¿Cómo nace su amor por el boxeo en una ciudad de tradición futbolística?
La fiebre del boxeo me empezó gracias al programa de televisión Cromadeportes, que emitían a medio día en los años 80, cuando yo era niño.
¿Por qué es tan importante incentivar esta disciplina?
En el boxeo, aunque para mucha gente sea violento, hay una gran hermandad, nobleza y caballerosidad. Usted termina el combate y se abraza con su amigo, hablan, se toman una gaseosa, es una competencia sana, no agresiva. Hay otros deportes que son mucho más violentos. No es lo mismo, por ejemplo, que las barras bravas, que se agreden entre ellas mismas y se matan.
¿Cómo ha sido su preparación para la pelea del 9 de agosto?
Fue en Los Ángeles, California, en varios gimnasios. Estuve entrenando 70 días, estoy muy optimista y seguro de la preparación que se hizo por sacar el triunfo adelante y regalarle a mi país y a mi ciudad este triunfo. Eventos como este pueden ayudar a masificar el boxeo en Bogotá.
Desde niño usted ha boxeado, pero a los 31 años ingresó a la categoría profesional. ¿Existe una edad ideal para esto?
Nunca pensé pasar a la profesional, me sentía muy bien y el reglamento no me permitía seguir en el boxeo aficionado y pasé a las profesionales. A mi sexta pelea disputé un título profesional y ahí me quedé y todavía estoy bastante activo. El boxeo profesional es más de resistencia y esa se desarrolla después de los 30 años. Poner un tope de edad era un mito de antes.
¿Cuáles son las promesas del boxeo colombiano?
Hay varias, entre esas Darleys Pérez, el Mono Romero, Óscar Negrete y César Villarraga. Es gente que entrena demasiado y tarde o temprano obtiene su recompensa.
¿Cuál ha sido el nocaut más fuerte que le ha dado la vida?
En términos deportivos los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004 fueron muy frustrantes. En mi vida personal ha sido ver morir a familiares.
¿Cuál fue la primera pelea que vio en su vida?
En el año 83 en el barrio El Pedregal, en Bogotá, cuando era muy niño, tuve una pelea con unos guantes de plástico con otro niño llamado Alejandro, nunca se me olvida el nombre. Me reventó la nariz y me puse a llorar. Toda la vida fui muy peleón.
Además de boxeador, usted ha sido entrenador y taxista. ¿Cómo le fue en esa faceta?
Muy bien. Por medio del taxi pude seguir entrenando porque no conseguía un trabajo que me permitiera a la vez entrenar. Como entrenador, cuando terminé la carrera de aficionado tenía más de 20 años de experiencia y estuve 12 años en la selección nacional. Gané aprendizaje e hice muchos cursos en el extranjero. De la mano del torneo me fui desarrollando como entrenador.
¿Qué tan rudo es Alexánder Brand fuera del ring?
A estas alturas trato de no tener disgustos con nadie, trato de tener una vida tranquila y buscar mi felicidad. Me conmueve mi familia, que trata de acompañarme a todas las peleas.