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Los temores del 'New York Times'

El repunte de medios como ‘Buzz Feed’ y ‘The Huffington Post’ lo obligan a cambiar toda su estrategia. ¿En qué terreno juega?

Sara Malagón Llano / Juan David Torres Duarte
17 de mayo de 2014 - 05:05 a. m.
La directora Jill Abramson fue reemplazada por Dean Baquet.  / AFP
La directora Jill Abramson fue reemplazada por Dean Baquet. / AFP
Foto: AFP - NICHOLAS KAMM

El pasado miércoles 14 de mayo dos grandes medios internacionales, Le Monde de Francia y el New York Times de Estados Unidos, anunciaron la dimisión de sus directoras, Natalie Nougayrède y Jill Abramson, respectivamente. Pero mientras que Nougayrède presentó su dimisión tras afirmar que no disponía de los medios para seguir ejerciendo sus funciones (una semana después de que siete de los once redactores jefes del diario abandonaran sus cargos por discrepar con su gestión), la renuncia de la directora del Times fue repentina e inesperada para muchos. Su salida se debería, entre otras razones, a la transición que están realizando numerosos medios en Estados Unidos y el mundo al formato digital y es una muestra del miedo de los medios en papel frente a sus competidores en la web. Sobre todo, del temor del New York Times a perder su numeroso público.

Abramson habría fallado en áreas esenciales para el crecimiento del diario. El periodista Ken Auletta escribió para The New Yorker un artículo titulado Por qué Jill Abramson fue despedida, en el que explica la controversia y las razones que, se conjetura, llevaron a la decisión y al nombramiento de Dean Baquet, el primer afroamericano en la historia del diario a cargo de su dirección.

En un discurso que dio el miércoles en la tarde, el editor del Times, Arthur Sulzberger Jr., dijo: “He decidido apostarle a un nuevo líder para la sala de redacción porque creo que la nueva dirección mejorará ciertos aspectos”. Abramson no asistió al anuncio porque algunas semanas antes había descubierto que su pago y su pensión eran considerablemente más bajos que los de Bill Keller, a quien había sustituido en 2011. Entonces confrontó a sus superiores: fue tildada de “mandona” y “agresiva”. Sin embargo, algunos miran con sospecha estos señalamientos considerándolos discriminatorios ante el hecho de que directores hombres (como A.M. Rosenthal, que permaneció 17 años en el cargo) han tenido actitudes similares sin ser juzgados de la misma manera que Abramson.

Sulzberger desmintió las acusaciones de Abramson sobre la cuestión del sueldo. La frustración de Sulzberger empezó a crecer cada vez más, pues otra de las razones es que, al parecer, Abramson también chocaba con Mark Thompson, del área de mercadeo del diario, cosa que lo llevó a declarar que, a pesar del desacuerdo, no existía tal cosa como el famoso conflicto “Iglesia-Estado” (es decir, negocios-editorial) dentro del Times. Y uno de los objetivos del diario en la era digital es combinar su fuerza periodística y su fuerza de promoción, según declaraciones de sus directivos.

Hay una tercera cuestión: el conflicto entre Abramson y Baquet, que es una figura popular y respetada dentro de la sala de redacción. Baquet se acercó a Thompson y a Sulzberger para expresar ante ellos su preocupación por las maneras de proceder de Abramson. Esa fue la gota que derramó el vaso, junto a las críticas que había recibido Abramson por el ritmo de adaptación del Times al medio digital.

La salida de Abramson es el resultado de un proceso de transición del diario a la era digital que comenzó a principios de este año. En un informe interno del New York Times, revelado por el medio digital Buzz Feed esta semana, las directivas del diario se mostraron preocupadas por el inexistente avance digital del diario, que tiene una fuerza copiosa de lectores pero se encuentra en desventaja con respecto a nuevas iniciativas digitales, como First Look Media, Yahoo y Facebook —que entrará en el negocio de las noticias con Facebook’s Paper—. El informe resalta, aunque no con esas palabras, una premisa: el New York Times parece estancado en medio del movimiento inusitado de plataformas digitales. Sus propuestas digitales —la renovación de su página web por primera vez, la creación de una edición internacional y su cercanía con la publicidad foránea— le han permitido mantenerse, pero no serán elementos para la avalancha próxima. El informe, que corresponde a marzo de este año, paradójicamente señalaba a Abramson como uno de los pilotes para esa transición; su dimisión, obligada por presiones internas, se debería a la pérdida de ese norte.

Hay que comprender, en esencia, los movimientos que se han dado en los últimos diez meses en los medios. Jeff Bezos compró The Washington Post por US$250 millones; First Look Media, centrada en la creación de productos periodísticos en un formato netamente digital, nació en octubre del año pasado de manos de Pierre Omydiar, cofundador de eBay; periodistas como David Pogue —de CBS— y Katie Couric —reportera de NBC— fueron contratados por Yahoo para sus plataformas digitales; The Huffington Post y The Guardian incrementaron sus lectores. Mientras tanto, los números del New York Times seguían siendo grandes —1,25 millones de suscriptores al impreso, 30 millones de lectores en internet—, pero insuficientes a futuro. “Nuestra urgencia es crecer porque los medios digitales son cada vez más visitados, mejor financiados y, de lejos, más innovadores”, dice el reporte.

La urgencia de The New York Times es producto de un crecimiento gradual de los medios impresos que han visto una oportunidad única en la web y los dispositivos móviles, pero también —y sobre todo— de un mercado que es para ellos desconocido, pero muy familiar para sus reales competidores. El diario está compitiendo en dos espacios paralelos: los medios impresos que se desplazan a la web con éxito y los medios cuyo formato es sólo web y tienen equipos preparados y especializados para dicho contenido. El objetivo del diario sigue siendo el buen periodismo: el reporte recalca esa necesidad. Sin embargo, no existe una estructura que permita que ese periodismo se promocione y se vincule a los lectores. Por eso, el diario pretende atacar desde tres puntos: descubrimiento (el modo en que las noticias son presentadas), promoción (el modo en que difunde sus contenidos) y conexión (cómo se comunica con los lectores y recibe retroalimentación). En las tres, Abramson habría fallado al dar los primeros pasos.

Por Sara Malagón Llano / Juan David Torres Duarte

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