:format(jpeg)/www.elespectador.comhttp://thumbor-prod-us-east-1.photo.aws.arc.pub/XB566zaeG5EkA7ZUQr_7itWHIWc=/arc-anglerfish-arc2-prod-elespectador/public/QEH67ACIDNDDTOL3I3WRG4K2F4.jpg)
Es la primera persona en ganarse el Premio Roux. ¿En qué consiste?
El Instituto de Investigación de la Universidad de Washington lleva muchos años investigando el impacto económico de las diferentes enfermedades. Desarrollaron el concepto de los años de vida perdidos por causa de la enfermedad y a eso le sumaron los años perdidos por muerte e incapacidad. Escogieron el caso de Cali porque llevamos más de 20 años aplicando el método de recoger información y hacer políticas públicas con relación a eso.
¿Cómo tuvo conocimiento del método?
En epidemiología lo aplicamos cuando nos encontramos frente a una enfermedad de origen desconocido, averiguamos a quién le da, dónde le da, cuándo le da, una serie de variables, y con base en eso formulamos ideas sobre los factores causales y hacemos intervenciones.
¿Y qué encontró en Cali?
Que la violencia era el uso de la fuerza física con intención de hacer daño, que afectaba a los muchachos jóvenes varones de estratos bajos, que ocurría los fines de semana y que en su 90% era por armas de fuego.
¿Y cómo intervino?
Desarrollamos programas para afectar las variables: oportunidades de reinserción escolar, ingresos, restricción de los horarios del alcohol y del porte de armas. Cali tenía una tasa de 80 homicidios por cada 100.000 habitantes, que era muy alta, pero en este momento la tasa corrida está por debajo de 60. Ha bajado de 25 a 30%, y sigue bajando.
El premio otorga US$100.000. ¿Qué hará con ellos?
Tuve la oportunidad de ganarme una beca para Harvard, y por eso mismo ya hablé con la Universidad del Valle y lo estoy haciendo con Colfuturo para crear un fondo que le permita a la universidad tener siempre a una persona estudiando en el extranjero.
También fue alcalde de Cali en 1992. ¿Qué diferencia hay con respecto al período actual?
La administración ahora es más complicada. Estuve antes de la Constitución del 91 y era más fácil gobernar. Hoy en día, con los derechos de petición y las tutelas, tenemos un ejército de abogados respondiendo una cantidad de cosas, lo que dificulta muchísimo la ejecución de proyectos.
Además es médico cirujano. ¿Cuál ha sido el mayor aporte de la medicina a su labor pública?
La oportunidad que tuve de formarme como epidemiólogo. Un médico alemán muy famoso decía que la política es medicina a gran escala, y eso es absolutamente cierto.
¿Cuándo fue la última vez que hizo una cirugía?
Tal vez cuando estaba de residente. Conté la atención de partos hasta que llegué a 100. Desde hace 50 años no atiendo uno, pero si es necesario, sé cómo hacerlo.
Es profesor de estadística ¿Qué es lo más difícil de serlo?
Estoy haciendo contactos porque en la próxima reencarnación me voy a dedicar a la actividad académica, que es la que me gusta: la investigación y la docencia. Esa es la satisfacción más profunda.
No todo es trabajo. ¿Qué otras actividades le gusta realizar?
Soy adicto al deporte, hago ejercicio rutinariamente. En la universidad hice todos los deportes menos fútbol, por algún problema psicogenético.
¿Colecciona algo?
Estampillas de Colombia, por ahí desde 1930.
¿Cuál es su favorita?
Me gustan mucho las de la Scadta y las de las sobretasas de la construcción del Palacio de Comunicaciones del Murillo Toro.
¿Ha pensado en el día que se retire de la política?
Vuelvo a Valle en Paz, la corporación para el desarrollo y la paz de la zona rural del suroccidente, donde espero preparar y ayudar a trabajar en el posconflicto.
¿Cómo quiere ser recordado?
Por mi administración, por el esfuerzo que hice para mejorar la educación.
¿Cuál es la mayor enfermedad del ser humano?
La falta de fe.