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"Mi radar íntimo es la literatura"

No lo duda un momento al decir que nació escritor, pero no tenía formación como tal, entonces, por cosas de la vida, se sumergió en el mundo del periodismo, y luego fungió como director editorial.

Jorge Consuegra (Libros y letras) / Especial para El Espectador
19 de junio de 2013 - 10:00 p. m.
Como pez en el agua, se siente Alfonso Carvajal escribiendo novelas como ‘La sonata del peregrino’ de reciente aparición. / David Campuzano - El Espectador
Como pez en el agua, se siente Alfonso Carvajal escribiendo novelas como ‘La sonata del peregrino’ de reciente aparición. / David Campuzano - El Espectador
Foto: DAVID CAMPUZANO 2012

¿Primero periodista y luego escritor?

Estudié periodismo, y de ahí en adelante vino la formación como escritor.

¿Qué le apasionó del periodismo?

Escribir crónicas y reportajes. Allí nació la pasión por buscar historias y por el lenguaje.

¿Por qué dejó el periodismo y se volvió columnista?

Para escribir sobre libros. Además del amor por la lectura: es un ejercicio de reflexión.

¿Cuándo decidió cambiarle el rumbo a la brújula y volverse editor?

Nunca he dejado de escribir y ser editor ha sido una manera digna de sobrevivir.

¿Los tres oficios se complementan?

Sí, pero en la práctica cada uno es autónomo. Mi lucha, mi radar íntimo, es la literatura. Allí, soy otro, como decía el diablillo de Charleville.

¿Es más ingrato ser editor?

Un editor permanece detrás del escenario; por el bien de todos, debe manejar un bajo perfil.

¿Los escritores no logran entender cuando se les rechaza una obra?

Algunos se molestan y otros son más receptivos. Como editor, existe una selección subjetiva, y eso le da carácter al oficio.

¿Se escribe más en Colombia ensayos que novelas?

En el ámbito académico, se escriben más ensayos, pero la escritura de novelas es una tendencia más generalizada; tal vez, inculcada por un sentido comercial de las editoriales.

¿Por qué tanto afecto por la poesía?

Por poetas como Rimbaud y Baudelaire. Es un género difícil, que por medio de imágenes logra crear pequeños mundos estéticos y de una gran extrañeza interior.

¿Alguna vez intentó ser poeta?

La poesía ha sido un gran alimento en mi literatura. Publiqué dos libros: Un minuto de silencio y Memoria de la noche.

¿La novela ‘Hábitos nocturnos’ fue su primer gran logro?

Me divertí y sufrí mucho con la creación del padre Saldarriaga, un ser adicto a la cocaína y a la literatura; es una metáfora irónica sobre la decadencia de la Iglesia católica, y en ese sentido me siento enormemente satisfecho.

¿‘La Sonata del peregrino’ es la más madura de todas sus novelas o libros?

Creo que es el libro más ambicioso. Sobre todo en el lenguaje, la fragmentación y la creación de personajes. En la dispersión de las historias, intenté crear la totalidad.

¿Podemos clasificarla como una novela erótica de largo aliento?

Además de lo erótico, que es una filosofía de observar y tocar el mundo, explora las peregrinaciones internas de los seres humanos, como la locura, la amistad, la política, el tedio y la búsqueda de un lenguaje propio.

¿Es para todo tipo de lectores o para lectores que ya han atravesado el mundo de las letras?

Es apta para mayores de 14 años. Que tengan un mínimo de sensibilidad y amen la literatura.

¿El señor P, el protagonista, tiene algo del señor Carvajal?

Es un personaje de la ficción, pero respondiendo su pregunta: tiene menos de lo que yo creo y más de lo que los otros imaginan.

Por Jorge Consuegra (Libros y letras) / Especial para El Espectador

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