Valentina Lizcano: el renacer de una luchadora

Sus excesos la hicieran pasar por una dura crisis, de la que salió gracias a la espiritualidad y el deporte. Ahora dicta conferencias en todo el país y quiere seguir haciendo televisión.

El Espectador
13 de mayo de 2017 - 04:25 a. m.
Valentina Lizcano ganó el premio TV y Novelas como mejor actriz revelación en 2009. / Cortesía
Valentina Lizcano ganó el premio TV y Novelas como mejor actriz revelación en 2009. / Cortesía

¿Cómo construyó a Renata, su personaje en “Polvo carnavalero”?

Amo a Barranquilla y mi mejor amiga es de allá. Ella estaba en Australia cuando me llamaron para hacer el personaje y ella me dio algunos tips. Creo que al final el personaje terminó siendo una construcción de todos, de los directores y de los asistentes de producción.

¿Es más fácil llegar a una novela que ya arrancó?

Cuando estaba comenzando mi carrera, siempre quise tener un personaje importante desde el principio hasta el final de la novela. Es algo que ya he vivido y ahora es la segunda vez que soy invitada a una producción grande que ya empezó. Es rico. Cuando uno llega y todo está sobre ruedas, simplemente queda encajar, y a mí eso no me cuesta trabajo.

¿El personaje de los libretos es muy distinto del que se ve en la novela?

En el libreto, Renata era más torpe que alborotada. En su primera escena llegaba y se caía, pero nosotros decidimos que iba a llegar a adueñarse de la situación. La cambiamos mucho. Teníamos el placer y el gusto de tener muchos costeños en la producción y ellos nos fueron ayudando a ajustar cosas.

¿Le gusta verse en televisión?

No. Me pone muy nerviosa. La verdad, hay muchas cosas que me ponen roja y me achantan. Creo que mi acelere es más bien una respuesta al tipo de timidez que tengo.

¿Empezó a combatir la timidez con la actuación?

He sido actriz toda la vida. Soy de las que se disfrazaban y estaban siempre en las obras de teatro de colegio. Desde pequeña he sentido el mismo miedo cuando actúo, pero me paro en un escenario y lo enfrento. Creo que si se me quita el miedo no lo haría, porque no sería un reto y, ay, no parecería chévere.

¿Cómo fueron sus primeros años?

Nací en Cali, en la clínica Uribe Uribe, y viví en La Candelaria (Valle). Mi infancia fue como la de cualquier niño en pañal y camiseta. Mis papás tenían un granero. Recuerdo que mi mamá me llevaba en la bicicleta con las cosas que vendía y después, por cosas de trabajo, fuimos a Bucaramanga, en Real de Minas.

Después vivió su adolescencia en Málaga, Santander…

Mi adolescencia fue complicada. Me daba mucho palo porque soy muy delgada y con un metabolismo demasiado rápido. Mi mamá sintió que no nos podía controlar, a mí y a mi hermano, y decidió llevarnos a Málaga. Allá me echaron del colegio de monjas por tener una camiseta de Metallica y porque hacía huelgas por los precios de la cafetería.

¿Qué pasó entre el colegio y “Protagonistas de novela”?

Me quedé en un colegio mixto y conocí a una profesora maravillosa, que odié pero a quien le debo mucho. Nos ponía a hacer análisis discursivo y a leer mucho. Eso me dio muchos ingresos, porque mis compañeros no hacían los de ellos. Ella hizo que mi interés en la actuación se volviera más profundo. Me enamoré de un chico que estudiaba actuación en Bogotá y me vine para acá. Hice papeles pequeñitos.

¿Qué vino después del “reality”?

Salí eliminada y a la semana me llamaron a casting para ser presentadora en franja infantil de RCN. Les dije que no me interesaba. La semana en que salí de protagonistas mataron a mi hermano y a la siguiente llamaron para el casting; estaba destruida y no tenía ganas de nada. Me convencieron, fui al casting por cumplir y al otro día me llamaron.

¿Cómo llegó su papel en “Aquí no hay quien viva”?

Llevaba tres años pidiendo que me hicieran casting en el canal, pero ellos me querían preparar para ser presentadora de noticiero. Hablé con Gabriel Reyes, el presidente del canal, y él me dijo que había un casting para una comedia. La transición fue difícil porque era un ícono para los niños y pasé a ser una más en una comedia, al lado de actores de una gran talla. Aprendí mucho de ellos.

Ese papel la hizo ganar el premio TV y Novelas como actriz revelación…

Estaba nominada con Andrés Parra. No lo podía creer porque él venía de México, de recibir un premio por “La pasión de Gabriel”. Fui a la gala con mi mamá y con mi mánager, pero siempre pensé que el premio era de él. Cuando dijeron mi nombre fue muy emocionante. Pude dedicarle el premio a mi hermano, que antes de morir me dijo que la belleza se puede comprar, el talento no.

¿Cuándo se empezó a interesar por el deporte?

A los 26 años. Después de mucho desorden. Durante Aquí no hay quien viva mejoró el sueldo y las posibilidades de gastármelo todo en rumba. Cuando terminó la novela quedé sin un peso y sin amigos. Me di cuenta de que todo era mentira. Traté de seguir en la actuación, pero no lograba reponerme. Llegó un punto en el que no podía más.

¿Cómo logró superar ese bache?

Conocí al papá de mi hijo y él me dijo que se quería ir de viaje por la Costa, y me fui con él. Luego se fue a la India y yo me quedé en un proceso de desintoxicación. A los dos meses le caí allá y recorrimos India y Nepal. Pude sanar lo de mi hermano y regresé a Colombia siendo otra persona.

¿Por qué se convirtió en entrenadora después de esa experiencia?

Cuando me fui vi que la gente se rapa, se aleja de lo material y se ilumina, pero llegó un momento en el que me di cuenta de que esa no era mi realidad y que ser yo misma no tenía nada de malo. No tenía la cualidad para volverme yogui. Para mí el deporte y la alimentación saludable han sido un proceso de sanación. Ahora sí me siento en equilibrio.

¿A qué se debe su éxito en las redes con “Sana locura”?

No tengo ni idea de cómo se manejan las redes sociales. No hago estrategias. Soy lo que soy y eso es lo que me ha funcionado. Tengo más de 560.000 seguidores. Unos me insultan y otros me quieren, pero todos me enseñan.

¿Cuáles son sus proyectos en televisión?

Tengo ganas de volver a actuar. En este momento me gustan los personajes pequeños porque se ajustan a mi estilo de vida. Sigo con Sana locura, haciendo asesorías online, y hago parte de Women’s Weekend, una plataforma de mujeres muy influyentes con quienes estaré dictado conferencias el 20 y el 21 en el hotel W.

Por El Espectador

 

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