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Walter Riso

El columnista y escritor argentino recuerda que la primera vez que fue al sicólogo no habló ni una palabra y le cobraron igual.

El Espectador
08 de septiembre de 2008 - 07:35 p. m.

Un amor peligroso.
El propio.

¿Cómo mantener la calma?
Primero hay que adquirirla.

¿A quién le escribe cartas?
Al Coronel, para que no se deprima.

¿Dónde está la paz?
Exactamente al lado opuesto de donde la buscamos.

Una costumbre saludable.
Aprender a perder.

Una pequeña locura.
Haber sido a veces demasiado cuerdo.

Unas gotitas efectivas.
Da, da, gu, gu, nene...

Una receta para encontrar el amor.
Creer más en uno que en el amor.

¿Y otra para conservarlo?
Resignación, sexo, amistad y ternura.

Un paciente difícil.
El que se cura solo.

¿Dónde está Dios?
Detrás de uno cuando miramos hacia delante, y delante de uno, cuando nos damos vuelta.

Una muestra de lucidez.
Prender una vela cuando se va la luz.

¿Dónde está la locura?
En la falta de humor, en los que se ríen fruncidos.

Una canción bonita.
Fields of gold, de Sting.

Un recuerdo de su infancia.
El sabor a Nápoles.

Una pesadilla.
Volver al primer amor.

Un sueño dulce.
Comer alfajores argentinos.

¿Qué lo asusta?
No poder estar en silencio.

Un amuleto de buena suerte.
Un pequeño Buda.

Una costumbre light.
Comer helado dietético.

¿En qué columna se apoya?
En la de CROMOS.

Su lado más liberal.
Soñar despierto.

¿Y el más conservador?
Roncar dormido.

Una política.
La de puertas abiertas.

No se quiere morir sin...
Estar consciente de que me voy.

Un momento feliz.
El amanecer en el mar, comiendo piña.

Una pócima contra la tristeza.
La belle indifference o el importaculismo.

Qué lo desespera.
La lentitud de los que se creen moderados.

Un escritor.
Fernando Pessoa.

Un periodista.
El que sepa escuchar bien y preguntar poco.

¿Con quién le gustaría sentarse a conversar?
Con Woody Allen.

Su talento escondido.
No lo encuentro.

Si no hubiera sido sicólogo, ¿qué habría sido?
Paciente.

Un personaje literario.
Pereira, el que sostiene.

Un lugar del mundo para volver.
El Bolsón, en la Patagonia.

Su mayor derrota.
Una partida de póquer en la que me desplumaron.

Un triunfo.
La revancha cuando los desplumé.

Su mayor oso.
Pedir perdón cuando tenía razón.

Un recuerdo agridulce.
Comida china a domicilio.

Su mayor extravagancia.
Ladrarle a la gente.

Un viaje que le cambió la vida.
A Barcelona.

Una manía.
Pensar que si no pienso lo que pienso, igual estoy pensando.

Un interrogante.
Si realmente el universo ayuda a que nuestros deseos se hagan realidad: ¿Qué haría el universo frente a un partido de tenis donde los dos jugadores piden al tiempo ganar el partido? ¿Neurosis cósmica?

Una ilusión.
El sosiego en estado puro.

Una enseñanza de la vida.
Necesitar poco, amar mucho.

Un maestro.
Epícteto, que sigue vigente.

Que lo entristece.
El dolor de la gente que quiero.

Un consejo que les da sus hijos.
Hagan lo que quieran, total ya son grandes... Pero que yo no me entere!

Una ayuda al escribir.
Whisky, almendras y Bach.

Por El Espectador

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