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Paul McCartney: la leyenda se hizo concierto

El exbeatle interpretó durante tres horas un repertorio de 40 canciones.

Diana Carolina Durán Núñez
20 de abril de 2012 - 05:06 p. m.

La espera no fue fácil. Las filas para entrar estaban más largas de la cuenta, y la gente de vez en cuando lanzaba una queja al aire. “Esto está como desordenado, ¿no?”. La Policía estaba atenta a que nadie lograra contrabandear trago. Adentro, en el estadio Nemesio Camacho El Campín, la ansiedad de miles de fanáticos se mezclaba con la infortunada mezcla de un DJ que escogió poner versiones tropicales de clásicos de los Beatles como “Can’t buy me love”, “I wanna hold your hand” o “Don’t let me down”. Las rechiflas estaban a la orden del día.
 

La espera no fue fácil. Las filas para entrar estaban más largas de la cuenta, y la gente de vez en cuando lanzaba una queja al aire. “Esto está como desordenado, ¿no?”. La Policía estaba atenta a que nadie lograra contrabandear trago. Adentro, en el estadio Nemesio Camacho El Campín, la ansiedad de miles de fanáticos se mezclaba con la infortunada mezcla de un DJ que escogió poner versiones tropicales de clásicos de los Beatles como “Can’t buy me love”, “I wanna hold your hand” o “Don’t let me down”. Las rechiflas estaban a la orden del día.
 
A las 8:48 de la noche Paul McCartney tocó su tan anhelado primer acorde: era “Magical Mystery Tour”, la canción del álbum y la película que llevaban el mismo nombre. Con la película la crítica no fue tan benévola; lo contrario pasó con el álbum. Antes de que empezara el concierto, mientras la gente hacía fila para ingresar, los vendedores habían insistido en que llovería. De hecho, el aire se sentía húmedo y las “ruanas de plástico” fueron la venta más popular. Pero del caprichoso cielo bogotano no cayó una sola de agua sobre la cabeza de sir Paul.

Como ya es sabido, antes de enloquecer a la multitud con el clásico “All my loving”, que fue su tercera interpretación, McCartney se dirigió a su audiencia con un “hola, Bogotá; hola, Colombia; ¡buenas noches, parceros!”. Pero no fueron esas las únicas frases que soltó en español. “¿Todo bien o qué?”, dijo minutos más tarde. Seguido, luego, de un “gracias por la grandiosa bienvenida”. A lo que le agregó un “estamos muy contentos”. Y de despedida, un “nos vemos a la próxima”.

Fue una noche cargada de emotividad, tanto para el público como para el representante del cuarteto más famoso de Liverpool. Muchos de los asistentes, absortos de emoción, lloraban. McCartney, por su parte, dejó saber a quienes lo escuchaban las intimidades de sus canciones. “Esto lo escribí para ti, Linda”, señaló apuntando al cielo antes de cantar “Maybe I’m amazed”, compuesta para la mujer con quien se casó en marzo de 1969 en Londres, que falleció por culpa de un cáncer en abril de 1998. Fue la canción número 13 de la noche.

Cuatro canciones después llegó el turno de una de las melodías más reconocidas de los Beatles: “Blackbird”. “Esta canción la escribí en los 60, cuando la gente en Estados Unidos luchaba por sus derechos civiles”. Luego vino otro momento de sinceridad del artista con su público: “Escribí esta canción para mi gran amigo John. Es la conversación que nunca tuvimos”, expresó con su acento del norte de Inglaterra, e interpretó “Here today”. 

Como si las emociones no estuvieran ya a flor de piel, un poco después dejó la guitarra y se apareció con un ukulele, aquella guitarra miniatura de cuatro cuerdas muy popular en Hawaii. Era su tributo a George Harrison. La canción número 22 de la noche fue “Something”, compuesta por el exbeatle que murió de cáncer en noviembre de 2001. Siguió cantando, pretendiendo de vez en cuando que hablaba español, recordando a sus compañeros, y hasta que interpretó en el piano “Hey Jude”, que era la canción número 33 de la noche, no paró un solo instante, ni siquiera para tomar agua. A las 10:58 de la noche, por primera vez, dejó el escenario.

Regresó un par de minutos más tarde, con una bandera de Colombia en sus manos mientras uno de sus compañeros de banda sostenía la del Reino Unido. Ahí llegó la tanda exclusiva de los Beatles. Cantó canciones como “Day Tripper”, “Get back”, “Lady Madonna”. Se fue por segunda vez del escenario y regresó, triunfante, para interpretar con su guitarra la canción que el público le había pedido toda la noche: “Yesterday”. Dijo que quería roquear y a todo pulmón cantó “Helter skelter”. Cerró la noche con “Carry that weigth”, canción que los Beatles lanzaron en el álbum “Abbey Road”, el último disco de estudio de la banda.

“Nos vemos a la próxima”, dijo en español. Eran las 11:30 de la noche y había cantado 40 canciones; los organizadores habían anunciado un repertorio de 25. Con su voz, sus movimientos y su humor, difícilmente alguien en El Campín podría haber recordado que ese hombre, que en la década de los 60 era uno de los solteros más apetecidos del planeta, hoy está a punto de ser un septuagenario. Los años se han colado en su voz, y las notas altas, esas que con tanta facilidad alcanzaba cuando los Beatles eran los dioses de la música, cada vez escasean más en su repertorio. Paul McCartney, sin embargo, sigue siendo el Zeus de su olimpo. Y el concierto que dio anoche en Bogotá fue sólo una manera más de ratificarlo.

Por Diana Carolina Durán Núñez

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