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La fortuna de ser padre para "El negro Salas"

El actor, de 41 años, no cabe de la felicidad por su nueva etapa como papá de Jerónimo, de 5 meses, quien es hoy su mayor bendición.

Diana Hernández
13 de junio de 2015 - 02:25 a. m.
El actor caleño Luis Fernando Salas en su apartamento, al norte de la ciudad. / Gustavo Torrijos - El Espectador
El actor caleño Luis Fernando Salas en su apartamento, al norte de la ciudad. / Gustavo Torrijos - El Espectador

Con la llegada de Jerónimo su vida tuvo un giro, ¿cómo ha sido el proceso?

Era una vida muy relajada en el sentido de que antes me preocupaba por mí. Si quería irme de paseo 4 o 5 días no tenía problema, si en la nevera no había nada lo solucionaba, porque vivía solo. Ahora no puedo viajar sin mi familia y, si lo hago, dejo la nevera llena. Las prioridades cambian.

A sus 41 años, ¿pensó que se estaban agotando las posibilidades de ser padre?

En algún momento le dije a María Fernanda, mi esposa, que sentía una frustración, porque siempre quise ser padre máximo hasta los 40 años, porque tuve un papá joven, entonces no quería parecer el abuelo de mi hijo, él de 5 años y yo de 60 años. No fui papá a los 40, sino a los 41 años, pero se hizo realidad el sueño.

Hemos hablado de su faceta como padre, ¿cómo era de niño?

Fui muy necio. En Cali hay un lugar que se llama Clínica de Fracturas y en alguna ocasión el médico le dijo a mi papá que comprara acciones de la clínica, porque a mí me enyesaron 8 o 9 veces cuando era niño.

Eso explica la cicatriz que tiene en el brazo…

Sí, pero la más grande la tengo en el cuello, me la hice cuando tenía 8 años. Estaba en la casa de mi abuela jugando y de pronto en el momento en que estaba brincando quedé engarzado en una reja, o sea las dos puntas de la reja, que parecían lanzas, quedaron incrustadas a los lados del cuello, afortunadamente mis pies quedaron sobre una matera, lo que impidió que los chuzos de la reja siguieran de largo. Estoy vivo de milagro.

¿Y aprendió la lección?

No, a los 16 años choqué el carro de mi papá contra un bus, lo que fue una total coincidencia, porque ese mismo día dos jóvenes y una chica habían perdido la vida en un sitio muy cerca del que me estrellé. Cuando llegó la noticia a mis padres, ellos pensaron que quienes habíamos muerto éramos nosotros, por las características del accidente.

Es conocido como “El negro Salas”. ¿De dónde nació el apodo?

Cuando era niño quería ser blanco como mi hermano, entonces mi mamá le contó al rector del colegio de mi complejo, así que él se encargó de que todos me llamaran “El negro Salas”, supuestamente para quitarme lo acomplejado, y así quedé.

Hasta el año 2011 no había actuado en teatro, ¿cómo le fue en la obra “Esto está que arde”?

Me pareció la vaina más alucinante del planeta. Fue con el Teatro Santafé, bajo la dirección de Juan Ricardo Gómez, quien me dio la oportunidad. Juro que lo haría miles de veces, ahora entiendo por qué algunos compañeros aman y defienden tanto el teatro.

En esa obra le tocó bailar, ¿qué tan bueno es para bailar?

No soy tan hábil, se mueve más un alka seltzer en un yogur que yo. En las coreografías me correspondía alzar a Adriana Campos y a Carolina Sepúlveda, compañeras de la obra. Pero siempre fui negado para el baile. Lo que más me gustó fue que la gente disfrutó de la obra. Eso lo pude comprobar en una presentación en Cartagena, la gente nos aplaudió tanto que no lo podía creer.

¿Y le gustaría volver a sentir esa adrenalina en las tablas?

Sí, en una obra de drama, que me exija mayor nivel actoral, para medir mis capacidades.

Finalmente, ¿cómo alguien que estudia medicina termina como modelo, actor y publicista?

Siempre me gustó la medicina, pero nunca terminé la universidad, porque me desilusioné de la carrera. El modelaje fue un trabajo que cubría mis caprichos, como salir a rumbear o comprar un equipo de sonido para el carro. Quizás, en algún momento, lo que me impulsó a actuar fue la fama y la plata, pero la profesión me cautivó por completo. Y si no es actuar, la publicidad es mi plan B para ganar dinero.

Por Diana Hernández

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