“Macondo está vivo en el Carnaval de Barranquilla”: Reina del Carnaval 2016

A pocos días de que empiece una de las fiestas folklóricas más importantes de Colombia, la soberana asegura que la obra de García Márquez refleja a las familias costeñas y el sabor Caribe.

El Espectador
20 de enero de 2016 - 04:06 a. m.

Hace poco tuvo la oportunidad de visitar al presidente Juan Manuel Santos en la Casa de Nariño y le regaló unas mariposas amarillas. ¿Por qué tomó la obra de García Márquez como insignia de su reinado?

Cuando empecé a leer varias de sus obras, pero sobre todo cuando leí Cien años de soledad, me di cuenta de la conexión que mi familia tenía con Macondo, porque allí están plasmadas las familias costeñas. Considero que en el Carnaval de Barranquilla hay mucha tela de donde cortar, mucha magia, muchos personajes que son macondianos, y por eso siento que este Macondo no murió, no se quedó en el olvido con la violencia. Macondo está vivo en el Carnaval de Barranquilla.

Barranquilla es...

Una ciudad que se distingue por ser apasionada. Para el resto del mundo este evento podría ser trivial, pero para el barranquillero es algo que hace parte de su estilo de vida.

¿Cómo quiere que los barranquilleros recuerden su reinado?

Como un reinado en el que se rescató el patrimonio oral e intangible de la humanidad, que es lo que somos. Como la reina de la gente, la del pueblo barranquillero.

¿Cuál es el papel de una reina en la sociedad?

Difundir la alegría, la paz, a pesar de los problemas que agobian al mundo, a la sociedad. Para los barranquilleros es el oasis donde todo es alegría, donde no hay estrato social, donde no hay diferencia. Creo, sin duda alguna, que eso es lo más icónico del Carnaval, de Barranquilla y de su gente, que son personas apasionadas, abiertas.

En la lectura del bando hizo alusión a la situación que vivió Ariadna Gutiérrez durante Miss Universo. ¿Qué hubiera hecho en los zapatos de ella?

Creo que fue una situación bastante incómoda, vergonzosa y triste para ella. Sin embargo, un momento triste le va a generar muchísimas alegrías y va a hacer que tenga una carrera exitosa. Es similar a lo que he pasado con los comentarios que han hecho de mí en las redes. Creo que si no fuera por esos comentarios, la gente no hubiese estado a la expectativa de lo que podía ser el show y la lectura del bando.

A propósito de los comentarios que ha recibido en las redes sociales, ¿qué les dice a sus detractores?

Considero que con la lectura del bando y el baile que presenciaron todo los barranquilleros quedó claro que sé bailar. La polémica se dio por un video en el que estaba bailando en un lugar donde no había mucho espacio para moverse, pero es un video que no demuestra nada. Lo único que demuestra es que las redes sociales son un arma de doble filo, porque, aunque me han permitido acercarme a la gente, también me han hecho daño a través de ellas.

¿Cuáles han sido los momentos más tensionantes del reinado?

La semana antes de la lectura del bando, cuando sucedió todo el tema de los comentarios. Fueron momentos de mucha ansiedad, porque quería demostrar de lo que estaba hecha, lo que podía hacer por Barranquilla. Soy una reina distinta, una que se identifica con el pueblo barranquillero, que no tiene miedo de romper esquemas.

¿Quién la asesora en el tema de los atuendos?

Soy muy independiente en ese aspecto, aunque Alfredo Barraza ha estado a cargo de la mayoría de los vestidos y otros diseñadores barranquilleros con los que me he sentado a conversar de lo que me gustaría. Por ejemplo, para la visita a la Casa de Nariño me vestí de palenquera, porque es un traje que representa a las mujeres de la Costa.

Un sacrificio.

Sarna con gusto no pica, y si pica no mortifica. He soñado tanto con este momento que no significa un sacrificio levantarme muy temprano para que me peinen o me vistan. Para mí es todo un orgullo ser la reina de los barranquilleros.

¿Qué consejo le dio su mamá, quien también fue reina del Carnaval en 1982?

Me dijo que lo más importante era que me lo gozara con la gente, que fuera yo misma en todos los espacios.

Por El Espectador

 

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