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Orlando Cadavid, un lobo solitario

Ex corresponsal de El Espectador en Medellín, ex director de Noticias de Todelar y Radiosucesos RCN y cofundador de Colprensa, fue internado la semana pasada en la Clínica de Medellín, pero su estado evoluciona favorablemente.

Óscar Domínguez G.
21 de enero de 2014 - 03:33 p. m.


Con Violeta Parra le da gracias a la vida porque le ha dado hasta para repartir. Por su generosidad de siempre y por múltiples razones más, sus amigos, colegas y cómplices, estamos en “modo camándula” desde hace unos días, pidiendo, exigiendo al que reparte dones, que nos deje a Orlando Cadavid Correa muchos años más en el más acá. El más allá que espere.

El hombre que anda enfermoso por estos días, nació sin soberbia, ni avaricia. De pronto con algo de ira porque es temperamental. Que no falten la lujuria ni la buena gula. No conoce la envidia ni la pereza ni por el forro.

Ha practicado la poesía administrativa del Brujo Simón González según la cual a los jefes no se les debe notar que son jefes. Nunca ha tenido cara de doctor.

Para ser más eficiente en lo que hace, le encanta el oficio que le da de comer y de beber. Pero mereciéndolo. Me refiero al periodismo, del cual está jubilosamente jubilado, nunca retirado.

Como Carvajal, siempre ha hecho las cosas bien. Con una mezcla de ética con estética. Lo dicen sus ejecutorias como director de RCN y de Colprensa, para solo mencionar dos de sus más encopetados destinos en prensa y radio.

Un buen periodista no puede ser mala persona, pontificó el polaco Ryszard Kapuscinski. El hijo de doña Angélica es buenísima persona.

Jamás ha padecido la enfermedad de la importancia. Él mismo contesta el teléfono. Es un lobo solitario. Imposible verlo cocteleando o lagarteando.

Podría figurar en el Guinness Record como el bípedo que más casetes les ha grabado a sus amigos y cómplices. Canción que no tenga no existe.

Le gustaría cerrar su ciclo vital en su "Manizales del alma" adonde viaja de pronto a desatrasarse de nostalgias.

Es gerente-propietario-aguatero de un demoledor humor negro que esgrime por igual contra amigos y enemigos.

Paisano del expresidente Marco Fidel Suárez, nacido en Bello, Antioquia, es enemigo personal de la mala sintaxis. Una precaria redacción, un pacífico error de ortografía le daña el semestre. Él mismo es de prosa fácil, castigada, elegante.

Es de los que elogia en voz alta y regaña en voz baja. Tiene amigos a la izquierda y a la derecha. Aunque de él no es amigo el que quiere sino el que puede. Es dueño irrevocable de su intimidad. No admite un solo voyerista en su hoja debida. Es un espléndido cusumbosolo.

Tiene la estatura precisa (casi dos metros) para sus calidades humana y profesional. Sus años están llenos de vida, no su vida de años. Dejó el trago y el cigarrillo diez minutos antes de que estos lo dejaran a él.

Se aconseja no tenerlo de enemigo porque se confiesa hombre de grandes amores y gigantescos desamores.

Sus “peores” amigos dicen que quiere tanto a sus tres hijos que a cada uno le tiene mamá diferente. Ya es abuelo reincidente: los “ennetecieron” Tomás y Sebastián.

No se le conocen pecados veniales ni mortales contra su oficio que ama como los adúlteros aman a la mujer de su prójimo. Su hábitat es una casa tomada por la música y los libros.

Actualmente, dirige a cuatro manos con el Topo Evelio Giraldo la revista virtual Eje XXI, que circula en Manizales para la parroquia global. Es columnista exquisito de La Patria, de Manizales. Y faltan datos.

Sobre sus amigos ejerce una permanente veeduría sentimental que consiste en estar pendiente del éxito para alegrarse, y de las dificultades para arrimar el hombro. Para él primero es la amistad, la profesión después. Larga vida para Cadavid Correa.
 

Por Óscar Domínguez G.

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