El entrenador de los superhumanos

Osmín Hernández Zabala nació en La Habana (Cuba), pero dejó su país hace veinticinco años. Llegó en una balsa a Miami, se convirtió en preparador físico y convirtió el deporte en su estilo de vida.

El Espectador
15 de septiembre de 2017 - 03:00 a. m.
Osmín Hernández asegura que al ejercicio le debe su salud, trabajo, fuerza y la carrera que ha construido. / Cortesía Caracol TV
Osmín Hernández asegura que al ejercicio le debe su salud, trabajo, fuerza y la carrera que ha construido. / Cortesía Caracol TV
Foto: Mauro Gonzalez

¿Cómo comenzó en el mundo del entrenamiento?

A los ocho años empecé a hacer ejercicio porque era asmático. Siempre estaba en el hospital muy mal y los niños me intimidaban porque me mantenía enfermo. A los doce me puse la meta de ser campeón en kayak, medallista de oro, y estar sano para poder tener una vida normal.

¿Se curó a partir del ejercicio?

Claro. Con el ejercicio y la mente. No se puede descuidar ninguno de los dos.

¿Por qué decidió convertirlo en un estilo de vida?

Me encanta entrenar todos los días. Sé que es algo en lo que me va bien, me hace sentir cómodo y, por los resultados que he tenido, invito a las personas a que lo hagan. Cuando entreno a alguien, busco que trabaje cuerpo y mente.

¿Quién fue la primera persona a la que entrenó?

Mickey Rourke, el actor.

¿Qué le debe al ejercicio?

Todo. Mi salud, mi trabajo, mi fuerza, la carrera que he construido. Tengo mucho que agradecerle, porque a través de mi ejercicio y mis entrenamientos he conocido el mundo y he podido ayudar a diferentes personas a curarse de sus enfermedades, desde la presión y la diabetes, hasta el cáncer.

¿Por qué era tan fuerte con los participantes del “Desafío”?

No con todos. No me gustan los chismes, el machismo, los abusos con las mujeres o que las personas se crean mejores que otros. Son superhumanos, fuertes y todo, pero deben aprender un poco más y trabajar en la parte humana. Súper puede ser cualquiera, pero humanos, no todos.

¿Llegó a pensar que alguno era flojo o débil para entrenar?

Muchos de ellos estaban flojos, pero no a todos les faltaba. Por ejemplo, hubo mujeres muy berracas en esta edición del desafío. También hombres como Mateo, Pitbull y Daniel o Héctor. Los que no lo eran, al fin se convirtieron en todas unas máquinas… Con un buen técnico, cualquiera tiene lo suficiente para un mundial.

¿De dónde sacó la frase “pescado, agua y ensalada”, que siempre repetía a los participantes?

He tenido muchos tipos de estilos de vida: carnívoro, vegetariano, vegano y ahora soy semivegetariano. Como pescado y es la mejor dieta que he tenido, porque tengo la proteína, las vitaminas y el agua, que es fundamental. He conseguido buenos resultados con ella y con las personas a las que se las he recomendado. No es una dieta, sino un estilo de vida.

Para usted, ¿qué caracteriza a un superhumano?

Una persona que sea súper en el deporte, las pruebas y los desafíos, pero que sea capaz de cuidar a los demás, trabaje por los otros, cuide a los niños y a las mujeres y siempre dé un buen mensaje.

¿Qué es lo que más recuerda del Desafío Superhumanos 2?

Los momentos en los que perdí y tuve que mandar a mis desterrados a muerte. Cuando perdieron y quedaban eliminados. Eso me dolió mucho, porque ya éramos una familia. Nunca hubo problemas, sino que estábamos unidos y fuimos de los mejores siempre.

¿Fue difícil estar alejado de todo, en una isla?

La palabra para describirlo no es difícil, sino duro. Lo que se ve en televisión es poco respecto a lo que se vive. Hay sapos, culebras, alacranes, estás expuesto a picaduras, tienes hambre, pasas miseria. Es complicado entrar en esta competencia, que es en realidad un juego.

¿Volvería a un desafío?

Si tengo que ir, lo haría con un gran equipo, pero no a competir. Ya tengo 46 años, estoy en camino a los 50 y es bueno descansar.

 

Por El Espectador

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