'La buena publicidad se verifica con cifras'

David Rodríguez, creador del comercial de “la tengo viva”, asegura que en esta época las organizaciones deben preocuparse por escuchar a las personas y dialogar con ellas.

El Espectador
11 de febrero de 2013 - 05:00 p. m.
David Rodríguez cree que los publicistas en Colombia aprendieron a darles valor a nuestras historias. / Luis Ángel
David Rodríguez cree que los publicistas en Colombia aprendieron a darles valor a nuestras historias. / Luis Ángel

¿Qué despertó su pasión por este mundo de las ideas?

Desde que estaba en la universidad me gustaba contar historias, y eso es lo que hace finalmente el buen marketing: contar historias de un producto para que las personas le den un valor más allá del precio.

¿Qué es lo más difícil al desarrollar una idea?

Establecer la conexión entre los números, que pueden llegar a ser muy fríos, y el ingrediente humano, que mueve a la gente.

¿Cuál campaña ha sido la más complicada de desarrollar?

En términos comerciales no he encontrado una dificultad, sin embargo, las más difíciles y gratificantes son las de bien público, que no tratan de venderte una gaseosa o una arepa, sino una forma de pensar y una acción que vaya a impactar positivamente en la sociedad.

¿Tuvo que renunciar a alguna?

Una en la que tenía que incentivar el uso del preservativo en las niñas. Nos dimos cuenta de que no es suficiente decirles a las niñas que lo usen y se protejan, sino que el problema radica en que las niñas no tienen un referente claro de proyectos de vida más allá de ser modelo, y como el cliente quería otro tipo de mensaje, no aceptamos porque era invertir dinero en un mensaje que no iba llegar.

Usted es la persona detrás de la idea del comercial de “la tengo viva”. ¿Cómo se le ocurrió?

Partimos de la idea de no combinar alcohol y gasolina, la primera fue que de esa mezcla se formaba un coctel mortal, “Bloody Mary”, pero en Colombia un amplio margen de personas toman cerveza, entonces abordamos el tema desde ahí y salió otra idea: unas mujeres muertas y el mensaje “unas frías”, y “mamando gallo” terminamos con la idea de “la tengo viva”.

¿La creatividad es algo innato?

Todo el mundo tiene una dosis de creatividad, hay gente que sabe contar chistes, otros a los que se les ocurren canciones y personas que saben hacer fotografía. Específicamente, el publicista debe tener un talento con el que nace y que va puliendo.

¿Una buena idea es la que siempre vende?

Una buena idea siempre vende; el objetivo final del marketing es vender. Las métricas que nosotros usamos dependen siempre de ese factor.

¿Qué tan reflexiva debe ser la publicidad? Más allá de las cifras.

Las cifras son absolutamente necesarias para hacer cualquier trabajo en publicidad. Una de las cosas que matan una idea es cuando se pretende imponer la visión de una persona por encima de las realidades de un país. La mejor publicidad es la que nace y se puede verificar con cifras.

¿La publicidad ha cambiado?

Es posible que las formas de hacer publicidad hayan cambiado muchísimo. Ahora hay mucha interacción y tecnología en las campañas, pero la buena publicidad, que engancha al público y le cuenta buenas historias, desde la emoción, sigue siendo la misma.

¿Qué se está haciendo bien en nuestro país?

Escucharnos más a nosotros mismos, conociendo nuestras historias y dándoles el valor que se merecen. Estamos cayendo en la típica frase “describe a tu pueblo y serás universal”, algo que hicieron García Márquez, Botero, Carlos Vives, Juanes y Shakira. Por ese mismo camino va la publicidad colombiana.

¿Cuál es el secreto para que Starcom se mantenga?

Los resultados. En términos generales, nuestra organización está muy metida en generar experiencias, y eso nos hace distintos.

¿Por qué deben preocuparse las organizaciones?

Por tener las herramientas para escuchar a la gente y para dialogar con las personas.

¿Qué significa innovar?

Enfrentar un problema tratando de encontrar una solución más práctica o superior en algún sentido.

¿Con qué sueña un publicista?

Con compartir sus ideas con la mayor cantidad de personas posible.

Por El Espectador

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