Jana Beris es una periodista y conferencista nacida en Montevideo, en 1961. Se radicó en Israel desde 1979, donde se licenció en Relaciones Internacionales en la Universidad Hebrea de Jerusalén y cursó estudios sobre Medio Oriente e islam.
Se convirtió en corresponsal de varios medios de habla hispana, entre ellos Reforma y MVS radio de México, La Razón y Onda Cero Radio de España, El Tiempo de Colombia, Montevideo Portal y Uy Press de Uruguay. Ha colaborado en medios como El Mercurio, La Tercera y Radio Cooperativa de Chile, La Nación de Argentina y en El Universal de México.
Beris, además, fue corresponsal por 25 años del Servicio Latinoamericano de la BBC de Londres. Galardonada con la mención especial en el certamen de Excelencia Periodística del Centro Mundial de B'nai B'Brith en Jerusalén en el 2012.
Es conferencista sobre temas de actualidad de Israel y la región. Abocada desde hace 30 años a la cobertura de Israel y los palestinos. Ha cubierto las dos intifadas, numerosos atentados y operativos militares, así como negociaciones de paz y cumbres diversas en el marco de este proceso.
¿Qué la llevó, o inspiró, a convertirse en corresponsal de guerra?
Sin subestimar en absoluto la importancia que tiene, en mi trabajo, la cobertura de los conflictos que se dan por estos lares (Israel), debo aclarar que en mí el orden fue inverso. Llegué en 1979 a la Universidad Hebrea de Jerusalén a estudiar Relaciones Internacionales, me radiqué en Israel y años después comencé mi trabajo periodístico. En otras palabras, no es que llegué para cubrir el conflicto o la guerra, sino al decidir dedicarme a lo que me apasiona, el periodismo, teniendo como base a Israel, cubrir conflicto ha sido ineludible.
De todos modos, no cubro solamente el conflicto, sino una diversidad de temas que hacen a la realidad israelí.
En su experiencia ¿cómo ha hecho para aproximarse al testimonio de la contraparte? ¿Cómo busca la “otra” versión en una zona peligrosa?
Es siempre cuestión de estar atento también a lo que dice el otro lado, de buscar las entrevistas y también la versión oficial de la otra parte. Pero creo que es importante recordar que el corresponsal no siempre puede cubrir las dos partes de un conflicto, por un tema físico, de presencia.
Una agencia, por ejemplo, tiene la facilidad de poder enviar a uno de sus cronistas a un lado y a otro corresponsal a la otra parte. En mi caso personal, dado que soy también ciudadana israelí, no puedo pasar a la franja de Gaza desde que Hamás tomó el poder, algo que sí hacía repetidamente antes. Puedo hacer entrevistas por teléfono, seguir las redes sociales, pero nunca es lo mismo que estar del otro lado. Sin embargo, cada medio puede suplir la falta enviando a otra persona.
Sea como sea, volviendo a un punto concreto de la pregunta, en el caso de Israel, hay un enfoque muy abierto y es muy fácil hablar con la gente en todos lados. No tengo por qué contentarme con los comunicados sobre lo que dice el gobierno. También puedo cruzar sin problema a Cisjordania.
¿Cuál cree que es la diferencia entre ser hombre o mujer al momento de cubrir el conflicto? ¿Existe algún tipo de discriminación con la mujer periodista?
Nunca lo he sentido, en absoluto, pero sí he sido siempre muy consciente de que me tengo que cuidar, porque puedo correr riesgos agregados a los que corre un hombre en una situación peligrosa.
Ramón Lobo dijo en una entrevista, “sin empatía el reportaje es imposible. No existe aprendizaje, ni vida”. ¿Qué piensa sobre los lazos que se deben formar con los personajes de las historias y con las personas? ¿Cree que el periodista debe crear una barrera emocional para protegerse de tanto dolor?
Estoy sumamente de acuerdo con Ramón. No creo en esas barreras porque no van con mi carácter. Yo tiendo a sentir empatía con la gente que logra inspirarla, porque soy así como persona. Pero, además, como periodista, creo que, si se logra entablar un contacto especial con el entrevistado, la nota siempre será mejor y tocará más fibras en las emociones de los lectores. Sin embargo, hay que prestar atención al tipo de nota que debemos escribir, porque lo que permite un reportaje humano desde el terreno, no puede tener el mismo estilo que un análisis o informe general sobre una situación determinada.
¿Qué ha sido lo más difícil de cubrir el conflicto armado?
Ver el dolor que éste causa a tanta gente. Tocar de cerca la muerte, el sufrimiento, lo irreversible, vidas truncas tan prematuramente, y saber que esto sucede por decisiones de los hombres que a veces se pueden evitar. Soy una convencida de que en el caso israelo palestino ninguna parte está exenta de errores. Pero no tengo dudas de que el terrorismo es el pecado original. He visto personalmente sus efectos en numerosos atentados, he presenciado la explosión de un autobús lleno de pasajeros.
Me duele por mi pueblo del lado israelí cuando eso ocurre y me duele también que del lado palestino haya quienes intenten convencer al pueblo de que con esas prácticas vivirán mejor. Eso no es cierto, en absoluto. Eso sume a ambos pueblos en tragedias. Y ambos pueblos merecen vivir con dignidad y en paz. Creo que aún no es tarde para lograrlo.
En el Congreso Mundial de Mujeres Periodistas en Chile usted dijo: “cubrir el conflicto me inspira una combinación de adrenalina y miedo. La adrenalina está en el lugar de los hechos y el miedo también”. ¿El periodista que cubre el conflicto armado se vuelve adicto a esa adrenalina? ¿Cómo lidia con el miedo?
Puedo hablar por mí misma. Sin duda hay adrenalina, pero no soy adicta a ella en absoluto. Al trabajo periodístico sí, a traer historias, a contarlas, sí. Pero no necesariamente al miedo.No es fácil. Me ha pasado mientras cubría la última guerra entre Israel y Hamás, que circulaba con mi auto por las localidades civiles del sur de Israel, y sabía que si sonaba la alarma, en cuestión de 15 segundos podía impactar un cohete disparado desde Gaza a mi lado.Recuerdo ir observando a cada instante dónde me podría tirar para resguardarme, si, en efecto, hay una alarma. Y se va con el corazón en la boca de miedo. Pero la necesidad de contar la historia, de estar en el lugar de los hechos, parece que es mayor.
De todos modos, debo reconocer que no sé si iría a cubrir ahora una guerra como la de Siria, donde todo me parece locura total.
¿Cuál es su opinión de la situación actual del periodismo y de los medios de comunicación en Colombia?
No puedo dar una opinión al respecto. No sería justo, porque no conozco la situación a fondo. Sí puedo, sin embargo, sacando conclusiones respecto a lo que yo misma vivo, suponer que para los periodistas colombianos debe ser doloroso y duro cubrir tantos años la guerra en su país. Es que no es fácil lidiar con el desafío periodístico cuando lo que, en definitiva, uno está viendo es a su propio país sangrar.Quiero aprovechar esta entrevista para desearles que tengan mucho éxito en el trabajo cubriendo la paz en Colombia, no la guerra.
¿Qué periodistas cree que hay que seguirles la pista?
Hay un colega árabe por el cual tengo especial admiración, porque no tiene pelos en la lengua para criticar tanto a Hamás como a la Autoridad nacional Palestina, y lo destaco porque sé que para muchos él va contra la corriente y con ello, de hecho, se arriesga.Lo más cómodo para un periodista palestino es decir que Israel es culpable de todo lo que les sucede a los palestinos, pero él analiza la interna palestina con una óptica que a mí me parece muy valiente, nada sencilla. Se llama Khaled Abu Toameh, que escribe también en el Gatestone Institute.