Publicidad

En defensa de la belleza natural: Carolina López

La actriz paisa, finalista del concurso de la revista “Vea”, asegura que al comenzar su carrera en la actuación se enfrentó al estereotipo de la mujer bronceada y de tallas grandes, algo con lo que nunca estuvo de acuerdo.

Un chat con...
05 de abril de 2016 - 03:13 a. m.
Carolina López interpreta a Alejandrina Vallecilla en la telenovela “Azúcar”. / Cristian Garavito - El Espectador
Carolina López interpreta a Alejandrina Vallecilla en la telenovela “Azúcar”. / Cristian Garavito - El Espectador

¿Qué siente estar dentro de las cinco mujeres más sexis de Colombia, según la revista “Vea”?

Me tomó por sorpresa, y no porque no me sienta sexy, sino porque creo que no cumplo los patrones y prototipos de belleza que hemos adoptado en Colombia. No cumplo con los requisitos de estar muy bronceada o tener una talla de busto medianamente grande. Por eso pienso que es tiempo de ampliar la mente y de empezar a ver que la belleza es subjetiva, de muchos colores, versiones y tamaños.

¿Qué es la belleza?

Es inteligencia, carácter, sensibilidad, personalidad. Ese tipo de cosas a mí me seducen.

¿Y cómo logra mantenerla?

Me parece que es importante estar bien conmigo, creo que lo que se siente adentro se refleja afuera, así que soy de meditación, intento comer saludable, no me mato haciendo ejercicio, porque esta es una cuestión de actitud, hay que sentirse bien con lo que la vida te ha dado y potencializarlo de la mejor manera que puedas. Creo en la ley de la compensación, que cuando haces las cosas bien, con pasión, amor y entrega, asimismo llegan. Me gusta leer mucho de psicología, porque tiene que ver mucho con mi profesión. Así como la aromaterapia y la terapia cognitiva.

¿En algún momento de su vida se sintió insegura de quien era, de su belleza?

Cuando entré al medio tuve un choque muy fuerte, porque me pedían aumentar mi busto y estar bronceada, y mi pelea siempre fue por mantenerme así, tal y como soy, natural. Nos enseñaron a pensar que todos tenemos que estar igual, con la misma talla o el mismo color de piel, así que el racismo no sólo está en las que son de color, sino en las que somos muy blancas.

Quizás usted rompe con ese estereotipo de que la mayoría de mujeres paisas se operan.

Es triste que la mujer paisa, a pesar de ser una de las mujeres más guapas del país, acuda a las cirugías. Cuando llegué a Bogotá dije: tengo dos posibilidades, o me agrando mi talla de busto, me bronceo y sigo hablando como hablo o neutralizo mi acento, o me convierto en una gran actriz y me defiendo como soy. Opté por la segunda.

¿Qué llegó primero: el modelaje o la actuación?

No he modelado mucho, si he hecho tres cosas, ha sido mucho. Llegué a la actuación porque estaba destinada para esto. Tuve la suerte de acompañar a una amiga a un casting y el director me pidió que le improvisara, y salió todo este show que llevo adentro, entonces me gané el casting y desde ahí empezó todo.

¿Cuál cree que fue el personaje que la catapultó?

Liliana, el personaje en la Vendedora de rosas, me dejó algo muy especial y es por la misma lucha que he mencionado, porque en Colombia etiquetan de estrato alto a las personas que son blancas, de ojos claros, pero se les olvida que somos actores y que podemos representar cualquier papel. Este personaje tuvo una involución increíble, terminó en la calle. Con este papel me gané el respeto de la gente.

Muy diferente del personaje que interpretó en “¿Dónde carajos está Umaña?”.

Sí, el público creía que era como Daniela Umaña, una mujer gomela y antipática. Hasta los directores llegaron a pensar eso y con Liliana, en “Lady, la vendedora de rosas” tuve la posibilidad de desquitarme, de decir que además de ser una mujer bella, también soy talentosa.

¿Y cómo fue el proceso para desprenderse de Liliana, una mujer de carácter fuerte y pasar a Alejandrina, un personaje más ensimismado?

Este personaje lo encontré partiendo de la meditación, porque es el único de la historia motivado por el amor, es el único personaje blanco. Ella no sufre de racismo, no le interesan los bienes económicos, sino que simplemente quiere ser feliz y servir, lo cual es bien raro para la época. Es una mujer con una serenidad increíble, todo lo contrario a Liliana.

¿Fue difícil caracterizar a Alejandrina, un personaje que pasa por todas las etapas de una mujer, de los 19 a los 50 años?

Sí lo fue. Los 40 y 50 años son las etapas más bonitas de la mujer. Los 40 me son encantadores, porque es una madurez con mucho “sexapier”, en la que se acepta que los años están pasando y se están asumiendo las arrugas. Pero los 50 me dieron bien duro, porque quise experimentar la menopausia y descubrí que hormonalmente te vuelves un caos.

¿Cómo le gustaría llegar a la vejez?

Quiero llegar disfrutando de ese proceso. Me parece que hay que envejecer con dignidad, aceptando las arrugas y las cosas venideras, porque asimismo las viviste. Además, porque es una etapa donde la mujer se vuelve a encontrar, donde el cuerpo pide renovar una cantidad de cosas. Donde ella decide qué hacer por ella cuando ya no hay hijos, cuando posiblemente ya no existe una buena relación con el marido, entonces es una cuestión de volver a emprender una labor y volver a sentirse útil por ella.

Y mientras que llega a esa etapa, ¿qué es lo que más le irrita?

Me molesta inmensamente una persona ordinaria. No puedo con una persona que no pueda expresarse bien con lo que quiere, por ejemplo que tenga que gritar para hacerse entender, no puedo. Las mentiras no las tolero, prefiero la excesiva sinceridad.

¿Cómo disfruta su tiempo libre?

Me encantan los deportes extremos, porque me exigen vivir el momento. Soy una persona muy momentánea, creo que cuando vives bien un momento, llega un buen futuro, así que intento estar focalizada en lo que estoy haciendo. Pero también me gusta meditar, hago aromaterapia, pinto cuadros abstractos y canto. Tengo un proyecto musical con mi hermano y con mi ex compañera de set Jennifer Arenas.

¿De qué se trata ese proyecto musical?

Vamos a fusionar flamenco y rap. Estoy escribiendo algo muy feminista, quiero llegarles a las mujeres, porque me parece que debemos empezar a educarnos entre nosotras. Creo que el conflicto con los hombres también proviene de nosotras. Lo que estamos intentando es que las mujeres nos tapemos con la misma cobija, como lo hacen los hombres, y nos respetemos.

¿Cuál es su meta a nivel profesional?

Sueño con hacer cine francés. Amo mi país, pero siempre me he sentido del mundo y creo que explorarlo es enriquecedor.

 

Por Un chat con...

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar