"Una historia bien contada tiene poder para transformar la realidad": Gabriel Arriarán

El antropólogo ha usado su conocimiento etnográfico para explicar las problemáticas sociales y ambientales de la minería ilegal, en Perú. Asegura que la Amazonía es un foco del narcotráfico y hace una alerta sobre la trata de colombianas hacia ciudades de su país.

Consejo de Redacción
26 de marzo de 2017 - 07:51 p. m.
Gabriel Arrian es un antropólogo que ha investigado sobre la minería ilegal en la Amazonía.  / lamula.pe
Gabriel Arrian es un antropólogo que ha investigado sobre la minería ilegal en la Amazonía. / lamula.pe

Gabriel Arriarán  nació en Madrid, en 1976 y creció en Lima. Ha vivido en Houston, Puerto Maldonado, Barcelona y Londres, donde hizo su maestría en Antropología Social en London School of Economics and Political Science.

Es miembro del Grupo de investigación de Culturas Indígenas y Afro-americanas (CINAF) de la Universidad de Barcelona y ha sido ganador de las Beca a Jóvenes Investigadores del SEPIA en 2005 y 2007; yde la Beca MAE-AECI 2007-2011.

Además de la antropología, desarrolló un gusto por la literatura, por lo que en 2013 publicó, con la editorial Matalamanga, el ensayo literario Un escritor de culto, un texto acerca del culto al escritor José María Arguedas.

Arriarán ha estudiado los procesos esclavistas de la Amazonía desde el boom del caucho, y en particular, la trata de personas suscitada por la fiebre extractivista, tanto formal como ilegal, de la última década.

En el 2015 dirigió una investigación sobre las Rutas de la trata de personas en la Amazonía, comenzando por el Trapecio Amazónico y la ciudad colombiana de Leticia. Ha enfocado su investigación en la minería ilegal, publicando varios reportajes en los que denuncia las irregularidades, corrupción y consecuencias, como el tráfico de personas.

Su investigación sobre estas problemáticas se ha enfocado en la región de Madre de Dios, en la Amazonía sur oriental del Perú desde el año 2000, delo que ha escrito La encrucijada de una de las regiones con mayor biodiversidad del planeta, Keiko Fujimori y los mineros: El partido de la formalización, Emergencia improvisada y Entre la justicia y el escándalo.

Y en Espinar, en Cusco, ha investigado de la contaminación con metales pesados en la provincia, alrededor de un campamento de Glencore. de lo que ha publicado El campo de concentración de los metales y Las pruebas médicas que ocultó el gobierno.

Arriarán, además, ha participado en investigaciones globales como: Los clientes de Mossack Fonseca en Perú (Investigación de Panama Papers).

El antropólogo, quien estará en el X Encuentro de Periodismo de Investigación, compartirá su experiencia en el panel ‘Investigando la minería: ‘Cómo la antropología le aporta al periodismo’ junto al periodista colombiano Pablo Correa, ganador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar por sus investigaciones sobre explotación petrolera en Colombia.

También liderará uno de los talleres de profundización: Antropología y periodismo, un buen matrimonio.

Es antropólogo se especializó en ciencias políticas, el estudio de culturas indígenas y afroamericanas ¿Cómo llegó al periodismo?

Fue un proceso bastante largo para el poco tiempo que tengo como periodista de investigación. Comenzó cuando hacía un doctorado en antropología, con la decepción que me produjo la academia cada vez más encerrada en sus propias formas, y sin la capacidad para denunciar la corrupción y las injusticias con las que los antropólogos solemos toparnos cuando hacemos trabajo de campo. Al volver de Europa a Lima pensé que era posible aplicar una mirada etnográfica sobre la realidad, en este caso, de la minería ilegal y la trata de personas en Madre de Dios, pero no para hacer etnografía, sino para escribir literatura.

Llego al periodismo básicamente a través de la no–ficción, y con el propósito de convertir a Madre de Dios en un territorio literario, como la Yonakpathawa de Faulkner o la Santa María de Onetti, pero real. Con esta idea clara, entro a trabajar a un medio por Internet. Pero sus directores tenían demasiados amigos en el Estado como para investigar y publicar investigaciones con un mínimo de seriedad.

El día a día me comía escribiendo notas, cuando lo que yo quería era comprender el aparente caos que vive Madre de Dios desde que comenzó esta nueva fiebre del oro. Entendí, en todo caso, que este aparente caos, que es como se representa a la minería ilegal y la trata de personas en Madre de Dios en los medios tradicionales, no es casual.

En la minería ilegal y la trata de personas subsiste un orden, un sentido y unos actores profundamente intrincados en el mainstream económico y financiero. La imagen del caos en Madre de Dios está más bien orquestada, y es funcional a varios intereses económicos y políticos en Lima. De allí, era bastante natural que me decantara por el periodismo de investigación. Me acerqué, primero, a Gustavo Gorriti, de IDL–Reporteros, y luego llegué a Convoca.pe y colaboré con su directora, Milagros Salazar. Ellos dos, básicamente, me enseñaron el oficio de cero.

El problema de la minería ilegal es global, y aunque es una problemática con grandes repercusiones, tanto en el medio ambiente, como en las sociedades, es una situación que pasa por desapercibida. ¿A qué cree que se deba?

Reportajes sobre la minería ilegal aparecen todos los años en The Guardian, el New York Times y El País, sin contar, por supuesto, todos los reportajes que han salido publicados en la prensa local. No es que el tema pase desapercibido. Es que se toca siempre de la misma manera. En el fondo es siempre el mismo reportaje sobre la minería ilegal, una y otra vez. Se miran los impactos y las consecuencias sociales y ambientales. Pero, ¿cómo es que un fenómeno como la minería ilegal es posible? En la respuesta a esta pregunta están las pistas que podrían llevar a los gobiernos a solucionar este problema.

¿En qué terminó la investigación "Rutas de la trata de personas en la Amazonía", en la que estaba involucrada Colombia?

En un libro. En la primera de las rutas estaba incluida la ciudad colombiana de Leticia. En general todo el Trapecio es un foco tremendo de narcotráfico. En ese contexto me di con el caso de unas chicas de Cali que habían sido traficadas vía Leticia hasta Nueva Cajamarca, en la región de San Martín, y allí eran víctimas de trabajo forzoso y de explotación sexual. La trata de colombianas hacia distintas ciudades del Perú es un tema poco explorado, y en el que periodistas y medios de ambos países tenemos la gran oportunidad de plantear investigaciones conjuntas.

¿Cómo antropólogo cuáles cree que son las falencias de los periodistas al tratar este tipo de temas, y qué aportes podría ofrecer dar la antropología para mejorar el abordaje y la comprensión de temas medio ambientales?

La verdad periodística no es la misma que la verdad etnográfica. El periodismo tiene que ceñirse a los hechos, mientras que la etnografía permite levantar la vista por encima de ellos, mirar el contexto y entender su significado.Pongo un ejemplo concreto referido al medio ambiente. Son muy pocos los mineros, la mayor parte migrantes andinos en la selva, que logran regresar a sus comunidades con algo de dinero ahorrado. El hecho es este, y normalmente un periodista se quedaría ahí.

Un antropólogo, en cambio, encuentra que la ausencia del ahorro está asociada a pagos rituales que hacen los mineros a la tierra. Se trata de ofrendas al “Tío”, una suerte de demonio telúrico andino, que suelta el oro a los mineros a cambio de que ellos le entreguen su alma. El dinero que ganan los mineros (y a veces es mucho dinero) culturalmente no puede convertirse en capital. Si se invirtiera en el campo, a los cultivos los atacaría la helada; si lo hacen en ganado, las vacas no tendrían terneros y no producirían leche. Es un dinero improductivo, que sólo puede gastarse pecando, reventándolo en borracheras y burdeles, explotando sexualmente y violando a las niñas, a cambio de que, al volver al campamento, el Tío permita que la tierra suelte un poco más de oro.

Ahora, una historia valiente, bien investigada y bien contada, tiene unas posibilidades de bajar los pantalones en público a unos cuantos canallas y, de esa manera, tiene poder para transformar la realidad, que la antropología y los antropólogos están muy lejos de siquiera imaginar.

Por Consejo de Redacción

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