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Aprendió a tocar el piano a los 5 años, ¿cómo llegó a la música?
Un día, cuando estaba en el jardín infantil, llamaron a mi mamá. Ella quedó preocupada, no sabía por qué le habían pedido que fuera a hablar con mi profesora. Resulta que en el salón de actos del colegio había un piano y me estaba escapando del aula para ir a tocar. Cuando mi mamá llegó a la escuela, le sugirieron que me metiera a clases.
¿Le gustaba ir a sus clases de piano?
Nosotros vivíamos a las afueras de Buenos Aires, no había ningún conservatorio cerca pero sí existía una profesora de barrio. Las primeras clases fueron muy aburridas, porque no tenía piano en casa, tenía las manos muy pequeñas y eran pocos los ejercicios que podía hacer. Me ponían a dibujar claves de sol y por eso hago unas de las más bonitas que puede haber.
¿En qué momento decidió dedicarse de lleno a la música?
He hecho de todo, pero la música siempre ha predominado en mi vida. En ese sentido, fue muy importante la época en que daba clases de organeta. En ese tiempo, por la compra de una te regalaban ocho clases y yo dictaba esas lecciones gratuitas que, por lo general, nunca eran suficientes para aprender y me contrataban para dar más.
¿Por qué llegó a vivir en Colombia?
En Argentina fui el pianista de ensayo de un musical que se llamaba Sugar. En ese momento no se habían hecho comedias musicales importantes en Colombia y para el montaje que iban a hacer aquí, decidieron traer al equipo que montó la obra en Buenos Aires. La idea era venir a trabajar mes y medio, pero ya han pasado 28 años.
Es recordado por el programa “Francotiradores” ¿Cuál fue su camino a la televisión?
Después de llegar a Colombia empecé a trabajar en televisión pero detrás de cámaras. Me dedicaba a hacer la música para telenovelas y algunos programas. En el año 98 vino la oportunidad de trabajar como pianista delante de cámaras. Eso duró tres meses y después llegó la oportunidad de hacer “Francotiradores”.
Era un programa humorístico ¿siempre ha tenido esa faceta?
Antes de “Francotiradores” también había actuado como modelo en comerciales pero, para mí, el programa significó estar más tiempo ante las cámaras y permitir que el público me empezara a conocer. También me permitió trabajar con Santiago Rodríguez, uno de los mejores regalos que me ha hecho Colombia porque es un gran compañero de trabajo y me divierto mucho con él.
¿Qué le dejó ese programa?
Antes de “Francotiradores” también había actuado como modelo en comerciales pero, para mí, el programa significó estar más tiempo ante las cámaras y permitir que el público me empezara a conocer. También me permitió trabajar con Santiago Rodríguez, uno de los mejores regalos que me ha hecho Colombia porque es un gran compañero de trabajo y me divierto mucho con él.
¿Por qué aceptó ser jurado de “Yo me llamo”?
Me gozo muchísimo todo lo que mezcla mi vocación musical y el trabajo en televisión. Por eso me encanta hacer teatro musical y lo mismo me pasa cuando compongo música para programas de televisión. Cuando aparece la posibilidad de trabajar en un proyecto como “Yo me llamo” o “Do Re Millones”, no lo pienso dos veces.
¿Se siente preparado para ser jurado?
Desde hace un par de años trabajo en los concursos del horario prime del Canal Caracol. Siempre lo hice detrás de cámaras, como entrenador vocal para los participantes. Gracias a eso he podido aprender cómo funcionan estos formatos. Ser jurado en Yo me llamo ha implicado llevar a la pantalla todo mi experiencia tras escena.
¿Qué hace especial esta versión del programa?
Hay un talento increíble que, como siempre, nos va a sorprender. Esta temporada se han presentado muchísimos participantes, de los cuales 24 entrarán a la escuela del programa. Allí, de manera intensiva, van a pulir sus actos para lograr ser el doble exacto de esos artistas que tenemos tan cerca de nuestro corazón.
¿Cuál es el elemento más importante de una buena imitación?
Poder imitar la voz de una persona es un gran don porque hay que tener un oído increíble. Eso es lo que hacemos en radio con programas como “Voz populi” en Blu Radio. Sin embargo, meterse en la piel de personajes que son tan queridos por la gente, cantar afinado y buscar sus gestos sin caer en la parodia es una responsabilidad mucho más grande y allí es donde tendré puesto mi ojo como jurado de Yo me llamo.