Harry Belafonte, desde la soberanía del calipso

El denominado "Hombre calipso" o "Rey del calipso", que nació el 1 de marzo de 1927, únicamente vivió un lustro en Jamaica (entre los 8 y los 13 años), pero en ese tiempo logró extraer la esencia del Caribe y popularizó temas como "Day-O (Banana boat song)".

Juan Carlos Piedrahíta B.
02 de marzo de 2020 - 03:33 p. m.
Harry Belafonte nació el 1 de marzo de 1927 en Nueva York, Estados Unidos.  / AP
Harry Belafonte nació el 1 de marzo de 1927 en Nueva York, Estados Unidos. / AP

Las apariciones de Harry Belafonte tanto en televisión como en cine superan, y por amplio margen, el número de sus trabajos discográficos. En 93 años de vida, recién cumplidos, se pueden destacar dos momentos mediáticos memorables relacionados con el músico, actor y activista norteamericano de ascendencia jamaiquina. Esos instantes han quedado plasmados en la memoria colectiva del público, de la misma manera en que se ha guardado su grito inicial en el tema Day-O (Banana boat song)(Le puede interesar: Viajar en el tiempo y otros superpoderes de los Backstreet Boys en Bogotá)

  

Una de esas participaciones tuvo lugar en el show de los Muppets porque aparte de entonar a capela, es decir sin ningún acompañamiento instrumental, su canción más popular, Day-O (Banana boat song), les dio a los famosos muñecos una explicación detallada, algo interrumpida eso sí, del contexto social que provocó esta especie de plegaria dedicada a los bananeros en los países caribeños.

 

 

La otra exposición en la pantalla de Harry Belafonte fue menos afortunada y ocurrió hace un par de años cuando un informativo de Nueva York lo convocó para una entrevista en vivo y en directo. El artista aceptó, instalaron las cámaras en su oficina y cuando desde el estudio saludaron a Belafonte, la imagen lo mostró totalmente dormido. (Lea también: Liam Gallagher insiste: "Habrá una reunión de Oasis muy pronto")

La presentadora hizo hasta la imposible por despertarlo, incluso emitió el canto inicial que hizo célebre su creación, pero el denominado Rey del calipso continuó con los ojos cerrados y en un intenso diálogo interno. Esos 30 segundos al aire, que en la pantalla chica equivalen al mismo tiempo, pero debajo del agua, borraron las otras intervenciones brillantes del artista.  

 

 

A partir de hechos divulgados y ampliamente difundidos en distintas épocas, pocas personas recuerdan que a pesar de haber vivido solo un lustro en Jamaica (entre los 8 y los 13 años) Harry Belafonte logró extraer la esencia del Caribe y transformó en un sonido comercial aquellos cantos de los obreros del petróleo en países como Trinidad y Tobago, cuyo único elemento percutivo era el barril del crudo. (Además: Soda Stereo: así se vivió "Gracias totales", el homenaje a Gustavo Cerati)

También quedó en el olvido su formación actoral al lado de personajes como Marlon Brando, Tony Curtis, Walter Matthau y Sidney Poitier, con quien tuvo la iniciativa de hacer guiones de películas solo para actores negros. Casi nadie hace referencia a su relación cercana con Martin Luther King, su condición de anfitrión de Nelson Mandela en América, ni de su gestión particular durante la elaboración del proyecto We are the world, la canción que entonaron al unísono varias personalidades de la música, entre ellas Michael Jackson.

Harry Belafonte fue, además, protagonista de una de las primeras muestras de cariño interracial en los medios de comunicación y su compañera durante esa escena espontánea fue la rubia cantante inglesa Petula Clark.

 

 

Las dos figuras de la música, en los momentos de mayor discriminación afrodescendiente, exhibieron su afecto mutuo en frente de las cámaras. Harry Belafonte no se inventó el calipso, ni tampoco es uno de sus exponentes virtuosos y genuinos, pero con algo más de 40 álbumes lo ha tratado de legitimar y su compromiso con esta manifestación folclórica del Caribe ha sido tan activo como su consciencia social.

A Belafonte, con sus apariciones mediáticas y su compromiso social, hay que recordarlo en su justa medida y por eso el atuendo del rey del calipso le queda a la perfección. 

 

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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