"La niña", una serie para el posconflicto

Basada en hechos de la vida real, la nueva serie del Canal Caracol, es un innovador intento de llevar a la pantalla historias de excombatientes que han tomado parte en el conflicto y hacen un difícil tránsito a la vida civil.

María José Medellín Cano
24 de abril de 2016 - 01:55 a. m.

¿Hay vida después de la guerra? Esa es la pregunta que le formula la nueva serie del Canal Caracol, La niña, a sus televidentes. Su creadora, Juana Uribe, le contó a El Espectador cómo fue el proceso para elegir la historia de esta menor de edad reclutada por la guerrilla cuando tenía ocho años, y quien solo pudo salir de esa espiral de violencia cuando alcanzó los 14. Arriesgándose a escribir la primera historia colombiana para televisión sobre excombatientes que intentan adaptarse a la vida civil, la intención de Uribe y de su equipo, es aportar a la discusión sobre la reconciliación en tiempos en los que empieza a acariciarse una palabra esquiva en esta Colombia violenta: el posconflicto.

¿Cómo fue el proceso de selección de la historia de “La niña”?

Hace unos dos años Alejandro Éder (exdirector de la Agencia Colombiana para la Reintegración) vino a contarnos qué estaban haciendo desde la agencia con los desmovilizados. Nos contó sobre las dificultades que tienen las personas que quieren regresar a la vida civil y no pueden conseguir trabajo o arrendar una casa. Es una situación muy difícil porque es gente que está buscando una segunda oportunidad. Alejandro nos contó varias historias sobre las personas vinculadas en la agencia y ésta, la de una niña que fue reclutada por la guerrilla a los ocho años y detenida por las autoridades a los 14 nos llamó mucho la atención. No creo que haya una persona en el mundo que no sea capaz de conmoverse con la historia de un niño al que se lo lleva la guerra. Es una víctima.

¿Es coincidencia que esta serie se estrene cuando Colombia está a la expectativa de una posible firma de paz en La Habana?

Es a propósito. En algún momento pensamos estrenarla cuando se acabara el proceso de paz, pero nos dimos cuenta de que era igual de valioso sacarla antes, porque la guerra no se ha acabado. Se termina para esta niña. Pero el tema de la serie es la coyuntura que vive el país, y la televisión tiene que estar sintonizada con lo que la gente está viviendo. Nosotros veníamos desde hace mucho tiempo con la idea de hacer una producción sobre el conflicto y la guerra en Colombia, pero no teníamos claro desde qué punto de vista podíamos contarla. Escogerlo siempre fue difícil, porque vivimos en un país muy polarizado políticamente.

Luego de escoger la historia, ¿cuál fue el siguiente paso?

Pedimos que me dejaran hablar con ella. Pasó un tiempo largo para que aceptara. Pero lo hizo. En la primera reunión nos dimos cuenta de que en realidad nada de su historia era un mito. Nos contó todo con una claridad y transparencia que nos impresionó mucho. Hasta el relato de su violación lo escuchamos de su boca. Creo que fue un acto de desprendimiento muy importante para ella, pues en algún momento le pregunté si quería vengarse de quienes se la llevaron o de quienes le hicieron daño. Me confesó que en un momento sí pensó hacerlo, pero entendió que eso no le sirve para nada. Ahora está contando la historia de su vida porque cree firmemente que así puede contribuir a que la gente sepa cómo es la vida en la guerra.

¿Ella se involucró en el proceso de escritura?

Desde el primer momento. Le mostré la sinopsis, los primeros guiones y siempre que el equipo se sentaba a escribir, estaba en contacto con ella. La consulto para detalles y le pido que me cuente con claridad cómo pasaban los enfrentamientos o cómo era su día a día para que la guerra sea lo más real posible. Un día la llamé porque queríamos hacer una escena en la que ella le colaborara al Ejército a desminar un campo. Me explicó con todo detenimiento cómo era el proceso de desactivación de las minas que había puesto y cómo era capaz de identificar dónde estaban enterradas.

¿Algún día la vamos a conocer?

Por ahora no. Creo que es mejor que esté en la clandestinidad y pueda seguir estudiando con toda la tranquilidad posible. Pero ella será la que tome esa decisión.

En medio del tortuoso relato de una niña que es reclutada por la guerrilla y quiere volver a la vida civil se entrelaza su historia de amor con un paramilitar. ¿Qué tan difícil fue mezclar la guerra con el amor?

Es curioso porque una de las historias que la niña no me quiso contar fue la del amor. Pero le pregunté que si me la podía inventar y me dijo que sí. Ahí fue donde recargamos toda la premisa de la serie: la reconciliación. A ese tema le ha apostado Caracol. En esta parte de la serie también tratamos un tema muy complicado, y era el de cómo se puede reconstruir una vida amorosa después de ser víctima de una violación. Nos detuvimos mucho en esa situación, porque además sabíamos que la violencia sexual se ha utilizado como arma de guerra. Es de las cosas más tristes que tiene el conflicto.

Aunque la serie está basada en hechos reales, en la escritura del guión incluyeron detalles propios de la ficción. ¿Cómo hace el público para saber qué es real y qué no?

Porque lo más duro de la historia es lo que ella vivió y nos contó. Ni una gota de ficción tiene esa parte de la serie. Pero además porque en los casos que no sucedieron en la vida real, nos aseguramos de que fueran verosímiles y posibles. Eso no significa que les estamos echando azúcar a las cosas. Lo que hicimos fue asesorarnos de la mejor manera para no cometer errores y recopilar otras historias de la guerra para nutrir la central, que es la de “La niña”.

.¿Qué simboliza “La niña”?

Una sobreviviente. Pero ella sigue siendo una niña. A mí me impresionó cuando comencé a hablar con ella, porque veía a una mujer con una mirada de niña. Es como si le hubieran robado la infancia.

Se dice que la guerra es para machos y no es común ver a mujeres en las primeras líneas de combate. ¿Por qué eligieron un personaje femenino para una serie de la guerra colombiana?

Porque es la esencia de la vulnerabilidad. Cuando nos pusimos a investigar ejemplos internacionales, encontramos que hasta el más macabro de los asesinos no se metía ni con niños ni mujeres. Ese código en la guerra de Colombia no existió. Aquí las mujeres han cumplido un papel fundamental porque no sólo han sido reclutadas sino que, además, han sido utilizadas como armas de guerra. Y como si fuera poco, también son las que sufren las pérdidas de sus hijos o esposos.

¿Cuál cree que es el papel de la televisión en un escenario de posconflicto?

Tengo la certeza de que la gente, cuando genera empatía con un personaje y cuando lo ve todos los días en su pantalla, recapacita: ¿Y si a un hijo mío le pasara eso? ¿Cómo reaccionaría yo ante esa situación? La pantalla tiene esa fortaleza. Permite que temas como el de la reinserción o el del reclutamiento de menores se pongan sobre la mesa. Con esto no pretendemos enseñarle nada al público, sólo queremos que haya reflexión o, por lo menos, que se entienda que la guerra es un tema complejo, y no es de blancos y negros. Si pudiera aportar una gotica a reducir la polarización, quedaría satisfecha. Además, creo que le debemos mucho a esta gente.

¿A qué se refiere con que “le debemos mucho”?

Primero, por la indiferencia que tuvimos como sociedad cuando se llevaron a los niños a la guerra. Aquí hubo un conflicto, con muchos menores involucrados, y hasta ahora estamos aceptando que eso sí pasó. Nunca salimos a marchar ni a exigir por ellos. Me incluyo en esa indiferencia. Y segundo, porque les hemos hecho las cosas más difíciles en su retorno. No hemos sido conscientes de lo difícil que es para ellos volver a la vida civil. Por eso mismo nos unimos con Unicef para promocionar una campaña para ayudar a los niños víctimas del conflicto bajo la premisa de que “lo que les pasó allá, no les puede pasar acá”.

¿Cree que los televidentes colombianos están listos para ver una serie así?

No lo sé. Pero diría, como madre, como ciudadana y como colombiana, que tenemos que hacerlo. No quiero que sea una obligación, pero creo que es un deber ciudadano preocuparse por lo que está pasando en nuestro país. El conflicto, la reinserción y la reconciliación son temas de todos. Creo que tenemos que sensibilizarnos porque ahí está nuestro futuro, el de nuestros hijos y el de Colombia.

Por María José Medellín Cano

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