“Somos testimonio del 'progreso continuo'”: Crack Family

Con "Fuego", el segundo de una serie de cuatro álbumes, Bogotá presenciará este sábado el regreso de la banda de rap más underground, y quizá más exitosa hoy por hoy, que ha dado la ciudad, con un frenético modelo de trabajo que los ha catapultado a lo más alto del movimiento.

Felipe García Altamar. / @FelipeAltamar
28 de abril de 2017 - 09:39 p. m.
Manny y Cejaz Negraz, los dos integrantes de Crack Family que afirman ser los testimonios vivientes del "progreso continuo". / Cortesía.
Manny y Cejaz Negraz, los dos integrantes de Crack Family que afirman ser los testimonios vivientes del "progreso continuo". / Cortesía.

Crack Family sabe todo lo que se dice de ellos. Lo bueno y lo malo; lo cierto y lo falso. Y parte del éxito que han cultivado en más de 20 años de carrera radica en que no han dado crédito a los comentarios, pues prefieren responder como saben: con música. El estilo de la banda bogotana, tan undergorund como exitosa, es producto de una fórmula infalible que los ha llevado a ser aclamados en tarimas de Colombia, América y Europa. Crack Family, nacida en las entrañas de Ciudad Bolívar -acaso la localidad más olvidada de Bogotá-, lleva dos décadas retratando el más crudo día a día de los barrios colombianos.

Son hijos de la calle y la conocen como pocos, por lo que su testimonio es quizás la más fehaciente prueba de que el Estado no tiene ojos para todos. Sus letras, bases, videos, estética, puesta en escena y hasta sus relaciones interpersonales, son producto de haber nacido en ese conflictivo entorno, y en familias disfuncionales, como otros tantos -¿millones?- de hogares en el país. Igual que la mitad de sus compatriotas, son hijos de la violencia y del olvido que retratan en sus canciones, que han escandalizado a la otra mitad del país por mostrar una realidad que muchos no ven… o no han querido ver.

Cejaz Negras y Manny, integrantes principales de la banda, son los "rockstars" del hip hop colombiano. No por engreídos o por pedir 20 litros del más fino alcohol para cada presentación. Por donde pasan generan tanta conmoción como exaltación, porque si hay algo claro es que son una banda que despierta amores y odios, quizás por igual. Sus fans los reconocen a metros y no vacilan en acercárseles, pedirles un autógrafo o una foto y hasta hablarles como conocidos de toda la vida, ya que pese a la imagen de gánsteres que han construido son más bien dos amigos de todo el mundo que asumen a cada persona como un mundo y, como tal, intentan comprenderlo. La visita de dos o tres horas que hizo Crack Family a la sede del conglomerado de medios que agrupa a El Espectador, Caracol TV, Shock, Cromos y Vea, entre otros, fue constantemente interrumpida por fanáticos de la banda que no venían de esos barrios que describen, sino que estaban en oficinas y restaurantes del complejo. 

La naturalidad es una característica indiscutible de la banda. Su claro mensaje no sería arruinado con estéticas incoherentes a lo que han sido, o con coqueteos a los sonidos exitosos de acuerdo a cada época. Esa naturalidad la manifiestan en singular, al obviar hasta el maquillaje para fotos promocionales; también en colectivo, al burlarse de lo políticamente correcto para la música. No tienen problema en prender un porro en pleno concierto, tampoco en salir en videos entre modelos y camionetas, y mucho menos en hablar de su oscuro pasado. "Es empírico. Es natural: Crack Family es nuestro proyecto y nuestro mecanismo", relatan. Así lo definieron conforme fueron adquiriendo esa furiosa personalidad con la que destrozan las modas. No están de acuerdo con las clasificaciones, pero creen que, por ejemplo, el fenómeno del trap no es más que otro hurto directo al hip hop. A su modo de ver, morirá en un tiempo y luego se volverá a recurrir al rap para fusionarlo y poner otro ritmo de tendencia.

“Trap es el punto. Trap es el ghetto. Trap es la calle. Pero ahora lo están haciendo con ‘Te amo’ y bailadito. En Estados Unidos es “cocinando coca”, “armando los fierros”, “del golpe”. Trap es pistoleando. Trap es jibareando, dice un airado Cejaz Negraz. “Están siguiendo un modelo que fue exitoso; dicen: ‘lo llevo acá, que esta gente casi no sabe de esto’. Más tarde se cansan de escuchar trap y vuelve y cambia el ritmo. Lo están categorizando así, pero eso existía desde hace rato y está más ligado al rap que cualquier cosa. Al reggaetón se le acabó el campo de acción. Hicieron todo lo que podían hacer y ya están buscando otras cosas”, sentencia un más reflexivo Manny sobre las lógicas de la industria musical. Despedazan ese nuevo trap, como también la música urbana, que prefieren entrecomillar. "No importa de qué lo unten o de qué lo fusionen. El que está claro está claro", dicen sobre el rap y esas nuevas manifestaciones que están rayando con lo que hizo hace mucho Crack Family. Eso por lo que han sido tan criticados. 

Bogotá ha sido su inspiración y su mantra. Crack Family ha dibujado como pocos artistas la vida en las calles de la capital, con todo lo que esto implica: delincuencia, corrupción, drogadicción, prostitución y todos los peligros a los que se expone una persona que transita las aceras de la ciudad. Aunque esa ha sido la faceta que los ha caracterizado, la banda también se ha arriesgado a hablar de amor, de superación, de las alegrías y el pensamiento humano. En últimas, de la vida. "Tenemos una línea de música y podemos hacer música romántica, de revolución, de calle. Es música y son sensaciones de la vida, y la vida no es solo lo bueno, también es lo malo, lo gris, lo azul… usted es el que le pone color a su vida". Y es que, pese a contar la calle con lujo de detalles, las canciones de Crack Family hace mucho que sobrepasaron ese cliché.

(Lea: Crack Family, religión de la calle)

Esa etapa -que por más que se quiera presentar como nueva, no lo es- los ha llevado a grabar y presentarse en los países más dedicados al hip hop. Desde Estados Unidos hasta Noruega, pasando por México, Francia, España, Alemania y toda Latinoamérica, han sido testigos de la evolución de una de las bandas más globales de Colombia. Una evolución que ellos prefieren llamar “Progreso Continuo”, una expresión que más que eso son su lema y la credencial con la que se presentan ante el mundo. El slogan tiene un pequeño anexo, que es igual de importante para sus producciones: "No degradación". En total, las cuatro palabras representan la visión de la banda sobre la autogestión e independencia que profesan.

 “El mensaje de nosotros es, en realidad, para aquellas personas que están apartadas, discriminadas o que son minoría. Para los muchachos que no saben para dónde van. Todo el tiempo se les habla de salir adelante y de tratar de vivir de lo que usted hace”, cuenta Cejaz Negras, mientras que Manny va más allá y prefiere describir su trabajo como algo por encima de la música. "Hay cosas en la vida que generan emociones y ahí es cuando uno sabe que está bien hecho. Más allá de la afinación, más allá de la entonación, si algo está bien hecho se siente", dice.

Son ejemplo de que llegar a la cima desde abajo es posible. Son ejemplo de que el trabajo, la constancia y la disciplina son la respuesta más adecuada a los haters del rap, e incluso a los que, dentro del mismo género, han intentado borrarlos por no estar de acuerdo con lo que dicen. Son ejemplo de que se puede vivir del hip hop y que, en Colombia, un país que a veces parece detestar a sus artistas, es posible construir todo un imperio con una idea clara y un esfuerzo incesante. “Recibimos el fruto del progreso de nosotros mismos. El progreso existe y se puede vivir de la música o de lo que a usted le gusta”, testifica Cejaz.

Así han logrado crear todo un sistema paralelo (gobierno subterráneo, le dicen ellos) con el que, de una u otra forma, suplen todo lo que de otra forma les tocaría rogar. Pensaron que, teniendo una disquera, una marca de ropa, un estudio de grabación y un equipo multimedia, las cosas serían más fáciles. Y estaban en lo cierto. Al hacerse con la infraestructura necesaria para no tocar puertas de la casi inexistente industria del rap en Colombia, se salvaron de haber pasado por el calvario que sí tienen que vivir los que tienen el dinero, el talento o la palanca necesaria para sacar adelante su trabajo.

Dicen que hace mucho perdieron la cuenta de cuántas canciones han hecho. Tanto las que están en álbumes y mixtapes (que tampoco saben cuántos son; unos 17, calculan), como las que tienen engavetadas. Y perdieron la cuenta por esa misma maña de estar fijándose más en el presente que en el pasado. Por eso, lo único que tienen bien claro es que este sábado presentarán el segundo de cuatro álbumes con los que quieren rendirle un homenaje al hip-hop.

“Fuego” es el protagonista de la maratónica jornada que Crack Family ofrecerá este sábado 29 de abril a sus seguidores. “Fuego”, del que ya presentaron su antesala (un video que en dos días sobrepasó las 74.000 visitas), es el álbum que sigue a “Agua”, y el que, esperan, preceda a “Tierra” y “Aire”. Como es evidente, optaron por tomar los nombres de los cuatro elementos vitales. Vitales, como lo son el DJ, el MC, el B-boy y el graffiti para el movimiento que los ha llevado a lugares con los que hace un tiempo solo podían soñar. 

Desde el mediodía se presentarán en La Bodega, en el centro de Bogotá, un sector que es casi su segundo hogar. A las 8:00 p.m., la gran cita será en el Auditorio Lumiere, donde estarán con varias de las figuras del rap bogotano: Big Mancilla, Rap Bang Club o Roots Rolo. Apenas se bajen de esa tarima, en realidad unos días después, nuevamente se van a Europa a seguir trabajando en el mensaje de progreso con el que quieren ser identificados.

Crack Family, culto de barrio

Por Felipe García Altamar. / @FelipeAltamar

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