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“Ni mala ni buena, simplemente humana”: Camila Zárate

Camila Zárate habla de su nueva vida en México junto al mar y de lo que este cambio ha significado para su vida, así como de su papel en la nueva novela del Canal Caracol, al cual le imprimió parte de su personalidad.

Mónica Rivera
24 de julio de 2015 - 05:04 a. m.

¿Quién es Verónica Toledo?

Una mujer que, ante todo, no es mala ni buena, es simplemente humana. Tiene todos los matices del ser humano, pasa por todas las emociones, es un poco bipolar. Viene de muchas frustraciones tras la muerte de su padre, es una mujer a la que intentaron comprar siempre con plata para apaciguar ese dolor, la mandan a Los Ángeles a ser actriz y allá fracasa, y a medida que pasa la novela tiene una transformación psicológica. Es una cuando llega y otra cuando termina.

¿Cómo trabajó el personaje?

Para mí fue superbonito hacer a Verónica, porque llegó en un momento de mi vida en que nos parecíamos. Ha sido uno de los personajes más cercanos a lo que soy, obviamente lejos de sus frustraciones, pero en esencia soy una mujer muy impulsiva, rabiosa, furiosa, que dice las cosas sin filtro. Logré imprimirle mi parte positiva y negativa. Creo que va a ser uno de esos personajes que la gente va a querer porque llega hasta las últimas consecuencias por amor.

¿Qué anda haciendo ahora Camila Zárate?

Estoy feliz y tranquila, viviendo en México una vida de mar. Tomé esta decisión porque necesitaba una desconexión, no del mundo real, pero sí al que me acostumbré. Estoy tomando un momento para hacer una pausa, desarrollándome a nivel personal, porque también es bonito descubrir otro tipo de talentos y otras cosas para las que uno sirve y explotarlas.

¿Y qué está explorando?

Ahora en la playa estoy desarrollando un proyecto de teatro con niños. Está ahora en el papel, pero seguramente es algo que desarrollaré en grande, y es chévere no ser solamente yo la que está en las tablas, como protagonista, sino también dirigiendo, como una causa social.

¿Siempre tuvo claro que iba a ser actriz?

Siempre. Mi mamá dice que desde que aprendí a hablar ya era claro que iba a ser algo parecido. De hecho, como siempre fue tan claro nunca desarrollé otro tipo de habilidades y otro tipo de talentos, y eso es lo que ahora, a los 28 años, encuentro: que no solamente soy actriz sino que puedo hacer otro tipo de cosas.

¿De niña era muy extrovertida?

Sí. Todos los días sentaba a mis pobres padres en una silla y hacía un teatrino en mi casa. Entonces nos disfrazábamos con mi hermanita, hacía obras teatrales de horas y no los dejaba pararse a comer ni a tomar agua, ni nada. Ellos tenían que ver la obra completa y creo que desde allí se comenzó a ver mi personalidad.

¿Cómo define esa personalidad?

Ahora me he vuelto una mujer muy tranquila. Siempre fui un huracancito, una mujer de emociones, muy dominante, como que siempre agridulce, siendo muy antipática, pero también muy querida. Ahora creo que también he logrado con los años una madurez y un equilibrio de las fuerzas que lo rigen a uno. Mi personalidad sigue siendo la misma, una tormenta que mueve las energías a donde llega; me defino como una mujer muy valiente y guerrera.

¿Cómo define el mar, ahora en su vida?

El mar es la salvación, es el maestro. Yo digo que es como mi papá, y la tierra, la mujer que me protege y me quiere. Puede llegar a ser un paraíso medio infernal, pero en la medida en que uno lo sepa entender y ver cómo se mueven las energías alrededor de él, se pueden entender muchas cosas. El mar es muy generoso. Yo lo defino como mi salvación, el amor de mi vida, donde quiero sembrar y construir.

Por Mónica Rivera

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