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The Guardian ¿en el ojo del huracán?

El diario británico está siendo investigado por su publicación de las filtraciones del caso Snowden porque el jefe del MI5, los periódicos rivales y el primer ministro, David Cameron, afirman que la seguridad nacional se ha puesto en riesgo.

Rosanna West
11 de diciembre de 2013 - 12:22 p. m.
Alan Rusbridger, /AFP
Alan Rusbridger, /AFP
Foto: AFP - BEN STANSALL

El Comité Selecto de Asuntos Internos del Reino Unido está investigando el periódico inglés The Guardian y su redactor en jefe, Alan Rusbridger, debido a su publicación de las filtraciones de vigilancia proporcionadas por el informe estadounidense Edward Snowden, como parte de una investigación más amplia sobre la lucha contra el terrorismo.

Rusbridger se presentó ante el Comité (lo que forma parte de la Cámara de los Comunes) el martes 3 de diciembre después de las advertencias de los jefes de seguridad británica que las revelaciones habían dañado la seguridad nacional. Estas advertencias llevaron a una campaña lanzada por los medios de comunicación rivales como The Daily Mail -así como el primer ministro británico David Cameron- en contra de las acciones del diario.

El periódico de Rusbridger publicó documentos que informan cómo las agencias de espionaje, la británica (GCHQ) y la estadounidense (NSA) vigilan las comunicaciones. Documentos filtrados por Snowden - quien se encuentra en Moscú bajo asilo temporal - revelaron que los organismos son capaces de aprovechar las comunicaciones por Internet de millones de ciudadanos, a través del programa ‘Tempora’, en el caso de GCHQ.

Rusbridger fue cuestionado por el grupo de parlamentarios del Comité el martes pasado, en una manera que muchos consideraron como desmesurada, y que Dan Hodges, un bloguero del diario británico The Daily Telegraph calificó como “la definición de macartismo”.

El momento destacado vino cuando el presidente del Comité, Keith Vaz, un político experimentado que ha sido un diputado laborista durante más de 25 años, le preguntó: “Parte de las críticas contra usted y The Guardian han sido muy, muy personales. Usted y yo hemos nacido fuera de este país, pero yo amo este país. ¿Ama usted este país?”. El editor (nacido en Rodesia del Norte, hoy Zambia), según los blogueros en vivo, estuvo sin palabras al principio y su aparente estupor se confirmó más tarde cuando admitió que estaba "un poco sorprendido" de que se le hiciera la pregunta.

Con el tiempo, respondió: “Vivimos en una democracia y la gran mayoría de la gente que está trabajando en esta historia son británicos que tienen familia en este país, que aman este país. Estoy algo sorprendido de que me haga esta pregunta pero, sí, somos patriotas y una de las cosas en la que somos más patriotas es en la naturaleza de nuestra democracia, la naturaleza de una prensa libre y el hecho de que, en este país, uno puede discutir e informar de estas cosas”. El bloguero de medios de The Guardian, Roy Greenslade, escribió que Rusbridger “no hizo caso a la fanfarronada de los diputados”, y respondió a las preguntas “sin mucho trabajo”.

Esta noción de que The Guardian ha sido víctima de macartismo también fue planteada por el diario español El País, que hizo la pregunta: “¿Hay algo más macartista que insinuar que alguien hace algo políticamente significativo porque no es un patriota?”. Además, argumentó que “David Cameron le ha pasado como a Tony Blair. Toda la moderación de Blair se fue al garete con la guerra de Irak. Todo el centrismo del conservador Cameron se está yendo también al garete en el último año con sus posturas cada vez más radicales contra Europa, cada vez más xenófobas en inmigración y cada vez más reaccionarias en materia de libertades”.

Durante la comparecencia de Rusbridger, justificó que sólo publicó alrededor del 1% de los 58.000 documentos secretos dados a The Guardian y otros periódicos. Aseguró que el resto están "seguros", pero se negó a revelar en público donde se guardan, ofreciendo a escribir al Comité con la información si lo requerían.

Ante la pregunta de si The Guardian fue responsable de revelar los nombres de los agentes de inteligencia, el editor comentó que el diario no había "publicado nombre alguno". Siguió aclarando que "esta situación puede ser políticamente embarazosa, pero entre estos documentos no hay nada que ponga en riesgo la seguridad nacional". De hecho, le dijo al Comité que "tenía la sensación de que el propósito era intimidar a The Guardian", haciendo referencia a dos eventos: primero que un funcionario de alto rango de Whitehall le haya dicho que "ha habido bastante debate por ahora", y segundo que algunos diputados llamaron a la Policía solicitando que el redactor en jefe fuera procesado. La investigación continúa.
 

Por Rosanna West

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