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'Un actor debe aprender la paciencia'

Regresó a la televisión después de 30 años para representar a la implacable madre de Helenita Vargas en la serie del canal Caracol’.

El Espectador
19 de febrero de 2014 - 03:16 a. m.
Su carrera como actriz, dice Laura García, le ha permitido conocerse e indagar en el alma humana. / Óscar Pérez
Su carrera como actriz, dice Laura García, le ha permitido conocerse e indagar en el alma humana. / Óscar Pérez

En 2011 volvió a la TV. ¿Qué la hizo regresar después de 30 años?

Quería probar nuevamente la intimidad en la actuación. Lo pequeño, lo absolutamente discreto y hondo que reflejan los lentes de la cámara. Quería interactuar con actores diferentes, directores diferentes, productores diferentes, equipos diferentes. Enriquecer mi maquinaria actoral.

¿Qué la cautivó de su nuevo papel, Ana Julia, en ‘La Ronca de Oro’?

Que detrás de todo ese caparazón férreo habita un animal indefenso, aturdido, asustado, a contrapelo de los tiempos modernos y de los riesgos del amor. Siempre me interesa develar aquello que es, aparentemente, otra cosa.

¿Cómo fue su preparación para este personaje?

Tenía que irme para Cali: el lugar donde vivió, donde crió y educó a su familia. Sentí el ritmo del lugar y de sus gentes. La manera como hablan, se mueven, gesticulan, ejecutan todas sus acciones y rutinas del día. Estudié la historia de la ciudad y del departamento. Me brindaron una ayuda preciosa su familia y allegados.

¿En qué consiste y cuál es la importancia de la investigación que hace para preparar cada personaje?

Me da más balance inicial cuando reúno toda la información posible sobre el personaje que voy a interpretar. Esa es la columna vertebral. Lo que enviamos al consciente. Luego, el inconsciente hace su labor. Y hay que dejarse llevar por él. Es un salto al vacío.

¿Qué la motivó a empezar su carrera como actriz?

La gracia de mi abuela paterna. Una samaria delgada, elegante, baja, de poco comer, archirreligiosa, actriz amateur, pero pianista y organista experimentada. Ella me inició. Me abrió una compuerta: la de la imaginación, la gracia y la libertad.

¿Qué la enamoró del teatro?

Mi madre me inculcó la admiración por los dramaturgos griegos. Es donde uno se prueba todas las noches sin artilugios. Es donde madura el cuerpo, el espíritu del actor, y se tensan y afinan las cuerdas y se remueven los lastres que uno puede traer.

Como pedagoga y directora de la Escuela de Formación Actoral de Caracol, ¿cómo ve el futuro de la actuación de Colombia? ¿Cuáles son los mayores retos?

La escuela duró una década. Allí pude entrevistar, conocer y moldear a más de 80 aspirantes a actor o actriz. No hablo de futuro, sino de momento. El único reto permanente es vencer el miedo y subsistir sin dañar o hacerle zancadilla a nadie.

¿Qué es lo más importante que debe aprender un actor?

Marcello Mastroianni, el guapísimo actor italiano de La Dolce Vita de Fellini, dijo que lo único que un actor debe aprender es la paciencia.

¿Qué es lo que más ha aprendido en su carrera como actriz?

A conocerme. A apuntar a lo que es importante. A visitar geografías y culturas diversas. A punzar el alma humana.

¿Cuáles son sus proyectos futuros?

Una casa frente al mar. De la actuación, tomo lo que viene... si me seduce.

¿Qué es lo más importante para poder ascender en la industria colombiana del cine y de la TV?

Tener el cuero duro, preparación, visión de la carrera, ética, estética, intuición, conocimientos varios, espíritu, generosidad. La vida premia a quien traza un camino honesto. Eso quiero creer.

¿Cuál ha sido su aprendizaje tras participar en el cine, la televisión y el teatro?

Son como la Santísima Trinidad: tres personajes y un solo Dios verdadero. Esa filigrana incansable que se logra tejiendo y tejiendo y destejiendo en una búsqueda perpetua.

¿Cómo ha logrado mantenerse y ser exitosa en los tres campos “simultáneamente”?

Yo me obligo a estar en estado de estudiante permanente. Observo el trabajo de grandes actores y actrices. De grandes directores. De mis colegas. Escucho lo que todo el mundo tenga que decirme. Leo mucho. Y para bajarnos al plano fisiológico, ayudan las espinacas, el brócoli, el agua, las nueces, los mangos, el aceite de coco y la risa. Y aire, mucho aire puro. Los actores somos gentes muy sanas. La locura y las pasiones extremas deben usarse para actuar.

Por El Espectador

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