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“Me han echado de muchas partes”:Darío Fernando Patiño

Luego de regresar de Ecuador, el periodista calarqueño arribó a la radio en el programa “La señal de la mañana”, en Señal Radio Colombia. Además de estar al frente de los micrófonos, dirige el espacio de opinión del Canal Institucional, en el programa “Conversemos de actualidad”.

Un chat con...
13 de abril de 2016 - 03:54 a. m.

¿Cuál es el sello que Darío Fernando Patiño le imprimió a “La señal de la mañana”?

La estamos construyendo entre todos. Pero creo que lo importante aquí es dar una nueva opción a los oyentes, con otras características. Tenemos la oportunidad de que los ciudadanos también sean los protagonistas, de abrirnos a las historias, de prestar un servicio.

Es una radio pública que se está preparando para el posconflicto...

Para mí el posconflicto ya comenzó, y por eso estamos trabajando desde lo que pasa en las regiones. En cada programa intentamos contar historias de reconciliación, de reparación, de reconstrucción de tejidos sociales, sin dejar de tener en cuenta que todavía hay un conflicto y que siguen pasando cosas graves y delicadas.

Sus pinitos fueron en radio. ¿Qué siente al regresar a ella?

Es reencontrarme con lo que en principio quería hacer. Aunque empecé haciendo programas de boleros por las noches, paradójicamente, 35 años después resulté haciendo un programa de noticias, pero en la mañana. De todas maneras conservo dos cosas de aquella época: la música y leer poesía.

¿Cómo llegó a la radio hace 35 años?

Por puro deseo. Gracias a que jugaba baloncesto conocí a Esaú Jaramillo, quien era narrador y gerente de Caracol en Armenia, y le pedí que me diera la oportunidad de trabajar allí. Me preguntó que si sabía de música vieja y le dije que sí, así que me dio el único espacio que tenía disponible, los sábados a las 11 de la noche.

Pero además de estar en radio, también está en televisión.

Sí, tengo la oportunidad de sentarme a conversar por 25 minutos con gente que cree en la paz, aunque también haya participado en la guerra. El programa se llama Conversemos de actualidad y se transmite en el Canal Institucional.

¿Cuál fue la gran diferencia que vio entre el periodismo que se realiza en Ecuador y el que se hace en Colombia?

Al llegar a Ecuador encontré una persecución clarísima del Gobierno contra el medio al que yo llegaba a trabajar, Ecuavisa. De entrada era una prensa censurada que estaba contra la pared. Además de eso, con una ley de comunicaciones que empezaba a imponer sanciones económicas contra los medios, llevando algunos a la quiebra. Esa fue la diferencia entre una prensa con excesos de libertad, por paradójico que suene, y una prensa con una libertad bastante restringida.

Y en Colombia, ¿se ha sentido censurado?

Nunca he tenido un caso de censura expresa. Lo que he tenido son advertencias y alertas, que son las mismas que he tenido que hacer a muchísimos periodistas. Si lo hice fue por proteger la vida o el puesto de ese periodista, o por proteger al propio medio de comunicación, porque en muchas ocasiones la información no está respaldada.

¿Recuerda algún jalón de orejas?

Creo que ningún jalón de orejas ha sido peor que el que yo me haya dado. Sufro muchísimo con los errores que he cometido, no sólo con errores al aire, sino también con errores que haya cometido con personas. Durante muchos años me ha correspondido dirigir grupos y ahí he cometido muchas injusticias. Esas me duelen tremendamente. He tenido muchos jalones de orejas, de hecho, me han echado de muchas partes, y creo que esos han sido grandes tirones que me han servido.

¿El personaje más difícil de entrevistar?

Álvaro Uribe fue el entrevistado que más estudié, analicé, padecí y enfrenté. A través de él aprendí mucho la técnica de la entrevista, de cómo un entrevistado puede manipular al entrevistador, casi siempre saliendo victorioso.

¿Y la entrevista que más recuerda?

En Radio Nacional tuve la oportunidad de entrevistar a Belisario Betancur, pero no hablamos sobre lo que a muchos periodistas les gustaría hablar, sino sobre su vida en Barichara. Creo que es la entrevista más bonita que he hecho recientemente.

¿Qué prefiere: radio, televisión o prensa?

Cada medio trae su afán. Cuando renuncié a El Espectador, don Guillermo Cano ni siquiera abrió la carta de renuncia. Me dijo: “No la voy a abrir porque sé que usted va a volver. La televisión es efímera y usted va a querer volver”, y yo creía lo mismo, que no me iba a amañar en televisión. A los dos meses de estar en televisión sentí que don Guillermo tenía razón y quise volver. Aguanté un poquito y me quedé 30 años. Después, estando en televisión, seguía escribiendo. Tal vez hoy no sería capaz de volver a un medio impreso. Pero surgió este reto de la radio y pensé que no iba a ser capaz, me dio susto. Lo asumí y ahora estoy feliz.

¿Qué lo desestabiliza?

Presento cierta intolerancia a la desidia, a la irresponsabilidad, a la impuntualidad y a la imprecisión en el oficio, porque el 90 % de los contratiempos que se presentaron durante mi trabajo en Ecuador eran errores que no sólo se originaban de la persecución sino de papayazos que dábamos. También me molesta la crítica sin fundamento.

Un verso para compartir.

“Estoy tan solo, amor, que a mi cuarto sólo sube, peldaño tras peldaño, la vieja escalera que traquea”, de Juan Manuel Roca.

¿Qué género musical lo atrae?

Siempre he tenido una inclinación por la balada y el bolero, pero siempre estoy abierto a otras opciones. El gran descubrimiento al llegar aquí fue la mina de música nueva hecha por colombianos, con voces espectaculares. En el programa también tenemos un espacio para la música. Ahí me dan gusto.

¿Cuál fue la última película que vio?

La jugada maestra.

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