Participó en la VI Cumbre de las Américas, ¿cuál es el balance de los acuerdos en salud a los que se ha llegado en estos encuentros?
Las cumbres han orientado y comprometido a los países en cuanto a la salud. Han sido un mecanismo efectivo. En la primera cumbre se decidió eliminar el plomo de la gasolina, causa terrible de enfermedades infantiles. También se han fortalecido los programas de vacunación y muchos países han institucionalizado la Semana de Vacunación.
¿Desde cuándo la OPS ha asistido a las cumbres?
Somos la oficina regional para las Américas de la Organización Mundial para la Salud. Desde que las cumbres comenzaron, en 1994, hemos tenido la labor de apoyarlas. Soy una de las pocas personas que han participado en los seis encuentros.
¿Frente a qué temas de la salud debe unirse Latinoamérica?
En la preocupación sobre el cambio climático. Hay que intensificar las labores de mitigación ante los desastres naturales que se vienen, especialmente en poblaciones vulnerables como en el caso actual de Colombia con el invierno. Otro tema es la discusión que se inició sobre el consumo de drogas. Hay que identificar a los consumidores como pacientes y no como delincuentes, hay que invertir en programas innovadores para reducir el consumo sin dejar de controlar el crimen organizado, el tráfico de dinero y el comercio ilícito.
¿En cuáles Objetivos del Nuevo Milenio están cumpliendo las expectativas Latinoamérica y el Caribe?
El continente ha avanzado en la reducción de la mortalidad infantil. Hay avances en agua y saneamiento, en calidad de los alimentos, en reducción de la pobreza y en la cobertura del VIH sida.
¿Y en cuáles se está rajando?
Todavía tenemos dudas de si podremos cumplir la reducción del índice de mortalidad materna. Sabemos que la calidad de los servicios que recibe una madre mientras está en embarazo y en el posparto deben funcionar a tiempo y de manera ágil. Pero no lo hemos logrado, particularmente en los países con complejidad geográfica y población indígena.
¿Cómo se está transformando el perfil epidemiológico de América Latina?
El proceso de la urbanización, los cambios de hábitos alimentarios, el aumento del sedentarismo y el crecimiento de la dependencia al tabaco o al uso del alcohol están produciendo un surgimiento acelerado de enfermedades crónicas. Ahora la gente vive más, pero aparecen enfermedades crónicas en edades tempranas, como en el caso de la diabetes. Eso exige una acción de política pública para actuar sobre estos determinantes.
¿Es cierto que en América Latina en poco tiempo habrá más adultos mayores que niños?
La expectativa de vida en la región ha aumentado y en los próximos 20 años vamos a tener una situación histórica. La población de más de 65 será mayor que la de menos de 5 años.
¿América Latina está preparada para atender esa población de adultos mayores?
Los países se están preparando para este cambio, que ha sido muy acelerado. A Europa le vino el problema después del desarrollo económico y político. A nosotros nos viene todo junto. Este desafío va a requerir enormes cambios en los sistemas políticos, sociales y económicos. Por ejemplo, ahora las personas a los 60 años van a querer estudiar una segunda carrera. La mentalidad tiene que cambiar. Se tienen que adecuar las ciudades y los sistemas de salud.
¿A qué tipo de adecuaciones se refiere?
Hoy tenemos cinco veces más pediatras que geriatras, los profesionales deben especializarse en atender la población que viene en aumento. Además, las ciudades deben adecuar su urbanismo para los adultos mayores.
¿Por qué dedicarle su vida a la salud pública?
Si como médica me dedico sólo a la parte curativa, mi oficio se vuelve muy repetitivo. Desde la salud pública se puede llegar a miles de personas. La Semana de Vacunación de las Américas beneficiará a 44 millones de personas: desde el consultorio no puedo llegarles a esa cantidad de personas.