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Entre la actuación y la cocina

En una nueva etapa de su vida, la actriz cartagenera se dedica a su restaurante de comida saludable, el cuidado de mariposas y la siembra de papas nativas.

El Espectador
03 de agosto de 2015 - 02:00 a. m.
El más reciente papel de Florina Lemaitre fue Estela, la mamá de María en “La tusa”. / Cortesía
El más reciente papel de Florina Lemaitre fue Estela, la mamá de María en “La tusa”. / Cortesía

¿Cuándo fue la primera vez que tuvo un televisor en su casa?

Cuando me casé con Sergio Cabrera. En esa época yo estaba haciendo teatro y tuve el primer televisor, pero no el control. Lo único que vi cuando estaba chiquita fue la llegada del hombre a la Luna, en blanco y negro. La verdad era que me la pasaba en el barrio, con una vida de niña con muchos amigos. Siempre estaba en los jardines.

¿Le gusta ver lo que hace?

Me gusta mucho. Lo grabo por la noche y en la mañana me monto en la elíptica y lo veo. Eso me resulta buen negocio, porque, en vez de hacer 20 minutos de ejercicio, hago la hora entera gracias a la novela. Esa es una forma light de verla.

¿Cómo empezó en este mundo?

Empecé haciendo teatro en el Taller de Artes de Medellín, donde estuve un año, antes de venir a Bogotá, donde ya tuve mi familia y a mis hijas. Hice mi primera película cuando mi hija cumplió un año. Ya luego me amañé, seguí con el teatro y la televisión, donde curiosamente me quedé.

¿Qué significó para usted la novela “Escalona”?

Para mí la Maye de Escalona fue pensar de nuevo en lo que viví con mi propia familia. Creo que fue algo que salió de mi ser natural. Fue un reto, porque yo estaba bastante mayor que la Maye, entonces me tocaba caminar dando brinquitos para que me lo creyeran en cuanto a la edad. Fue un antes y un después para mí y la televisión, fue contundente.

¿En “La estrategia del caracol” fue difícil trabajar en pareja?

Sí. Sergio me exigía un poco más, aunque en La estrategia yo no tuve tanto problema por eso porque estaba más consolidada, tenía ese personaje muy bien armado. Pero en lo primero que hice en familia, que fue Técnicas de duelo, sí me vi a gatas por estar precisamente muy en confianza.

¿Qué hay de sus hijas?

Mi hija mayor estudió dirección de cine y fotografía en España y ahora está con su esposo dedicada a hacer una tira cómica. Valentina es artista plástica y le gusta trabajar de vez en cuando actuando para el papá. De esta unión salieron dos hijas artistas, aunque yo hubiera preferido que fueran abogadas porque me hubiera sentido más segura de su futuro, pero no se le pueden pedir peras al olmo. Ellas son artistas como los papás.

Usted se volvió a casar. ¿Quién es Javier?

Es un príncipe. Desde hace nueve años estamos juntos. He seguido trabajando en lo mío, pero he seguido haciendo otras cosas que me encantan, como la vida de campo o la familiar, y por eso he estado alejada de la televisión, tomándomelo con mucha calma y tranquilidad. Javier es un personaje de cuento de hadas: él amanece contando chistes, es alegre, me permite hacer lo mío. Creo que príncipe no le quedaría tan bien como decir que es mi dios.

¿Cómo le va con su restaurante?

Es una cafetería y repostería. Mi propuesta allí es una comida sana para la gente que trabaja cerca. Es un restaurante crudo, sin harina, sin huevos, leche, azúcar o fuego. Los postres son mi fuerte. Tienen coco, cacao, miel de agave, mantequilla de cacao y frutas como mango, fresas y frutos secos.

¿Dónde aprendió todo eso?

Es una corriente mundial. No se encuentra en muchas partes, pero se los puede ver por ahí. Yo busco en internet o en libros y utilizo lo que me parece interesante y lo cambio un poquito. No es algo que me invento. Ahora trabajo con un chef para mejorar la carta.

Se ha dedicado a sembrar en su casa. ¿Qué cultiva?

A mí me pusieron Florina y creo que gracias a ese nombre me gustan muchos las plantas, sobre todo las que están en vía de extinción. Les hago la guerra a las especies foráneas e invasoras y en cambio rescato y planto semillas de árboles nativos. Además, desde hace dos años siembro papas. No tengo muchas colombianas, pero tengo de muchos colores y sabores. Tengo peruanas, francesas y españolas, pero no por un interés importante sino por gusto. Esto no es negocio, es por recuperación.

¿Y las mariposas?

Me distraen mucho. Trato de salvarlas, las cojo y las guardo en cajas hasta que el guano crece, luego las paso a otra caja donde espero a que hagan pupa y nazcan, ahí las saco y las suelto. Es divino verlas salir en el sol. Me gusta verlas volando.

¿Cómo le fue con “La tusa”?

Fue sabroso. Me divertí mucho haciendo a una vieja arribista y bruta. El equipo era delicioso y estuve en algo que amo hacer. Las grabaciones fueron en Bogotá, lo cual fue maravilloso. No me iría nueve meses a grabar en otra ciudad, como lo hicimos en Escalona. No lo volvería a hacer.

Por El Espectador

 

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