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“Me enamoré de Medellín”

El experto en temas electorales fue profesor durante tres años en la Ciudad de la Eterna Primavera.

Un chat con...
09 de noviembre de 2015 - 02:00 a. m.

¿Háblenos un poco de su formación y experiencia académica?

Soy abogado de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), cursé un máster en ciencias políticas en la Universidad Internacional de Andalucía y luego cursé un doctorado en la Universidad de Hamburgo (Alemania). He sido profesor de derecho constitucional y de lógica y teoría del conocimiento.

¿En qué momento apareció Colombia en su mapa mental?

Cursando la maestría en España, en el año 2000, hice amistad con alumnos y profesores de Colombia. De ellos aprendí mucho sobre la realidad del país. Un par de años después, y luego de haber dictado unos cursos de posgrado en la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, y en la U. de Antioquia, me surgió la posibilidad de vincularme a esta institución como profesor y estuve en sus aulas tres años, pero viajé a Alemania por cuestiones familiares.

¿Qué fue lo que más lo impactó de Colombia?

En realidad, muchas cosas. Pero en lo que se refiere a mi área de trabajo, es la difícil situación en la que los profesores realizan investigaciones muy serias y complejas, y a la vez los estudiantes llevan a cabo excelentes trabajos con pocos recursos.

¿Cómo fueron esos tres años en Medellín?

Nunca tuve ningún inconveniente con nadie. Me enamoré de Medellín. Había un trato con afecto y cordialidad que no es tan habitual en otras universidades en el mundo en las que he sido estudiante o profesor.

¿Qué piensa de los estudiantes colombianos?

Son muy buenos, pero a veces siento que les falta confianza en sí mismos sobre sus capacidades. Muchos tienen posibilidades enormes, mucho potencial, pero en algunos casos les falta atreverse a seguir sus sueños, no se imaginan a dónde llegarían.

Usted acaba de publicar el libro “Violencia y hábitus” (Siglo del Hombre Editores). ¿Cómo llegó a la investigación de este tema tan espinoso?

Al indagar un poco comencé a descubrir que el paramilitarismo como actor en Colombia era un tema sobre el que menos se había investigado. Eso me puso un desafío: investigar este fenómeno desde la posición de un investigador extranjero que compartía la realidad cotidiana con la población.

¿Qué destaca de su publicación?

No es mi intención decirles a los colombianos cuáles son sus problemas y qué soluciones existen. Y para ello resulta muy importante el concepto de ‘habitus’ de Bourdieu, porque se trata de analizar, sin juzgar, cuáles son los capitales y los intereses puestos en juego en los diversos campos colombianos, identificar a los actores y su posición y observar la trayectoria en el campo para así comprender las estrategias y prácticas de los paramilitares específicamente.

Para usted, ¿qué significa el proceso de paz que tiene lugar en La Habana (Cuba)?

En el caso específico de las negociaciones en La Habana, me parece una importante oportunidad para lograr una disminución de la violencia en Colombia, y eso me hace muy optimista. Pero también debo decir que, si el acuerdo se firma sólo entre el Estado y las Farc, y no participan los otros actores de peso, el alcance de esta paz quedará muy limitado.

Usted, que ha sido un observador del comportamiento político y electoral de varios países, ¿por qué cree que las personas han perdido la fe en el ejercicio de la política?

Antes de la caída de los estados de bienestar, los políticos tenían más herramientas para solucionar los problemas. Pero hoy sus recursos son limitados, y no pueden dar respuesta a las peticiones, lo que genera frustración y desesperanza.

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