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Y tú, ¿Qué miras?

Es revelador, casi una premonición divina que la televisión pública logre conquistar igual número de estatuillas en los Premios India Catalina, que los canales privados.

Mauricio Molano Díaz
17 de marzo de 2016 - 03:50 a. m.

Es revelador, casi una premonición divina que la televisión pública logre conquistar igual número de estatuillas en los Premios India Catalina, 14 en total de 31 categorías entregadas, quedando al nivel de los canales privados, los mismos que llevan ventaja si se considera que tienen la posibilidad de comercializar sus espacios, amasando los grandes presupuestos de la torta publicitaria, pero que paradójicamente han perdido terreno frente a la creatividad e impecable factura, anclas que han sabido capitalizar el Sistema de Medios Públicos - Señal Colombia y otros canales regionales como Canal Tr3ce y Telecaribe, ganadores de 11, dos y uno de los premios respectivamente.

Hace menos de tres años asumí literalmente el reto que invitaba a los colombianos a cambiar el canal. El lema de la campaña era y sigue siendo, ‘Pásate a la pública’. En aquel entonces protagonicé uno de los comerciales referencia, mediante los cuales todos los canales de televisión pública del país hacían un llamado a los televidentes para aumentar el consumo de los contenidos dispuestos en sus parrillas de programación.

En esta pieza publicitaria personificaba al colombiano promedio, sentado en la sala de un apartamento, acompañado de una linda esposa, refunfuñando (control remoto en mano), por encontrar, tristemente, siempre lo mismo: realitys, novelas y concursos. Mi esposa, la del comercial, entendía la desesperación que esto me producía y sin dudarlo, en su guion bien aprendido, sentenció: amor, si no encuentras nada diferente pásate a la televisión pública.

Al parecer este mismo mensaje hizo eco en la cabeza de miles de colombianos que, cansados de buscar y no hallar cambios en las narrativas de los contenidos audiovisuales que ofertan los dueños del prime time, optaron por encontrar nuevas y creativas formas a través de cuales se les contaran historias y les evidenciaran una realidad poco disfrazada, con una fórmula sencilla pero a la vez efectiva: cultura + talento + ingenio = mayores niveles de audiencia y por ende el merecido reconocimiento.

Un ejemplo latente del éxito que ha venido teniendo Rtvc, el sistema público de medios del Estado, se encuentra sintetizado en Los puros criollos, programa que se llevó en la trigésimo segunda entrega de los premios India Catalina, celebrada en el marco del Festival de Cine de Cartagena Ficci, tres galardones en las categorías de: Mejor programa de entretenimiento, Mejor presentador de programa de entretenimiento y Mejor edición para televisión.

En opinión de Santiago Rivas, ganador en la categoría de Mejor presentador de programa de entretenimiento “Los puros criollos es un programa hecho con corazón, y eso llama a la gente. El mayor éxito ha sido el de ser un espejo y una ventana a la vez. Es decir, le mostramos a muchos colombianos cosas que no conocen y al mismo tiempo reflejamos lo que somos los colombianos, con todas nuestras virtudes y todos nuestros defectos”.
Los tiempos en que los canales imponían las historias y a nosotros nos tocaba conformarnos con lo que había, quisiéramos o no, son cosa del pasado. La evolución de la industria del entretenimiento nos deja en una posición privilegiada; así, gracias a la tecnología y a la forma misma como los operadores y generadores de los contenidos la han apropiado para beneficio de quienes estamos de este lado de las pantallas, podemos consumir, ver y entretenernos o informarnos cuándo y cómo lo deseemos.

Cuando hago referencia a las pantallas no hablo únicamente de las de televisión, las múltiples plataformas son el ahora. El avance tecnológico nos permite ver en tiempo real y desde dispositivos móviles como teléfonos inteligentes, tabletas y computadores portátiles, un número casi ilimitado de formatos audiovisuales; esto sin duda facilita la apertura de la mente, el enriquecimiento del criterio y la democratización de la información en un solo clic.

Si a estos avances le sumamos que muy seguramente los públicos nicho o las audiencias son cada vez más exigentes, han formado y fortalecido sus niveles de entendimiento frente a las narrativas y a su vez las estéticas no los convencen, dejando atrás estereotipos como las historias basadas en narco paramilitares, novelones rosa a los que desde la escena uno les conocemos el nudo y hasta el final, formatos de realidades en donde cada capítulo es un alegato entre el vivo y el bobo, podremos asimilar porque es que a la televisión pública, hecha con las uñas, le está yendo de maravilla.

No olvidemos también el desgaste que generan los informativos, con bloques o segmentos enteros dedicados a violentas muertes, asesinatos indescifrables, robos y atracos por doquier, polarizaciones que nos llevan del más aquí al más allá, del Tánatos al Eros, del principio al fin; desalentadoras noticias que nos petrifican y dejan en un estado de desazón constante, como si los buenos hechos no tuvieran cabida en sus amañados formatos.

Hay un reto gigantesco. El Estado debe ser garante para que la televisión pública como la que hace Telepacífico, Telecaribe, Canal Tro, Canal Tr3ce, Señal Colombia, Canal Institucional, Telecafé y otros no pierda el impulso; para esto se necesita, no solo la voluntad política sino fortalecer además sus presupuestos, apropiar una renovación tecnológica, acelerar la implementación de la TDT y evitar politizar, con cuotas, a sus directivas.

Así las cosas pasarse a la pública será siempre la mejor opción, más cuando los privados viven en función de la rentabilidad de sus espacios. Hacer televisión de calidad, anteponiendo a la audiencia es, sin temor a equivocarme, una apuesta por la paz en la medida en que mengüemos los odios y nos reconozcamos como una sociedad cambiante. El llamado a la reflexión es: y tú, ¿Qué miras?
 

Por Mauricio Molano Díaz

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