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Petronio Álvarez: ¿quién fue “El Cuco”, inspirador del Festival de Música en Cali?

El compositor de “Mi Buenaventura” vivió 52 intensos años (1914-1966), y dejó un legado musical que motivó la creación del Festival de Música del Pacífico en su nombre.

Hernando Saavedra*
06 de agosto de 2022 - 08:00 p. m.
Petronio Álvarez murió prematuramente el 10 de diciembre de 1966 en Cali, a los 52 años.
Petronio Álvarez murió prematuramente el 10 de diciembre de 1966 en Cali, a los 52 años.
Foto: Cortesía: Festival Petronio Álvarez

A pesar de no haberse educado en un conservatorio, de no haber estado ligado a ningún sello disquero, de no haber dedicado su vida a la música ni devengar su sustento de ella, Petronio Álvarez ha pasado a la historia regional como uno de los grandes impulsores del folclore del Pacífico, junto a figuras como Mercedes Montaño, Teófilo Potes, Peregoyo o Marquitos Micolta. A falta de academia, Álvarez contó con mucho de instinto, talento y de corazón, para terminar conquistando un encumbrado lugar en la historia musical del Litoral.

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Patricio Romano Petronio Álvarez Quintero, o simplemente Petronio, nació el 1 de octubre de 1914 en la isla de Cascajal, Buenaventura. Este músico y compositor es hijo de Juana Francisca Quintero Asprilla, una chocoana escritora de versos, y de José Joaquín Álvarez Micolta, un caucano que había llegado a este puerto hacia finales del siglo XIX, atraído por la construcción del primer tramo del Ferrocarril del Pacífico, del cual fue posteriormente maquinista.

Ante la muerte de su padre en 1926 y los apuros de su madre por sobrellevar las responsabilidades del hogar haciendo pan y empanadas de cambray, que por momentos no eran suficientes, Petronio Álvarez empezó a trabajar desde muy temprana edad. Es así como, con la ilusión de llegar a ser como su padre, consigue empleo en el Ferrocarril del Pacífico, inicialmente como aguatero, para años después pasar a los talleres. Allí le regalarían un libro sobre mecánica que le permitió obtener las bases del conocimiento alrededor de la locomoción que junto a la empiria suscitada por su inquieta personalidad, le aseguraron un paulatino ascenso hasta que consiguió el sueño de ser maquinista.

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Petronio ejerció como primer maquinista de la locomotora “La Palmera”, perteneciente a los Ferrocarriles Nacionales, hoy conservada como monumento en la ciudad de Cali. El trabajo en el ferrocarril marcó la vida de Álvarez, pues gracias a él tuvo la oportunidad de recorrer mucho de la inmensidad del Pacífico colombiano.

“Él comandaba su locomotora imprimiéndole un ritmo a su rodar sobre las paralelas que acompañaba con el de las canciones que entonaba a viva luz y que se iban con el humo y el viento”. Así lo describe Juana Francisca, su hija y biógrafa.

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Pero Petronio Álvarez no sólo heredó de su padre el oficio de maquinista, también el apodo de “Cuco”, por su supuesta astucia e inteligencia manejando el ferrocarril, y de igual manera su destreza con la guitarra, que aprendió a tocar antes de cumplir los veinte años. Sus habilidades de intérprete se complementaron con sus destrezas como compositor, que se intuyeron desde muy temprano, según reseña Juana Francisca, a través de las improvisaciones que Petronio hacía desde que le ayudaba a vender las empanadas de cambray a su madre.

Esta sería a la postre una de sus grandes características y cualidades de Petronio Álvarez como artista: la improvisación. Se cuenta que junto al cajón de herramientas de la locomotora, acomodaba su guitarra para deleitar a sus compañeros del Ferrocarril con la maestría que poseía interpretándola y con las composiciones repentistas alrededor de temas que le causaban fascinación como lo fueron la naturaleza y los paisajes, inspirados por sus continuas travesías por el Valle del Cauca, además del orgullo por su raza negra y por su Buenaventura natal y la cotidianidad de sus gentes.

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Es precisamente por la inspiración que le induce su terruño que compone ‘Mi Buenaventura’, tema que terminaría por convertirse no solo en su canción más popular, sino también en el himno de este Puerto y sus gentes. Inicialmente fue grabada por Tito Cortés y Los Trovadores de Barú, en 1952, para posteriormente popularizarse en más de 25 versiones grabadas. También en honor a su entrañable puerto, más tarde, en 1935 creó el conjunto musical al que igualmente denomina “Buenaventura”.

Su versátil legado musical pasa por poseer bambucos, merengues, huapangos, sones, abozaos y jugas, pero indiscutiblemente fue el currulao, con toda la tradición de sus antepasados africanos, el que más marcó su trasegar en el mundo de la música. A través de sus composiciones en cada uno de los ritmos, Petronio Álvarez recreó a su manera mucho de la idiosincrasia, el acontecer y el sabor del litoral.

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En piezas como “Teresa” describe el espíritu machista del negro porteño; en “Roberto Cuero”, el muerto vivo, pone en escena anécdotas y costumbres populares funerarias de la región; con “Bochinche en el cielo” muestra mucho de sus devociones religiosas con la hilaridad que siempre lo acompañó; a través de “El porteñito” o “Adiós al Puerto” deja en evidencia una vez más, el amor por su tierra. Y así cada canción tiene su historia.

Igual pasa con “Vespertina”, “El Piñal”, “Chopero”, “Overol”, “Linda Porteña”, “Coja la Pareja”, “Felisa”, “Muy Indigna”, “Despedida”, “Adela”, “Año Viejo”, “Cali, ciudad sultana”, “Adiós a Colombia”, “El Cauca”, “Viendo Correr” y “La Caña de Azúcar”, tan sólo algunas de sus composiciones más populares, aún cuando la mayor parte de la obra musical de Álvarez es inédita.

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Ahora bien, más allá de su clara tendencia por los ritmos colombianos y especialmente los sones del Pacífico, la música argentina ejerció gran influencia en la vida musical de Petronio Álvarez. Cantó y compuso tangos y milongas inspirados en su admiración por el gran Gardel, a tal punto que en algún momento fue llamado el Gardel del Puerto. Entre los tangos que Petronio compuso se tiene: “El suicida”, “Recordación”, “El cortito”, “Con mi guitarra”, “Canto en arrabal” y “El pecho me está doliendo”.

En 1942 Petronio Álvarez conoció a Veneranda Arboleda Rodríguez, natural de Salahonda, Nariño, con quien se casaría después de 11 años de convivencia, en la Iglesia de San Nicolás en Cali. Se le adjudican además dos relaciones extramatrimoniales, algo que era considerado normal entre los hombres de su región. De Petronio Álvarez se reconocen diez descendientes: Gerardo, Gladis, Leyda, Nelly, Iván, Alí, Cristina, Juan Francisca, Nancy y Edilberto. De su padre, Juana Francisca recuerda especialmente su interés por que sus hijos conocieran el folclor y la tradición oral del Pacífico, por medio de mitos y canciones.

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En 1958, tras jubilarse de su trabajo en los ferrocarriles, Petronio Álvarez se traslada a la ciudad de Cali, a una casa en el barrio Salomia. En la Sultana del Valle este hombre grande y corpulento, comienza a ser partícipe de una serie de reuniones musicales que en honor del Pacífico hacía con sus amigos. Petronio Álvarez hace parte de la historia de la bohemia del Cali Viejo.

Deambulaba con su guitarra en las noches alegrando con sus improvisaciones y sus canciones ya reconocidas como “Mi Buenaventura”, a sus amigos en los bares, cantinas y estaderos en los que ya se había establecido la costumbre de ir a escuchar a cantores y serenateros.

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Después de padecer un cáncer óseo que en sus últimos años lo redujo paulatinamente, y que le impidió proseguir con su vida de bohemio vagabundo, Petronio Álvarez murió prematuramente el 10 de diciembre de 1966 en Cali, a los 52 años, heredándole todo un legado musical a su familia, amigos y en general a las gentes del Pacífico, legado que ha llevado a que se le llame “El Rey del Currulao”.

En 1996, en honor al “Cuco” se crearía el Festival de Música del Pacifico ‘Petronio Álvarez’, que se celebra anualmente en la ciudad de Cali y el cual se ha convertido a través del tiempo en vitrina del folclor, la cultura y la identidad del litoral afropacífico.

*Centro Virtual Isaacs, con base en “Vida y obra de un compositor. El maquinista trovador. Petronio Álvarez “El Cuco”. Juana Francisca Álvarez.

Por Hernando Saavedra*

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