El mago de la comedia

Dago García llegará a las salas de cine este año con su primera película animada, en la que crítica las peleas de gallos.

Un chat con...
23 de enero de 2015 - 01:41 a. m.
La película ‘Uno al año no hace daño’, de Darío Armando García, ocupa el segundo lugar en taquilla nacional con 1’503.905 espectadores. / Pamela Aristizábal
La película ‘Uno al año no hace daño’, de Darío Armando García, ocupa el segundo lugar en taquilla nacional con 1’503.905 espectadores. / Pamela Aristizábal
Foto: PAMELA ARISTIZABAL/EL ESPECTADOR - PAMELA ARISTIZABAL

¿Qué película estrenará en este primer semestre del año?

Llegaremos a las salas con una película animada que se llama Reguechicken.

¿Qué historia contará en ella?

Es como una crítica infantil a las peleas de gallos. Los personajes son un gallo que tiene un padre que es campeón en las peleas, pero él está en contra de la violencia, y una gallina que vive loca por el reguetón. Es como una historia romántica entre ellos dos, con mucha música.

¿De dónde nace su inspiración para crear historias?

Generalmente, el primer impulso son recuerdos de infancia o de juventud, pero eso no quiere decir que sean películas autobiográficas, y hay que saber distinguir qué idea tiene mayores posibilidades de convertirse en algo más. Luego de crearla determino si es para cine, teatro o televisión.

¿Qué lo fascina de la comedia?

Creo que uno escoge la emoción con la que va a trabajar y, particularmente, como espectador me gusta mucho la comedia, así que me gusta hacer películas que me gustaría ir a ver en cine.

¿A qué atribuye el éxito de sus producciones?

Creo que son películas que conectan muy fácil con el público, que se refieren a experiencias muy comunes, y al final hay un recuerdo propio. Eso permite que tengan mucha verdad y se hable de cosas que todos alguna vez en la vida hemos tenido.

¿Por qué se centra más en la clase media?

Ese es mi origen. Sin embargo, estas experiencias no pertenecen a ningún estrato social, sólo hacen parte de nuestra idiosincrasia colombiana.

¿Qué le gusta más: la televisión, el cine o el teatro?

Por el tiempo compartido y el encanto que ejerce, la televisión es mi terreno natural.

Se lo conoce como uno de los maestros del ‘rating’. ¿Tiene en cuenta eso al escribir los guiones?

El rating es como la plata o el amor: entre más se busca más se aleja. Cuando uno se propone conseguir rating o taquilla, no se está andando por el camino correcto. En el entretenimiento, la materia prima es la convicción por lo que haces. Si intentas crear una fórmula para que las cosas funcionen, sólo les estás quitando la vitalidad a los productos.

¿Tiene en cuenta los comentarios de la crítica?

Desde hace seis años no leo ni críticas buenas ni malas, porque uno es muy sensible ante eso. La mala te puede destruir y la buena puede hacerte perder el rumbo, entonces me importa tanto la crítica que dejé de leerla para protegerme.

¿Qué características busca en los actores con los que trabaja?

Me gusta que sean comediantes, porque creo que todo buen comediante es actor, pero no todo buen actor es comediante.

¿Qué es lo más difícil de dirigir una producción?

Sostener el espíritu. Cuando arrancas un proyecto, a medida que lo vas desarrollando puede ir perdiendo vitalidad.

¿Cuál es el personaje que más le costó escribir?

Tengo un problema con los personajes femeninos: no me quedan muy bien reflejados. E inconsciente o conscientemente casi todos los guiones que escribo giran en torno a personajes masculinos.

Recuérdenos la anécdota del muro ‘Dago García’ que hay en las instalaciones de Caracol.

Cuando produje La saga. Negocios de familia era un proyecto complicado por basarse en una tragedia griega. El director de Caracol en ese momento, Paulo Laserna, tenía dudas de hacerlo, pero un día me citó y me dijo: el edificio que estamos construyendo cuesta lo mismo que producir la novela, si usted la embarra nos quedamos sin un edificio. Le respondí: listo, pero al próximo edificio que va a construir le pone mi nombre. A la novela le fue muy bien, pero al momento de pagarme la apuesta se me hizo muy pretencioso que fuera un edificio completo. Le dije que mejor me quedaba con un muro.

Una historia que no haya podido producir.

La del prócer del pueblo El Cocuy, de Boyacá, llamado Santo Rafael Gutiérrez, presidente de Colombia en 1868.

Colecciona discos de salsa. Su canción favorita.

Aguanile, de Héctor Lavoe.

Por Un chat con...

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar