVII, porque “líderes así existen aún en nuestros tiempos, como Ceausescu [político rumano comunista], por ejemplo”.

Aunque Macbeth es el título tanto de la obra de teatro de Shakespeare como de la ópera de Verdi, es Lady Macbeth el personaje que se roba la atención de los lectores y de los espectadores. Esta mujer, poseída por la ambición y luego por la culpa, incita a su marido, un militar respetado del ejército escocés, a que asesine al rey Duncan, con tal de abrirse camino hacia el trono.

Lady Macbeth es tal vez uno de los personajes de Shakespeare sobre los que más se ha escrito bibliografía secundaria. Es también uno de sus personajes femeninos más terribles. Al principio se nos presenta como una estratega, una mujer fuerte, ambiciosa (incluso más que su marido), imponente y masculina. Y esto porque es ambiciosa, porque es violenta, porque ella misma quisiera llevar a cabo el asesinato del rey, características e impulsos relacionados tradicionalmente a la idea de lo masculino. Por ello Macbeth sugiere ver en su esposa a un hombre que habita un cuerpo de mujer.

Sin embargo, el personaje se debilita, se empequeñece y se ennegrece. El decaimiento físico y mental van de la mano de la ruina de su esposo: entre más lejos están de conseguir su objetivo —el poder, por encima de todo— más cerca están de la demencia. “¡Fuera, mancha maldita!... ¡Fuera, digo!... Una, dos, vaya, llegó el instante de ponerlo por obra… ¡El infierno es sombrío!... ¡Qué vergüenza, dueño mío, qué vergüenza! ¿Un soldado, y tener miedo?... ¡Qué importa que llegue a saberse, si nadie puede pedir cuenta a nuestro poder!... Pero ¡quién hubiera imaginado que había de tener aquel viejo tanta sangre!...”, dice Lady Macbeth en la tragedia, en medio de sus delirios, mientras intenta limpiarse la sangre fantasmal, inexistente, de sus propias manos.

Sólo una voz poderosa podía interpretar este sombrío personaje. Con este papel, Anna Netrebko, a sus 43 años, da un giro en su carrera de roles líricos y del bel canto hacia un repertorio más profundo, más complejo. Y parece haberlo logrado: la noche de estreno en la Met, ubicada en el Lincoln Center de Nueva York, Netrebko “salió de su cama y leyó la carta de Macbeth con una intensidad contenida que te halaba”, escribió el célebre crítico Anthony Tommasini.

Verdi quería que la voz de esta villana sonara como “la voz del diablo”, “oscura” y “cruel”. Y la voz de Netrebko, en efecto, es despiadada, “incisiva”, “con brillantes notas agudas” y una “expresividad carismática”. Una voz que sirvió para capturar no sólo a su esposo —interpretado por el barítono serbio Željko Lucic— sino a toda la audiencia.

 

 

saramalagonllano@gmail.com

@saramala17

Por Sara Malagón Llano

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