“Cumplimos 150 años de calidad académica”: Jorge Iván Bula

El economista es el coordinador general de los eventos con que se quiere celebrar el sesquicentenario de esa alma máter. Habla de la importancia de la institución y de su lugar en la reconciliación de los colombianos.

El Espectador
18 de septiembre de 2017 - 02:00 a. m.
Jorge Iván Bula cursó un doctorado en sociología en la Universidad Católica de Lovaina. / Nicolás Bojacá Miranda - Unimedios
Jorge Iván Bula cursó un doctorado en sociología en la Universidad Católica de Lovaina. / Nicolás Bojacá Miranda - Unimedios
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¿Qué papel cumple la Universidad Nacional de Colombia en la vida de los colombianos?

Uno fundamental, y que se hace visible en tres áreas: la inclusión social, el impulso y el mantenimiento de una cultura académica de alta calidad, junto con la conexión entre investigación y extensión para resolver los problemas que el país enfrenta. Cabe resaltar que la mayor parte de los estudiantes de la Universidad Nacional son de estratos 1, 2 y 3. Muchos de ellos se convierten en destacados investigadores que luego contribuyen de manera decidida al desarrollo de sus comunidades y al avance de la ciencia. Tenemos un papel esencial en la construcción de la nación en dos vías: formando talento humano y brindando apoyo científico-técnico a quienes toman decisiones en el ámbito público y sus comunidades.

¿Cuáles son los retos de la universidad al cumplir 150 años de existencia?

El mayor reto es seguir liderando la educación superior en el país. Durante el siglo pasado aparecieron otras instituciones que han disputado ese lugar con mayores recursos, pero la universidad muestra constantemente su reconocimiento y legitimidad, y este es un capital que debemos seguir preservando y fortaleciendo. Cumplimos 150 años de calidad académica, trabajo investigativo e impulso a las ciencias. Nuestro talón de Aquiles es, sin duda, la falta de recursos.

¿Qué rol tiene la universidad en la construcción de la paz y la reconciliación de los colombianos?

La universidad desempeñó un papel clave en los diálogos de La Habana, y lo seguirá teniendo durante la implementación de lo pactado. Mencionemos, por ejemplo, el censo socioeconómico que lideró nuestra institución, así como todo el trabajo del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz, liderado por Alejo Vargas, entre muchas otras iniciativas que se están gestando. La Universidad Nacional tiene una amplia experiencia en la inclusión social, como lo muestran los programas Peama y Paes, lo que la haría capaz de liderar un exitoso proceso de ingreso de los excombatientes a la educación superior. Además ha trabajado con comunidades y gobiernos locales en el fortalecimiento de las capacidades para la toma de decisiones y formulación de planes de desarrollo, y de alternativas socioeconómicas que hoy son esenciales para el posacuerdo.

¿Cómo ha sido el proceso de gestionar los eventos para el sesquicentenario de la Universidad Nacional?

Coordinar un evento de este tipo es, sin duda, una tarea compleja, sobre todo por las dimensiones de nuestra institución, pero por fortuna hemos contado con el entusiasmo desbordado y mucha voluntad de cooperar, así como una exuberancia de propuestas que hemos venido implementando para conmemorar este sesquicentenario. Para la semana culmen, que comienza hoy y se extiende hasta el 23 de septiembre, tendremos eventos como el Concierto Nacional, que reúne a Yuri Buenaventura y Herencia de Timbiquí en la plaza central el miércoles 20.

Los invitamos a que consulten la agenda Sesquicentenario. Y ¿qué tienen preparado para el 22 de septiembre?

Para la fecha de nuestro aniversario tenemos la visita del expresidente de Ecuador Rafael Correa y de muy destacados rectores de las universidades de Iberoamérica, así como la inauguración de la Galería de Rectores de la Universidad Nacional y el lanzamiento de nuestra historia en siete volúmenes, 12 tomos, 134 capítulos y contada por 167 autores.

¿Qué proyectos podría implementar la Universidad Nacional con mayores recursos?

Creo que la recientemente aprobada Ley de los Spin Off podría generar una nueva dinámica en la universidad al impulsar la transformación de los procesos investigativos en innovación y en la solución de problemas locales y nacionales. Con mayores recursos podríamos consolidar la segunda fase del Hospital Universitario y convertirlo en el centro de desarrollo médico del país. Además podríamos abrirles las puertas a más colombianos marginados de la educación superior, y a los que ya se encuentran en nuestras aulas proveerles mayor bienestar, por ejemplo, dotar las sedes con residencias universitarias, tanto para los estudiantes que habitan los lugares lejanos de las sedes andinas, como a los estudiantes extranjeros.

¿Cómo se piensa la universidad dentro de una década?

Con la sede de La Paz, en el departamento del Cesar, con obras que la harían comparable en tamaño a la sede Palmira. También pienso que la sede Tumaco crecería, no sólo en número de estudiantes, sino en infraestructura. En general, unas sedes de presencia nacional más fortalecidas y articuladas con su entorno y con las proyecciones de la misma institución. Y unas sedes andinas con unos campus a la altura del quehacer académico de nuestra universidad, brindando las mejores condiciones para la docencia, la investigación y el bienestar universitario: laboratorios y aulas con tecnologías de punta y campus amables para nuestra comunidad universitaria. Pienso que dentro de una década nuestra universidad estará más interconectada, no sólo con pares europeos y de Norteamérica, sino también con los asiáticos.

Algo indudable es que la Universidad Nacional es patrimonio de todos los colombianos. Pero ¿cuál es la joya de la corona de la Universidad Nacional?

El tesoro más valioso de la Universidad Nacional son los estudiantes. Eso está ligado al proceso de selección que se hace. El examen —aunque suene un poco odioso— permite tener los mejores estudiantes del país. En nuestros estudiantes se evidencian grandes calidades humanas, lo que permite que le apostemos sin titubeos a un mejor país con nuestros estudiantes y egresados.

Usted es uno de los pocos que fueron muy cercanos al ilustre economista Jesús Antonio Bejarano. ¿Cree que el profesor Bejarano hubiera apoyado el actual proceso de paz?

Quienes conocimos a Chucho reconocimos en él una mente brillante y una alta capacidad de discernimiento sobre la realidad política y económica del país. Chucho era un convencido de la paz y hubiera jugado un papel igualmente protagónico en este proceso que parece mostrar más resultados que los anteriores. Hubiese contribuido con propuestas audaces en temas de los cuales era un gran conocedor: el problema agrario, los aspectos institucionales en los procesos de asignación y distribución de recursos, el manejo macroeconómico, entre otros. Bejarano estaba convencido de que era posible encontrar una salida política al conflicto y a ello le dedicó su vida.

Por El Espectador

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