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Camilo Peña y el deporte de cambiar vidas

Es experto en fitness y desde hace más de cinco años creó La fábrica de las rayas, un gimnasio dedicado a entrenar a mujeres y cuya función social es apadrinar a jóvenes de la calle. Por eso le dicen “Papá Jaime del entrenamiento”.

22 de junio de 2021 - 02:00 a. m.
A través de su emprendimiento La fábrica de las rayas, Camilo Peña ha apadrinado a cerca de 100 jóvenes en estado de vulnerabilidad. / Archivo Particular
A través de su emprendimiento La fábrica de las rayas, Camilo Peña ha apadrinado a cerca de 100 jóvenes en estado de vulnerabilidad. / Archivo Particular
Foto: JOSE VEIRA - JOSE VEIRA

Es experto en fitness, pero, ¿cuándo comenzó a darle dimensión a su emprendimiento basado en el deporte y llamado La fábrica de las rayas?

La fábrica de las rayas está hace más de cinco años en el mercado fitness, pero la idea la tenía en la cabeza desde mucho tiempo atrás.

¿De dónde se le ocurrió ese nombre tan particular?

Quería crear un gimnasio con ese nombre. Al principio se llamaba La fábrica de los resultados, luego La fábrica del físico y, finalmente, llegué a La fábrica de las rayas, porque es un léxico muy colombiano y mis clientas siempre me decían: “Camilo, quiero estar rayada, que mi cuerpo tenga rayitas, las rayas en el abdomen”, refiriéndose a que querían ver sus músculos bien definidos, marcados. Entonces pensé que eso funcionaba, y así me incliné por ese nombre.

¿Cómo surgió la idea de que La fábrica de las rayas solo fuera un gimnasio para mujeres?

Siempre me han buscado más las mujeres que los hombres para que las entrene. Entonces visioné un centro deportivo en el que pudieran utilizar las máquinas, las pesas y que los ejercicios que realizaran fueran especialmente dirigidos a sus objetivos, no hubiera opción de lesionarse y que además se sintieran cómodas. Lo más importante era su seguridad y comodidad, porque muchas se han sentido intimidadas en los gimnasios, bien sea por las miradas de los hombres o porque simplemente sienten vergüenza al no saber hacer los ejercicios. Además, he visto un mayor compromiso a la hora de entrenar. Ellas lo hacen para sentirse mejor con su cuerpo, para tratar el paso de los años o por recomendación médica, y aporto en sus cambios.

¿Cómo llegó el deporte a su vida?

Mi papá fue boxeador, y cuando estaba muy niño lo veía entrenar y me gustaba lo que hacía. Y comenzó mi amor por el deporte, sobre todo por el boxing. Fue así como me convertí en deportista y estudié para ser entrenador personal. Ahí surgió la combinación de entrenamiento funcional con el kickboxing, que es la técnica que se emplea en nuestros centros deportivos y los resultados son increíbles. Con este sistema, en 50 minutos, las personas queman las calorías que normalmente se gastan en dos o tres horas de gimnasio.

¿Qué lo motivó a dejar de ser empleado para crear su propio emprendimiento a partir del deporte?

El nacimiento de mi hija me motivó a crecer, a hacer empresa, que cuando ella tuviera uso de razón estuviera orgullosa de su papá. En 2014 me lancé solo, daba clases personalizadas en los parques y mis clientas entrenaban conmigo así. Majida Issa, Mónica Rodríguez, Lina Tejeiro y Maía fueron de las primeras celebridades en creer en mi estilo de entrenamiento “cardio-box”. Empezar en las calles fue fácil y más aún porque en esa época no había tanto auge de las redes. Por eso digo con orgullo que lo que he logrado se ha dado con el voz a voz. Esas son bendiciones de Dios.

Dicen que es el “Papá Jaime del entrenamiento”, ¿qué piensa de eso?

Este nombre me lo acreditaron mis muchachos. Es un proyecto de cambios mentales y físicos en nuestros entrenadores. Tengo un propósito en mi vida, que es cambiar vidas, por eso desde que comencé trabajando en las calles empecé a reclutar a muchachos que estuvieran pasando por momentos difíciles en su vida, como no tener dinero, no visionar un futuro o tener problemas de drogadicción, delincuencia, y alcoholismo. Los ponía a estudiar deporte y luego a trabajar conmigo. Los formo para que sean buenos entrenadores, así sea que trabajen conmigo o no, ya con eso doy mi granito de arena para un cambio en la vida de estas personas.

¿A cuántos jóvenes ha apadrinado en todos estos años?

He apadrinado a más de 100 muchachos a lo largo de mi carrera. Unos se quedan, otros se van y crecen profesionalmente, porque así como lo hice, ellos también lo pueden lograr. La fábrica de las rayas es una escuela, aquí cambiamos la vida de las personas.

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