'Me gustaría explorar el alma de Uribe'

El columnista habla de su más reciente publicación, ‘Ahí le dejo la gloria’. Libro que cuenta lo sucedido en la reunión que sostuvieron Bolívar y San Martín en Guayaquil. Asegura que la novela histórica le llamó la atención porque el presente de Colombia es “cansón”.

El Espectador
22 de abril de 2013 - 09:07 p. m.
Mauricio Vargas reconoce que la rigurosidad del trabajo investigativo que aprendió como  periodista la aplica para escribir novelas históricas consistentes. / Gabriel Aponte - El Espectador
Mauricio Vargas reconoce que la rigurosidad del trabajo investigativo que aprendió como periodista la aplica para escribir novelas históricas consistentes. / Gabriel Aponte - El Espectador

¿Qué lo llevó a escribir ‘Ahí le dejo la gloria’?

Desde hace algunos años dejé los libros periodísticos con los que había empezado a publicar mis memorias. Sentí la necesidad de cambiar de tiempo, porque la actualidad de Colombia se volvió repetitiva y cansona. Así surgió la idea de escribir la novela sobre el mariscal Sucre y mientras la hacía se me ocurrió que debía hacer un libro también sobre lo que pasó en la reunión entre Bolívar y San Martín en Guayaquil.

¿Qué pasó en la cumbre de Guayaquil?

Fue la primera cumbre de estadistas de América Latina en toda la historia y sigue siendo la más importante. En ella fue donde más situaciones se definieron. En el diálogo entre Bolívar y San Martín sólo estuvieron ellos dos.

¿Cuáles eran las circunstancias por las que atravesaban los libertadores?

El San Martín que llegó a Guayaquil era un hombre decepcionado de la gloria y del poder, mientras que Bolívar era una persona que se acercaba a la cima de todo su devenir histórico. Había un hombre ilusionado, ambicioso, soñador, que era Bolívar, y un San Martín desilusionado, por eso decidió dejarle la gloria.

¿Cómo fue el proceso de investigación para su libro?

Hice bastantes viajes. Estuve en Guayaquil un par de veces, en Quito, en Buenos Aires, en Mendoza, en Chile, en Francia — allí estuve en la casa donde murió San Martín—. Seguí la huella de San Martín porque era el personaje que más intriga me causaba.

¿Qué hallazgo lo sorprendió?

Hay una gran cantidad de información de la que ambos en sus cartas hablan, pero hay otras tantas que Bolívar omite. Todo me lleva a pensar que Bolívar no creía que San Martín pudiera derrotar a los españoles en el Perú. Él veía a San Martín como un hombre indeciso y agotado.

Si la historia fuera contada desde una perspectiva humana, ¿nuestro presente podría ser más humano?

Parte de lo que a mí me llevó a hacer novela fue que empecé a sentir que en el periodismo uno estaba condicionado por los hechos demostrables, las declaraciones, los testimonios, las cifras y los documentos, y uno no puede explorar qué hay detrás de un líder político cuando toma una decisión. Uno es capaz de derivar unas motivaciones políticas, pero no unas humanas.

¿Cómo ha contribuido su trabajo como periodista en su oficio de escritor?

Para la investigación hice un trabajo básicamente periodístico, en el sentido de escudriñar en los documentos, en sus cartas, que son una parte testimonial. Y los historiadores son los que validan los hallazgos. Es muy importante ser muy riguroso con todo lo factual. Uno sólo puede volar con la novela histórica cuando tiene unos cimientos solidos.

¿Existe algún riesgo al abordar la historia por medio de la literatura?

El riesgo siempre está en la arbitrariedad. Uno tiene muchas libertades, pero deben ser manejadas dentro de la coherencia de la reconstrucción histórica, en eso soy periodista.

¿Qué tan sesgada es la historia de Colombia?

Mucho. En nuestro país hay dos vertientes de grandes historiadores: los que han agarrado a los próceres y los han pintado casi al óleo, impecablemente, con muchas más virtudes que defectos. Y los otros, que quieren contar los hechos históricos sin centrarse en los personajes.

¿Qué persona actual escogería para una novela histórica?

La política colombiana está volviendo a ser bastante pasional, con todo lo bueno y lo malo que eso tiene. Si yo estuviera vivo dentro de 50 años, sería muy interesante explorar el alma de un tipo como Álvaro Uribe.

Por El Espectador

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